José Toro Hardy: PDVSA

José Toro Hardy: PDVSA

thumbnailjosetorohardyPDVSA fue el orgullo de Venezuela. Entre 1976 y 1998 -en poco más de 20 años- había asombrado al mundo con su crecimiento. Era, según Petroleum Intelligence Weekly, la segunda mayor petrolera del planeta y sus indices de solidez, estabilidad, rentabilidad y solvencia -en base a cifras auditadas internacionalmente- superaban los de las grandes transnacionales petroleras. Comparada con Exxon, Shell, BP, Mobil, ARCO, Phillips, Texaco, Amoco y Chevron, nuestra PDVSA estaba a la cabeza, tenía el menor endeudamiento, los menores costos y gastos y los mejores índices de utilidad bruta y neta en relación a sus ingresos.

Éramos capaces de extraer el petróleo en nuestro subsuelo y colocarlo en el tanque de gasolina de los consumidores norteamericanos después de haber pasado todo el tiempo por instalaciones venezolanas (refinerías, pozos, oleoductos, supertanqueros, terminales, etc), distribuido a través de unas 14.000 estaciones de servicio en los EEUU que a modo de franquicias estaban abanderadas con la marca CITGO, filial de PDVSA. Controlábamos el 10% del mercado de gasolina más grande del mundo, o sea, el de los EEUU. Teníamos -además de Venezuela- refinerías en Alemania, Suecia, Inglaterra, en las Islas Vírgenes y en Curazao (20 en total).

De haberse cumplido las inversiones previstas en la Apertura Petrolera, Venezuela debería producir más de 5 millones de barriles diarios. Hoy nuestra producción no llega a los 2,4 millones. Se paralizó el proyecto Cristóbal Colón para gas no asociado costa afuera y se entregó la Orimulsión. Hoy no alcanzan el gas ni otros agentes para generar la electricidad que necesitamos.





PDVSA está irracionalmente endeudada. Sólo sus deudas financieras son de $ 45.716 millones, su deuda comercial $ 35.500 millones, deuda por nacionalizaciones $ 16.600 millones, aparte de pasivos laborales y otros. Sus pasivos alcanzan a $ 137.000 millones y superan largamente sus activos que sólo alcanzan a unos $ 89.000 millones.

No incluido en lo anterior está el más triste de todos los compromisos que tiene PDVSA que es con el BCV por auxilios financieros. PDVSA tiene un inmenso déficit en su flujo de caja y para poder seguir operando el BCV le ha prestado auxilios que junto al de otras empresas del estado alcanzan ya al equivalente de $ 138.958 millones; es decir un monto de más de 10,2 veces el total de las Reservas Internacionales del BCV.

El déficit en el flujo de caja de PDVSA es quizá el mayor responsable de que tengamos la inflación más alta del mundo. Para que siga operando, el BCV emite y le entrega inmensas cantidades de bolívares inorgánicos, que al incorporarse a la masa monetaria son la causa de la brutal inflación que padecemos.

En 1997 exportábamos a EEUU 1,5 millones de barriles diarios básicamente destinados a nuestra propia filial CITGO, refinados en nuestra propias refinerías (7 en ese país) que estaban diseñadas como un traje a la medida para las características de nuestros crudos y después vendidos en nuestra propia red de expendios. Hoy a EEUU sólo se exportan unos 750.000 b/d. En cambio se envían a China más de 500.000 b/d donde no hay ninguna refinería capaz de procesar nuestros crudos.

Desde Venezuela un tanquero demora 5 días en llegar a los EEUU y descargar en nuestras refinerías. Cobrábamos en dólares. Ese mismo tanquero demora más de 45 días en llegar a China y allí no cobramos nada porque todo se destina a pagar deudas con ese país.

Desmontamos buena parte de nuestra red de refinerías. Vendimos las 4 que teníamos en Alemania. En EEUU vendimos algunas y otras las entregamos. Allí nos desprendimos de los oleoductos. La refinería que teníamos en las Islas Vírgenes en asociación con Hess y atendía nuestros mercados en el Caribe está inoperativa, porque hoy en día le subsidiamos el petróleo al Caribe a través de Petrocaribe. En Venezuela, nuestras refinerías están severamente dañadas.

PDVSA, que en 1998 tenía 42.000 trabajadores, tiene hoy más de 120.000. Por cierto, en el 2003 le despidieron a la mitad de su nómina, que con un promedio de 15 años en la industria, acumulaban 300.000 años de experiencia y conocimiento que fueron lanzados al cesto de la basura. Para colmo, el 75% de los despedidos provenían de la nómina mayor donde se acumulaba casi todo el conocimiento. PDVSA fue descerebrada y hoy paga las consecuencias. La “meritocracia” fue reemplazada por la “dogmatocracia” y la “corruptocracia”.

Hoy tenemos a una PDVSA endeudada, politizada, dogmatizada, descerebrada, sin mantenimiento, sin una misión clara, ineficiente y plagada de casos de corrupción que está de rodillas frente a una caída de los precios del petróleo que en el pasado también había ocurrido pero que pudo capear sin mayores traumas.

Con angustia me pregunto si PDVSA es salvable.

[email protected]
@josetorohardy