De día y de noche, la caza de Pokémons invade EEUU

Foto: Reuters
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Es cerca de medianoche, pero Roland James Rodas no titubea. Salta de su cama y sale de la casa con un solo objetivo: atrapar un Pokémon nocturno que merodea no muy lejos de ahí, reseñó AFP.

Edith Duro interrumpió su cena para cazar uno de estos pequeños monstruos y un jugador identificado como Nick B. pasó parte del martes buscando cómo llegar a uno de los lugares de abastecimiento, conocidos como “PokeStop”, oculto en una propiedad privada de Nob Hill, un elegante barrio de San Francisco.

La “PokeStop” estaba “en el patio de una propiedad privada y tuvimos que saltar un estacionamiento cercano para acercarnos lo suficiente”, contó el joven, que relataba sus aventuras mientras continuaba la caza en los alrededores del ayuntamiento de la ciudad.





Desde el lanzamiento de la aplicación Pokémon Go la semana pasada, escenas como estas se repiten en los lugares donde el juego está disponible, por ahora en Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y Alemania.

La versión del siglo XXI del juego que conquistó los recreos y parques infantiles del mundo entero hace 20 años ya no se juega con cartas, sino a través de los teléfonos móviles. Mediante la geolocalización y las cámaras de fotos incorporadas en los teléfonos, los monstruos con poderes mágicos se superponen en el mundo real a través de lo que se conoce como realidad aumentada.

Y así se desató la locura.

“Había escuchado sobre los juegos de realidad aumentada y nunca pude entender lo que significaba hasta que salió este juego”, dijo Roxanne Cook a la AFP el lunes mientras cazaba Pókemons en un parque de San Francisco durante su pausa laboral para almorzar.

“Creo que es fascinante, muy interesante y divertido”.

Todo el mundo juega

M. Rodas, de 23 años, pasó todo el fin de semana jugando, parando sólo para dormir (un poco), comer y sobre todo para recargar la batería de su celular para luego seguir jugando.

“Todo el mundo juega”, dice el joven y agrega que “hacía tiempo que no pasaba tanto tiempo con mis amigos. Nos encontramos con regularidad para caminar y jugar”.

Pokémon Go parece favorecer la socialización y la actividad física. De hecho, es así como puede reconocerse a los jugadores: pequeños grupos de personas que caminan en círculos o zigzagueando con los ojos fijos en sus teléfonos.

“Intercambiamos consejos o compartimos direcciones donde cargar de forma rápida nuestros teléfonos móviles”.

Nostalgia

Cook, que es madre, reconoce que ahora le lleva más tiempo llegar a trabajar en bicicleta porque frena “en cada PokeStop”.

“Incluso tomo los caminos más largos para llegar a donde voy para pasar por más ‘stops'”, agrega. Y eso es lo que más aprecia del juego, “la emoción que da la caza y capturar Pokémons raros”, y el hecho de que para jugarlo haya que deambular y hablar con otros.

A los 33 años, Steven Kong reconoce que se siente extraño al jugar en público. “Es cierto que parece un poco raro”, pero es parte de esta generación que jugó a los Pokémons en los areneros 20 años atrás.

Al igual que la mayoría de los consultados por la AFP, cree que también “hay un poco de nostalgia (…) y, como todo lo que es viral, todo el mundo quiere saber de qué se trata”.

Una probable razón para explicar el furor de este fenómeno.

Atención

Un éxito con su cuota de excesos, como que el Museo del Holocausto en Washington tuviera que pedir a los jugadores que se abstengan de cazar Pokémons en este lugar por respeto a las víctimas del nazismo.

Y también con sus peligros.

Bicicletas y automóviles frenan bruscamente para capturar un Pokémon, a riesgo de provocar accidentes.

En Nueva York, a 4.600 km de San Francisco, el electricista de 27 años Michael Mercilliott cuenta como “encontró” a otros jugadores.

“Ayer iba caminando y jugando y me choqué con alguien que también estaba jugando. Nos hizo reír. Hay que prestar atención a lo que hay a nuestro alrededor, sobre todo al cruzar la calle. Imagino que puede ser peligroso”.

Pero incluso dos policías de Washington intercambiaron trucos para atrapar mejor a los monstruos con un periodista de la AFP… mientras cruzaban la calle.