Venezuela vive una etapa de retroceso en todos los aspectos de la vida nacional. Un retroceso que espanta y que se refleja en la economía, en la política, en lo social, en el sistema de justicia, pero sobre todo en las condiciones de vida de los ciudadanos.
En menos de un año, la pobreza ha alcanzado niveles alarmante, nunca antes vistos en la historia contemporánea de Venezuela, vivimos la mayor inflación del mundo y la única de tres cifras, el mayor desabastecimiento, las obras públicas están paralizadas, la inversión privada también. Tenemos el salario mensual más bajo del continente, que no alcanza para alimentar durante una semana a una familia promedio
De acuerdo al Observatorio Nacional de Conflictividad Social, las protestas por alimentos aumentaron, en los primeros 5 meses del año un 320% con respecto al 2015, y hasta mayo se habían registrado 254 saqueos. Los índices de violencia, escasez de alimentos y medicinas solo son comparables con los de un país en guerra
Todo esto demuestra la absoluta incapacidad del gobierno de Maduro y sus mandos militares. La corrupción, la falta de capacidad profesional de los altos jerarcas del régimen, la tozudez del régimen, el desinterés por las verdaderas necesidades ciudadanas, el irrespeto a las leyes, hacen insostenible la situación
Necesitamos, salir de este atolladero, empezar a transitar por senderos que nos permitan avanzar. El cambio no se puede posponer.
El gobierno intenta ganar tiempo, retrasa, entorpece, todas las iniciativas destinadas a superar la crisis que agobia a la población. Los ciudadanos no podemos esperar más. Es necesario que el gobierno permita en el menor tiempo posible, la transformación que reclama el país. Venezuela está paralizada y el atraso nos está pasando factura todos los días. Es nuestro deber ciudadano exigir de forma pacífica y constitucional, la definición inmediata de la vía que nos permitirá sustituir este régimen y sus vicios.