Luis Eduardo Martínez Hidalgo: Y no flaquear

Luis Eduardo Martínez Hidalgo: Y no flaquear

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Cuando me gradué en la Universidad de Oriente, me correspondió hablar en representación de los egresados. Concluí mi discurso con las estrofas finales del Ulises de Tennyson, hermoso poema escrito en el siglo XVIII por uno de los más ilustres autores de la literatura inglesa. Años más tarde, en el acto en el cual recibí mi diploma de posgrado en University of Miami, cerré de nuevo mis palabras –había sido seleccionado por mis compañeros para intervenir en nombre de todos- con el mismo verso, esta vez en el idioma original.

Por Luis Eduardo Martínez





Aún puedo citarlo de memoria: “Lo que somos, eso somos, debilitados por el tiempo y la fortuna, pero recios de voluntad para esforzarnos, buscar, hallar y no flaquear”.

Y no flaquear.

A pesar de la represión cada día mayor, de los presos políticos, los exiliados, los perseguidos, de los muchos obstáculos que el oficialismo interpone para impedir que cambie el estado de cosas que afecta por igual, no es posible flaquear.

Por los millones que pasan hambre, especialmente los niños, por las miles de víctimas de la inseguridad desbordada, por los jóvenes que se han marchado del país en búsqueda de un mejor futuro, por las familias que se empobrecen más cada día, no podemos flaquear.

En la seguridad que Venezuela puede y debe ser distinta, un país de oportunidades para todos, sin excluidos ni perseguidores, sin colas que humillen ni CLAP para el chantaje, con un sistema de salud que funcione y educación del primer mundo, no vamos a flaquear.

No flaquearemos frente a la manifiesta decisión del régimen de impedir que el pueblo se exprese en las urnas electorales acerca del modelo de nación que desea, cerrando las puertas a una solución pacífica, democrática y constitucional a la gravísima crisis que confrontamos.

No cabe flaquear ante el abuso, las amenazas, el insulto de la dirigencia gubernamental que falta de razones y ante el estruendoso fracaso de su gestión sólo le queda la fuerza bruta.

No es permitido flaquear cuando sabemos que Venezuela puede y debe ser un país con calidad de vida, buenos salarios, servicios públicos que funcionen, con bajos índices de inseguridad, lo que será así con un gobierno que en armonía con la sociedad se empeñe por el bien común.

Hay algunos que ya se desaniman, que pierden la esperanza; a ellos les exhortamos a no flaquear, que nadie dijo que este proceso sería fácil.

Hemos recorrido un largo camino y es pronta la salida de un régimen que generó ilusiones pero cuyo fracaso está a la vista; ¿por qué entonces flaquear ahora?

Hay mil razones para no flaquear pero para quienes se sientan tentados les invito a reflexionar acerca de si este de hoy es el país donde quieren vivir, con los suyos, por siempre. Si no es así, si desean, sueñan con una nueva nación, es necesario continuar insistiendo.

Si los padres de la patria, con Bolívar a la cabeza, hubiesen flaqueado, no existiría Venezuela. Si Betancourt y un puñado de jóvenes se hubiesen rendido jamás tres generaciones de venezolanos conocerían de las bondades de la democracia por la que ahora luchamos.

Luis Eduardo Martínez