Víctor Vielma Molina: A recuperar la felicidad y la República

Víctor Vielma Molina: A recuperar la felicidad y la República

thumbnailvictorvielmamolinaLos humanos son seres de necesidades. En consecuencia, los venezolanos, como tales, no prescinden de estas. Para ellos, como para todos los hombres y mujeres del planeta, el bien supremo, que sustancia a todos los resultados de sus vidas, lo primerísimo e ineludible, es la felicidad. Y esta, en todas sus magnitudes, por mala praxis, necedad o por decisión deliberada  del gobierno, está a punto de desaparecer del todo.  Aristóteles, El Estagirita, en su conocida obra, Moral a Nicómaco, reseña que: “el bien supremo debe ser una cosa perfecta y definitiva. Por consiguiente, si existe una sola y única cosa que sea definitiva y perfecta, precisamente es el bien que buscamos”.  Por supuesto, esto es lo que busca el pueblo venezolano.

Pero, pareciera que este gobierno para mantenerse, de exprofeso, tortura al pueblo con la escasez de alimentos y crea la ausencia de equilibrio y bienestar que debería darse entre gobernantes y gobernados, entre lo público y lo privado. Para ello expropió y desarticuló a la empresa privada. Además, por imprevisión o intención programada, causó y causa la ineficiencia de los servicios públicos, para por último refugiarse en la excusa. De tal manera, en contraposición al bienestar, busca esclavizar al pueblo y le niega el bien supremo de la felicidad. Para ello parte por dejar insatisfechas las necesidades de la gente.  Pues, desde la activación de la segregación política, desatiende las necesidades fisiológicas de la población, desactiva la seguridad, interviene la afiliación, acusa del mal y no da reconocimiento al que piensa distinto y, como si fuera poco,  parasita la autorrealización. Pues, si  la jerarquía de necesidades de la Pirámide,  de Abraham Maslow  no está satisfecha, la población entra en conflicto.

De acuerdo a esto, hay que insistir en la búsqueda de la felicidad y salvar la República. Para Aristóteles: “[…], el bien, que debe buscarse sólo por sí mismo, es más definitivo que el que se busca en vista de otro bien; y el bien que no debe buscarse nunca en vista de otro bien, es más definitivo que estos bienes que se buscan a la vez por sí mismos y a causa de este bien superior; en una palabra, lo perfecto, lo definitivo, lo completo, es lo que es eternamente apetecible en sí, y que no lo es jamás en vista de un objeto distinto que él. He aquí precisamente el carácter que parece tener la felicidad; la buscamos siempre por ella y sólo por ella, y nunca con la mira de otra cosa.” Por consiguiente, cuando se niega la felicidad como bien superior, en lo individual y colectivo, se hostiliza  a todo un gentilicio, a la población en general. Si a esto se suma el desconocimiento contra la Constitución, cuando enajenan el equilibrio de los Poderes Públicos, se hace práctica la violación de los DDHH y el escamoteo de la voluntad popular, tal como lo concierta el presidente Nicolás Maduro y el Tribunal Supremo de Justica contra la Asamblea Nacional,  nos encontramos con la pérdida de la República. Así es como se empieza a perturbar lo más sensible, preciado y supremo del ser humano, la felicidad.





La felicidad deja de ser, si los gobiernos se convierten en gamberras, de hecho y cohecho. Esta monstruosidad, se hace más evidente, cuando frente a autoridades gubernamentales, militares y policiales, grupos armados y rentados, torturan y disparan contra la multitud manifestante. Y esto se evidencia en Venezuela desde hace 17 años, de ello son testigos el país y la comunidad internacional.  Esta realidad, parece un documental de las atrocidades realizadas en el mundo por el totalitarismo, el fascismo y el comunismo durante el siglo XX. Por esto, los venezolanos sienten que les quitaron la patria y la felicidad. El dolor de la ausencia de la patria  y de la República despierta a la población. La gente empieza a sentir que el centro del problema es el gobierno.  Este sentimiento crece sostenidamente y  se hace viral. La inminencia de un estallido social se palpa en toda la nación. Esta vez, ni las cadenas presidenciales ni la propaganda política ocultarán lo que la realidad relata.

Víctor Vielma Molina/Educador/[email protected]