Si algo prevalece después de los saqueos del 31 de julio, de 2015, es el miedo. Temor constante a que se repita el desorden y la violencia por comida. Y en Pollos La Granja, en la parroquia Vista al Sol, de San Félix en Ciudad Guayana, deben lidiar a diario este sentimiento que comparte escenario con las escasas ventas.
La actividad del fin de semana es tan escasa como los ingresos. Los compradores se reducen con el paso de los días ante el impacto de los precios de un pollo, que por los momentos se ubican en el orden de los 4 mil bolívares (uno completo). En Puerto Ordaz puede conseguirse en 5 mil o hasta 6 mil, según el tamaño.
La inseguridad, la inflación y el miedo han llevado sus propietarios a una conclusión: “No vale la pena invertir”, cuenta Michael Díaz, el hijo del dueño -y encargado- de Pollos La Granja.
“Estamos atentos a cada momento, pendientes por si suceden de nuevo (los saqueos) (…) lo que se ve ahora es vandalismo, y ahora cualquiera saquea por necesidad”, alerta.
No alcanza
Los precios del pollo se dispararon. En La Granja venden a 1.700 bolívares el kilo al mayor. Y el ajuste salarial de 30 por ciento, decretado por el presidente Nicolás Maduro a finales de abril, no logra sustentar lo que debe gastar el ciudadanos común en comida; mucho menos en Ciudad Guayana, que registró una inflación de 212% en los meses finales de 2015 según el Banco Central de Venezuela.
“Ya no queremos hablar de partidos políticos ni nada; la gente estafa a la gente con el precio del pollo en ciertos lugares”, asegura Carmen Martínez, que vive en El Gallo, en San Félix.
El desabastecimiento y los altos precios de los productos revendidos tienen sus consecuencias para Martínez, que declara: “Hay cosas que he dejado de comer, como el arroz”.