De nacionalidades y otros circos electorales Por @rafaelvalera96 de @VFutura

thumbnailrafaelvalera1Si la nacionalidad de un alto funcionario del Régimen está en tela de cuestionamiento, lo más lógico es llevar a cabo una investigación propia desde el primer día en que la sospecha surgió. Ese es el ejercicio mental que muchos nos hacemos antes de recordar ipso facto que, por supuesto ha resultado totalmente al contrario con la existencia de la MUD.

Nuestra Constitución estipula claramente qué tipo de nacionalidad necesitan poseer el Diputado, el Canciller, el Vicepresidente y el Presidente de la República. Pasaban los años y Nicolás Maduro detentaba cargos del Legislativo y del Ejecutivo sin vapuleo alguno concerniente a su procedencia, más que otros ya cansones sobrenombres que cuestionaban su inteligencia y a lo que se dedicaba previamente a su carrera política.

La mamá de la MUD, la Coordinadora Democrática, existía ya para cuando el dictador era funcionario, por eso no sorprende que la omisión sobre la ratificación de su nacionalidad haya existido desde esos tiempos… Porque de ser cierto que sea colombiano ¿Por qué no se procedió a verificarla en aquel entonces? ¿Por qué ahora sí y antes no? ¿Si es tan relevante y tan determinante para que en realidad exista un Estado Constitucional de Derecho, por qué no se impuso el respeto a dichos ordenamientos?





Lo que está tipificado en la Constitución debe ser diametralmente cumplido y no dejarlo a merced de lo circunstancial. Si el dictador es colombiano, lo fue desde un principio y debió haber sido investigado y destituido al comprobar el supuesto, ¿o es que Nicolás Maduro vino a ser colombiano desde el 2013?

El dictador y consigo su vida política no son nuevos –si es que ser siervo del régimen es siquiera “vida”– para la palestra política, como tampoco lo es el colaboracionismo de los deudores de Chávez que hoy conforman la MUD.

Si no la investigaron hace tantos años es porque, como ahora, no les parecía importante. Si la actitud se mantuvo para las elecciones presidenciales de 2013, momento donde el occiso político de Capriles miró hacia el otro lado y legitimó al heredero de la dictadura comunista, fue porque les servía para repotenciar su plataforma electoral y necesitaban del nuevo personaje para seguir con el viejo show.

Tras más de cien días de su instalación, la AN comprueba que no es más que una sala común de socialistas dispuestos: a nada. Es la necesidad de mantener la ficción democrática para la fusión entre ellos que se está engendrando de manera más clara. Por eso, mecanismos expeditos como el plazo de los 5 días para demostrar la nacionalidad del dictador son ignorados –además de que mienten sobre su inviabilidad.

Por si no fuera suficiente, siquiera la idea del Referéndum Revocatorio es darle una paliza al sentido común. No se revoca lo que es ilegítimo de origen y ejercicio; primero y principal. Se necesita coherencia y si es ilegítimo el dictador el Revocatorio lo legitima como Presidente y no como el usurpador que en realidad es.

Revelar la nacionalidad del dictador Nicolás Maduro sería la salvación para la AN, pero recordemos que ella es la razón por la cual seguimos bajo el despotismo comunista.

Para ellos es fundamental ese juego, bañándose en el lodo de la obediencia, acatando cualquier traba del TSJ y seguir siendo centro de propaganda para sus marañas electorales con el fin de seguir en este pozo sin fondo… Tanto así que diputados recién electos ya están siendo nombrados candidatos a las elecciones regionales.

La AN no agoniza porque nació muerta, las paredes se cierran y el tiempo se va entre pestañeos. La AN debe ser ignorada, hay que ayudarla a perecer, desde su naturaleza va contra la Libertad y trunca cualquier necesidad de la ciudadanía. Hay que virar hacia el rumbo de la desobediencia civil donde delimitamos objetivos claramente, donde podemos decidir con propiedad lo que se hará, donde no existen planillas con aires de Lista Tascón y donde la voluntad será auténtica.

Libertad o nada