José Ignacio Guédez: ¿Vamos a ponerle fecha de vencimiento a nuestra lucha?

thumbnailJoseIgnacioGuedezNuevamente acecha la política apocalíptica, esa misma que en 2005 trajo como consecuencia el retiro de las candidaturas de diputados a la Asamblea Nacional. En aquel entonces no se acabó el mundo y en los años siguientes sufrimos las consecuencias de haber renunciado al espacio parlamentario. Ahora algunos comienzan a pregonar otra vez que no hay mañana, borrando de sus calendarios el año 2017 que llegará, pase lo que pase, en menos de cien días.

Convocar un revocatorio este año que traiga como consecuencia una nueva elección presidencial inmediata, es el objetivo de toda la MUD. Fue el camino estratégico escogido por encima de otros como el propuesto por nosotros, la enmienda. En unidad y con determinación hemos hecho de todo: La superación de la etapa del 1%, la convocatoria de decenas de marchas y manifestaciones a nivel nacional (incluyendo la histórica jornada del primero de septiembre), la realización de actos de masas, la consecución del pronunciamiento de la OEA y varios países a favor del cambio democrático, entre tantos otros episodios de lucha. Por su lado el régimen ha intentado todo para evitarlo amenazando con ilegalizar el partido MUD o suspender judicialmente el proceso, limitándose a retrasar los lapsos con el fin de posponerlo al año que viene con la esperanza de que renunciemos a él. Ahora aprueban la recolección del 20% de voluntades en condiciones absurdas, como el invento inconstitucional de la circunscripción regional, con el propósito de que sea la propia MUD la que abandone el juego migrando la lucha a un tablero no electoral mucho más conveniente para el régimen.

Nosotros hemos advertido suficientemente los problemas de llegar a los dos últimos años del periodo constitucional (10 de enero de 2017) en los que ninguna ausencia absoluta genera elecciones y deja el poder en manos de cualquier vicepresidente, razón por la cual hemos propuesto (e insistimos) una enmienda que corrija ese error constituyente. Pero debemos entender que no se trata de un problema del revocatorio sino de la constitución. A ninguna dictadura le conviene perder una consulta popular, mucho menos si se trata de un referéndum de naturaleza revocatoria. El peso político y el poder deslegitimador de revocar a un presidente por vía electoral es el mismo este año o el que viene, el problema no está en el mecanismo electoral sino en el régimen de ausencias absolutas que impide elecciones presidenciales en los dos últimos años del período. Eso es un problema autónomo que trasciende al revocatorio y que aplica a todas las ausencias absolutas. Si en virtud de este problema constitucional vetamos el revocatorio en 2017, entonces tampoco se podrá pedir el año que viene la renuncia vía presión popular de calle, porque en ese caso también asumiría el vicepresidente. Sea renuncia, muerte, destitución o revocatorio, la consecuencia es la misma porque la constitución prohíbe elecciones presidenciales a partir del 10 de enero de 2017, y eso solo se puede resolver por vía de enmienda. Entonces, ¿Vamos a ponerle una fecha de vencimiento a la lucha política? ¿Si no logramos el cambio de gobierno en los próximos cien días todo está perdido? ¿Se acaba el mundo en 2016? La experiencia nos dice que en política siempre hay un mañana, un día después. ¿Vamos a renunciar al objetivo de revocar a Maduro y ganar veinte gobernaciones para dejarlo todo en manos de los militares? ¿No será eso lo que busca el Gobierno con el retraso del revocatorio? ¿Vamos a renunciar al voto? Las luchas históricas no tienen plazos.





Actualmente hay plena conciencia de que estamos bajo un régimen tiránico que anuló el parlamento, derogó la constitución y ahora pretende suprimir el derecho al sufragio. Siendo así no podemos desperdiciar ninguna oportunidad de participación popular que se nos presente y que lejos de ser una concesión, es producto de nuestra lucha y resistencia. En dictadura un referéndum popular cuesta sangre como para que lo despreciemos por no darse en las condiciones esperadas como si estuviéramos en democracia. El plebiscito chileno contra Pinochet y el propio contra Perez Jimenez, dejan lecciones históricas importantes. Terminan siendo directa o indirectamente el detonante deslegitimador que le abre la puerta a la democracia.

Quienes creen en el diálogo tendrán que admitir que este será más fructífero a partir de una revocatoria electoral del mandato de Maduro que los dejaría divididos y vulnerables. Igualmente quienes creen en la desobediencia civil tendrán que admitir que ese mecanismo de protesta es mucho más efectivo contra un gobierno ilegitimo y después de una derrota electoral contundente. El revocatorio no tiene pérdida y sólo perjudica al Gobierno y al PSUV. En lo personal no creo en las actuales circunstancias ni en el diálogo y ni en la desobediencia, pero le tengo plena fe al voto popular, cuando sea. Sigamos en el camino electoral que es el único al que de verdad le teme este régimen que quiere que se nos olvide el resultado del 6 de diciembre pasado que marcó su destino. Vayamos a la jornada del 20% bajo protesta y en rebeldía, entendiendo que esos tres días son un Paro Cívico, una Toma de Venezuela, una petición de renuncia, un acto de desobediencia, una revuelta popular y una épica democrática. Pero que le quede muy claro al régimen, al mundo y al pueblo, que el revocatorio y el voto ni se abandona ni se negocia.

JOSÉ IGNACIO GUEDEZ

Secretario General de La Causa R

Twitter: @chatoguedez