“Padrino y su locademia militar” Por @tovarr

“Padrino y su locademia militar” Por @tovarr

thumbnailgustavotovararroyoFrutos solares

Del verano venezolano me gustaba sumergirme en las olas, tenderme a la sombra de alguna palmera y siempre leer una novela histórica. Añoraba esta temporada del año porque llegaban los frutos solares, el mango, los duraznos o el jugoso melón verde, me fascina morder su dulzura húmeda, como quien muerde -con levedad calculada- el pecho erizado de una mujer que se vence al amor.

Sí, morder, morder suave, muy suave, ese fruto solar respingado y tenso.





En la desnudez y el calor agobiante de verano me escapaba a mi casa en Urama a escribir poesía erótica. No sólo a escribirla, sino a vivirla, sentirla, hacerla. Intentaba ser -como exigen las antiguas escrituras- más “semejanza” de Dios y menos su “imagen”. Crear “vida”, amando. Ser génesis y morder las jugosas manzanas prohibidas del conocimiento y la vida.

Padecido todo lo que hemos padecido, no tenemos duda en asegurar que Venezuela era un auténtico Paraíso hasta que llegó el chavismo. ¿Quién lo duda?

Recordemos.

 

Y nos salpicó su sangre

Lo repetiré hasta la repugnancia, sí, hasta que la gente se arquee de asco. Desde que Hugo Chávez dio el golpe de Estado de febrero de 1992 comenzó nuestro Vietnam sanguinario: cuerpos sin vida tendidos en las calles, venezolanos decapitados y mutilados, disparos en la cabeza, gemidos y llanto hondos. Mucha devastación y muerte.

Desde el primer día que el chavismo mostró su jeta en la ventana de nuestra historia, Venezuela se salpicó de sangre. Paradójicamente, fueron los militares los que lograron impedir el ascenso del golpista asesino y posteriormente hasta lo encarcelaron. Sin embargo, Rafael Caldera y los civiles lo perdonaron y le dieron libertad plena, incluso votaron por él, olvidaron que llevaba las manos manchadas de sangre.

A raíz de un acto de inmoralidad política sin igual comenzó el más frío y oscuro de nuestros inviernos.

Estalló nuestra cruel novela histórica. Y no la leemos, la sufrimos en carne propia.

 

No olvidemos

Ya que perdimos el sentido lúdico del verano, su poesía y su sensualidad, el calor de su conciencia, la dulzura de sus frutos solares, la capacidad de crear en la tierra arrasada y ensangrentada, pregunto: ¿quiénes fueron los principales responsables del ascenso de un asesino como Hugo Chávez? ¿Los militares o los civiles?

Hay que ser muy justos, fueron los civiles.

Porque lo que los militares impidieron con las armas, la inmoralidad civil lo facilitó con el sobreseimiento y los votos. El ruinoso momento exige conciencia. No olvidemos.

Venezuela se independizó y logró ser un Estado soberano gracias a la acción militar de nuestros próceres. Pero esa misma Venezuela vivió sus mejores años de bienestar, libertad y progreso cuando la gobernaron civiles.

La conclusión es que para ser la Venezuela que somos nos necesitamos todos.

Todos.

 

Originemos a Venezuela.

De las dictaduras, en especial de las del siglo XX, nos hemos liberado con la unión combinada de militares y civiles. Para salir de la chavista no será diferente.

Me inquieta que a estas alturas todavía existan quienes observen con menosprecio el rol del sector militar en el destino inmediato y mediato de Venezuela. Se antoja imposible nuestra liberación y tránsito hacia la recuperación de la democracia si no actuamos juntos.

Es hora de profundizar el diálogo cívico militar que tan buenos frutos solares trajo a la democracia. Todos somos víctimas del invierno chavista. Que la luz se haga, que el calor vuelva. Originemos una nueva Venezuela.

No sólo seamos Imagen del Creador, seamos su Semejanza.

Creemos.

 

Padrino y la locademia de militares contra Venezuela

Así como arrasó con todo en Venezuela, una vez en el poder, Chávez también arrasó con la institución militar. La corrompió, pervirtió y humilló con premeditación y saña. Uno tras otro, los militares fueron usados -él lo dijo- como sus condones.

De lo más corrompido, pervertido, humillado y usado del militarismo chavista salió el general Padrino y su locademia de militares enchufados (que son la minoría), a quienes Maduro le ha conferido todo el poder del Estado para que hagan lo que les da la gana. Con este acto agonizante saltaron al barranco de la idiotez total. Ahora tienen el poder absoluto para arruinarnos de manera absoluta. Ya no hay límites.

Las consecuencias son evidentes: niños mueren de hambre, el crimen nos salpica cada día más su sangre, los decapitados aparecen como trofeo en las plazas públicas, los narcosobrinos y la narcotía se consolidan como los próceres del chavismo. Insisto: no hay límites.

El cinismo es tan frío como espeluznante. Actuemos…, actuemos rápido. Exijamos todos, militares (los honestos que son mayoría) y civiles, Venezuela entera, la realización del Revocatorio. Esa es la última vía democrática y cívica de la razón venezolana.

Si no lo permiten, si nos niegan la vía democrática, la rebelión popular total, la toma de todos los poderes públicos, nacionales y regionales, es nuestro último derecho ante la tiranía.

Para recuperar el calor y el verano. Para morder el fruto solar de la libertad. Para que el final de la novela histórica sea erótico y para que el génesis de nuestra lucha sea una nueva Venezuela.

Pero recordemos: todo nacimiento trae dolor y parto.

Nazcamos.

Gustavo Tovar-Arroyo    

@tovarr