Iris, tiene un no sé qué… por Robert Alvarado

Iris, tiene un no sé qué… por Robert Alvarado

thumbnailrobertalvarado“…Mientras las horas pasan lentamente
yo estoy aquí en la cárcel cumpliendo una condena
y allí en la calle la gente está esperando
la fiesta patronales bailar en las verbenas
arrepentido de todos mis pecados…” Julio Ernesto “Fruko” Estrada

Eso de que Iris Varela declarara a “Barinas libre de mafias carcelarias”,https://www.youtube.com/watch?v=vSsQE5sxe30   nos lleva a pensar que mejor era decir “sin ti estoy mejor”, con esa expresión hubiese evitado referencias poco agradables para quienes a mucha honra somos barineses, en todo caso quien se habría liberado de tan pesado fardo fue la cartera ministerial a su cargo, algo del todo difícil de afirmar; con un poquito de prudencia, solo un poquito, ¿para qué pedirle más?, hoy tendría un logro para regocijo del chavismo, haberle evitado otra macula a la tierra que vio nacer al Comandante Eterno, que en el supuesto de haber sido asiento de las mafias que la Ministra da por descontado existían en nuestra patria chica, ¿cuántas otras, de mayor calibre, andarán por aquí campantes?, de seguro será así, pero temo que la integrarían intocables, no expuestos a situaciones o medidas estatales violatorias de los derechos de las personas detenidas o encarceladas, que se habrían suscitado o aplicado con el cierre del Internado Judicial de Barinas, mejor conocido como El Injuba.

“Iris, tiene un no sé qué…”, expreso un comensal cuando, desayunando en el Mercado Municipal Las Carolinas de la capital del estado Barinas, comentábamos las declaraciones de la alta funcionaria; coincidimos en evitar que extendiera su comentario en respeto a tan distinguida fémina, cuando lo que se trataba era de discernir si había cumplido con la obligación de garantizar un trato humano y digno a las personas detenidas o encarceladas en el Injuba, el centro penitenciario intervenido, donde según ella, existían mafias carcelarias, dicho así, en plural, la cosa se pone seria para la Ministra, porque más que la erradicación el meollo del asunto radicaría en la permanencia de las mismas durante todo este tiempo que ella ha dirigido el organismo llamado a hacer de ese penal un verdadero centro de asistencia y rehabilitación para el recluso. En ese contexto, colocarle una “carita feliz” o una “A” por su labor, no sería, no digamos justo, más bien no se correspondería con su obra libertadora, que vendría a ser algo así como las disculpas que alguien pide después de una soberana metida de pata.





 

De cara a ello, o sea, para aclarar si cumplió con la obligación de garantizar un trato humano y digno a las personas detenidas o encarceladas en el Injuba, in situ, realizamos un sondeo de opinión entre los familiares de los reclusos concentrados a las afueras del Injuba el día que intervinieron ese penal, jueves 18/08/2016, luego que autoridades penitenciarias salieron del recinto a informar lo que acontecía, tras 15 días de visitas suspendidas y sin permitir ingreso a los abogados de confianza. Los resultados revelaron que aparentemente los derechos a la vida e integridad personal no fueron garantizados, corroborando además el incumplimiento del deber de facilitar el contacto de los reclusos con sus familiares o abogados, indicios del posible irrespeto de la dignidad inherente del ser humano, aunque lo correcto sería decir que se produjeron violaciones a las garantías ciudadanas de los reclusos, y que en algunos casos implicaron, abiertamente, una amenaza para la vida de reclusos.

 

Un análisis lingüístico e interpretativo de las palabras de la ciudadana Ministra confirma un dicho atribuido a los Padres Jesuitas: “el Pecado no es mentir, lo es no saber mentir”, en lo último, los seguidores de San Ignacio de Loyola coinciden con vecinos de la funcionaria en las adyacencias de la Comandancia de la Policía en San Cristóbal, Estado Táchira, “…desde pequeña, ella no saber mentir”, resultando especialmente significativo que con tantos años en el gobierno no haya aprendido a hacerlo, como demanda el desempeño de su alto cargo, porque si al caso vamos tanto la mentira como la verdad son relativas, un postulado antiquísimo que invita al manejo ponderado de la palabra como instrumento portador de realidades versátiles, que hoy son pero que mañana tal vez, por eso no entendemos su afán de traer a la memoria colectiva situaciones que desnudan realidades innegables, lo que resulta más preocupante es que “su estado anímico o emoción colérica ha podido ser transferida a sus receptores; destinatarios que, cargados de la ira que produce el sufrir injusticias por un gobierno responsable de todos los males que sufre el pueblo venezolano, siente la necesidad de decodificar en la realidad esta emoción de distintas maneras“.

 

Realmente no sería problemático negar realidades, con altura y elegancia, siempre y cuando contribuyan a hacer frente a coyunturas conflictivas y las denominadas emergencias carcelarias, esa es una constante de aquí hasta la Conchinchina, pero convertir esa negación en una política de estado, en un lineamiento estratégico, en una mala costumbre para ocultar las deficiencias estructurales del sistema carcelario, es una puerilidad, por no decir un fraude y una traición a todos los venezolanos, porque no hace más que seguir alimentando el monstruo de la violencia e inseguridad. Este rasgo de actuación no es exclusivo de Iris Varela, se extiende a todo el gabinete ejecutivo, al mismísimo Nicolás Maduro, y por estos días se ha exacerbado, al punto que la relatividad perdió su esencia en el discurso oficial, trastocada en un dogma cuyas costuras no soportan la insolencia de los apóstoles rojos rojitos.

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