“Maduro quiere que nos coma el tigre”, por Gustavo Azócar Alcalá

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Hace muchos, muchos años, cuando yo vivía en el barrio Cayaurima en Barcelona, estado Anzoátegui, jugando caimaneras de pelotica de goma, y mientras Nicolás Maduro jugaba fútbol en el sector Carora de Cúcuta, en el departamento Norte de Santander de Colombia, hubo una canción que estuvo muy de moda y que hacía que hombres y mujeres movieran el esqueleto en todas las fiestas y sampableras que se armaban en cada rincón de Venezuela. Aquella canción muy pegajosa, infaltable en bautizos, cumpleaños, matrimonios y carnavales, comenzaba con un estribillo que decía Tu lo que quieres es que me coma el Tigre.





Por Gustavo Azócar Alcalá

La canción era una extraña mezcla de cumbia con raspacanilla que colocaban cada media hora en todas las emisoras de radio. Mis tías Maritza y Mirna, las más jóvenes de las hijas de abuela Julia, la bailaban cachete con cachete en cuanta fiesta se hacía en el barrio. La letra, palabras más, palabras menos, tenía estrofas que decían algo así: “Entonces me subo en la loma, me tiro en el río, donde no me vea. El tigre se sube en la loma, se tira en el río, la cosa está fea”.

La canción me viene a la memoria, porque, parodiando aquel coro, tal parece que esa es la situación en la que Nicolás Maduro y sus 40 ladrones, tienen actualmente a los venezolanos. No hay dudas: el ex chofer del Metro de Caracas quiere que nos coma el Tigre. El heredero de Hugo Chávez lleva poco más de seis meses tratando de bloquear y obstaculizar las pocas vías democráticas que existen para tratar de una encontrar una salida pacífica y constitucional a la grave crisis política, económica y social que afecta a Venezuela desde el 19 de abril de 2013 cuando Maduro fue juramentado como Presidente ante la Asamblea Nacional.

Maduro ha utilizado a los magistrados de la Sala Constitucional del TSJ, a las 4 rectoras del CNE y al alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez, para burlar la voluntad de 7.5 millones de venezolanos que votaron por diputados demócratas en las elecciones del 6D y para tratar de echar al cesto de la basura las firmas de casi 2 millones de personas que suscribieron una solicitud para activar un Referendo Revocatorio establecido en el artículo72 de nuestra carta fundamental.

La célebre frase de Hugo Chávez, “dentro de la constitución TODO, fuera de la Constitución, NADA” parece ser letra muerta para esta parranda de bandidos que hoy gobiernan a Venezuela. Si algo se ha vuelto común en esta pseudo revolución socialista es la sistemática y progresiva violación de la carta magna. Lo hacen con total descaro. Frente a las cámaras de televisión y sin que les tiemble el pulso.

Jorge Rodríguez, quien parece dedicar la mayor parte de su tiempo a fungir como Presidente de facto del CNE, antes que a ejercer el cargo de Alcalde del Municipio Libertador, es tan descarado, que anuncia en una rueda de prensa, delante de las cámaras de TV, que solicitará a las rectoras del organismo comicial que organicen la recolección del 20% del registro electoral establecido en el artículo72 de la CRBV, es decir, 4 millones de firmas, en un solo día y no en tres, como lo establece la normativa electoral, lo cual constituye un delito. Y lo hace con su cara muy lavada, y con su sonrisa de hiena desnutrida, como si se tratara de un chiste.

El juego de Rodríguez es macabro: el psiquiatra está empeñado en meter al país en un debate estéril sobre el origen de las casi 2 millones de firmas que fueron consignadas por la MUD ante el máximo organismo electoral del país para avalar la solicitud constitucional de un referendo revocatorio contra Maduro. Rodríguez se ha propuesto desaparecer a cómo de lugar un millón 850 mil firmas del total que fueron entregadas para poder encontrar la excusa que le permita a las 4 rectoras oficialistas decir que no se cumplieron los requisitos establecidos en la ley para proceder a la consulta que permita revocar a Nicolás.

Rodríguez cuestionó desde hace un mes la entrega de las firmas. Su estrategia es clara: está buscando, desde hace días, crear una matriz de opinión según la cual la MUD había entregado firmas chimbas. Una estrategia similar fue usada por Rodríguez entre 2003 y 2004, cuando se solicitó la activación de un referendo contra el difunto Hugo Chávez Frías. En aquella ocasión, Rodríguez acuñó la teoría de las “firmas planas”. El psiquiatra convenció a medio mundo de que los opositores habíamos falsificado firmas de otras personas (lo cual no era cierto) y nos obligó a ir a una jornada que se bautizó como “el reafirmazo” para que miles de venezolanos volviéramos a estampar nuestras rúbricas en nuevas planillas entregadas por el CNE. Aquella maniobra le permitió ganar tiempo al gobierno de Chávez, el cual puso en marcha las misiones sociales con las cuales recuperó algunos puntos en las encuestas y el apoyo popular que le ayudó a ganar la consulta.

El debate que promueve el alcalde Rodríguez es absurdo e inoficioso. La MUD no puede caer en una trampa que solo le interesa al gobierno. A los venezolanos demócratas lo único que realmente nos interesa es que el CNE le informe al país, a la mayor brevedad posible, si hay o no hay 195 mil 721 firmas válidas (1%) necesarias para activar el Revocatorio. Nosotros sabemos que si las hay. Maduro y Rodríguez también lo saben. Pero el gobierno quiere que el CNE diga que esas firmas no existen.

La calculadora maquiavélica de Rodríguez y las cuatro rectoras del CNE logró descartar, de un solo porrazo, 1.600.000 firmas del total que fueron consignadas inicialmente por la MUD ante el CNE. Como se recordará, la MUD anunció al país que se entregaron 1.957.000 firmas. La revisión inicial realizada por los técnicos del CNE descartó 605.000 firmas (entre ellas la de los dirigentes políticos más connotados de Venezuela) dejando solamente 1.352.000 para ser sometidas a validación. Y tras la validación (realizada en 5 días con tan sólo 300 captahuellas en 128 municipios del país) apenas nos han quedado, según Capriles, 409 mil firmas, a las cuales ya Jorge Rodríguez le acaba de raspar 13 mil firmas más, al admitir que solamente habían sido validadas 396 mil.

Ahora el CNE, controlado por Jorge Rodríguez, se tomará cuatro semanas, hasta el 26 de julio, para emitir un informe final y definitivo sobre las firmas que fueron validadas. No es descartable ni descabellado pensar que las cuatro rectoras del CNE, en conchupancia con el psiquiatra loco, procedan a “raspar” mediante procedimientos sobrevenidos, inventados a última hora, cientos de miles de firmas para salir diciendo que las firmas validadas fueron “insuficientes” y que por lo tanto no habrá Referendo Revocatorio.

Nicolás Maduro sabe que no tiene escapatoria. Por donde se mueva la tiene difícil. La trampa jaula que montó con José Luis Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martín Torrijos no funcionó. La mediación de estos tres expresidentes ha sido rechazada por la MUD y por dirigentes opositores que se dieron cuenta que esos ex jefes de estado sólo eran parte de una estrategia mucho más grande, montada con la complicidad de Ernesto Samper Pizano y la Unasur, para ganar tiempo y permitir que se termine el año 2016 sin que en Venezuela se mueva nada.

Maduro quiere que nos coma el Tigre. Todas las puertas que existen para salir de esta crisis de manera constitucional, pacífica y democrática, están siendo bloqueadas y obstaculizadas con el único objetivo de mantenerse en el poder. Maduro prefiere entregar el gobierno a los militares, creando las condiciones para que se produzca un autogolpe, antes que someterse a una consulta popular que permita sacarlo de Miraflores sin echar un tiro. Los demócratas debemos ser muy perseverantes y no abandonar el camino democrático que nos hemos propuesto para ponerle punto y final a este desastroso gobierno. Nicolás tiene el látigo en la mano y lo usa para tratar de obligar al tigre a que nos coma. Pero lo que no sabe, quizá porque nunca ha usado Youtube, es que muchas veces el tigre se come al amo antes que al público.

SC. 28 de junio de 2016

Gustavo Azócar Alcalá