Cambiando los números a la baraja, por José Luis Zambrano Padauy

Cambiando los números a la baraja, por José Luis Zambrano Padauy

ThumbnailJoseLuisZambranoPadauyNo sé quién habría esperado un resultado distinto. Aunque se nos impregnara de polvo los pies por tanto andar en marchas atiborradas de reclamos, retumbaran estrepitosas cacerolas a horas inapropiadas o batiéramos el pensamiento más osado, ellos permanecerían imperturbables, con su tumultuoso propósito de no perder ni un diámetro de sus andaduras en el poder, ni su hegemonía a querer tenerlo todo, pese a yacer hoy una nación suspendida en la nada.

El revocatorio se muestra como una quimera, una ilusión de los prestidigitadores, ante un régimen sin vergüenza ni nobleza. Será un emprendimiento titánico sobrepasar los escollos superpuestos para que no cuadren los tiempos. El cultivo del desánimo pareciera ser el mejor esfuerzo del Gobierno, ante tanta sobrada ineficiencia lastimosamente planificada.

Estamos en el meollo de las ignominias e infamias de un régimen sin las bases emotivas provenientes de un pueblo agotado de los sinsentidos. Endosan fechas para un proceso de recolección de firmas lo más cercano a los contornos de 2017. Pese a exigirse 40 mil máquinas en el plebiscito, sólo aprobaron una cifra inferior a las seis mil y, para muestra de su despotismo descarnado, el 20% de los votos requeridos lo promulgaron para cada estado y no de una proporción nacional general.





Ellos se ríen a mandíbula batiente del desespero de los ciudadanos por vivir mejor. Se revuelcan a sus anchas en las riquezas, mientras la gente entiende el concepto de la desnutrición en carne propia.

Las dictaduras no caen con palabras bonitas, ni discursos floridos sobre la equidad y el buen orden constitucional. No existe la frase más notable, el hecho más aciago o la situación más extrema que pudiese infringir una modificación en sus ideologías para forjar el país del caos. No han variado ni un ápice. Continúan con sus oratorias panfletarias, sus bocanadas de mentiras y esas concentraciones armadas en un rompecabezas de tomas manipuladas por los camarógrafos; unos disgregados partidarios obligados a asistir a un evento rojo, donde sobran los insultos desgañitados y la soberbia sin vacilaciones.

Siguen ahí, inmutables, con sus frases petulantes y excediendo los límites del descaro y el abuso. Nadie quiere un desenlace como el de Chile de inicios de los años 70s, con la caída atronadora de Salvador Allende, unos partidarios del comunista ejecutados sin reparos y el asentamiento de una dictadura vehemente y funesta, para reprender los desmanes de ese sistema para incautos.

No queremos un destripadero de metrallas, ni el castañetear de dientes por los terrores o el marchitar de las calles, manchadas con la sangre de un pueblo desquiciado por la hambruna. He visto a personas en las noches, escarbando en la basura en la búsqueda de unas sobras para llevarse a la boca y librarse de las contusiones del estómago.

Antes que el pueblo los sobrepase en ímpetus y quiera hacer justicia por sus propias manos, este Gobierno debe buscar un atisbo de lógica en todo este asunto. Basta de cambiarle los números a la baraja e inventarse reglas de juego, en los justos reclamos. La hora les llegó porque las calamidades tienen sus límites y Dios dispone en su justo momento, para hacer justicia en las atrocidades de los desalmados.

MgS. José Luis Zambrano Padauy

Director de la Biblioteca Virtual de Maracaibo “Randa Richani”

[email protected]

@Joseluis5571