Estados Unidos: farándula y política, por Gustavo Romero Umlauff

Estados Unidos: farándula y política, por Gustavo Romero Umlauff

thumbnailGustavoRomeroUmlauffSe encuentra en la recta finaldel casi circense proceso electoral en los Estados Unidos donde la inmensaexpo­sición mediática del candidato por el Partido Republicano a la Presidencia, el multimillonario Donald Trump, en verdad ha sido no sólo vergonzosa sino degradante.

Este soezmultimillonario ha introducidoaquella infame táctica del agravio, delvilipendioy de laprocacidad como parte del debate de la política electoralfrente, incluso, ante la televisión pues él sabe de sobra que ella se constituye en el vehículo excepcional para influir en los comicios.

Claro está que en estos tiempos los políticos han adquirido una cualidad distinta de obrar en las campañas apoyándose en la individualización y de una destacada exposición mediática. Por supuesto que aludo al político como persona y no al grupo partidario al que encarna. Se destaca a la persona por encima de su partido en un extremo de exhibicionismo, a lo que en algún momento califiquécomo la“farandulización de la política” (“El Comercio”, ed. 27/2/2010).





Si bien, el rostro y el slogan parecieran ser las claves del éxito para una elección, en este caso pareciera que fuera, más bien, la repulsióny la aversión de las propuestasde un candidato como táctica para orientar el debate más que la de un líder explicando serenamente sus propuestas. Las noticias de los medios sobre el debate se han circunscrito así a los escándalos e inmoralidades del candidato, como si ellos fuesen los elementos sustanciales para gobernar una nación.

El elector ha quedado reducido a ser un penoso espectador de un “reality show” de Trump que anhela a erigirse en la persona que presida el país, quizás, más poderoso del Mundo. El riesgo es enorme y, en general, los propios medios han sido en gran parte losresponsablesde ensalzar y recrear las necias ocurrencias de este procaz candidato que ha enfatizado la  trivialidad y la superficialidad frente a la seriedad y sensatez de las propuestas.

Esto implica que los medios de prensa han abdicado de su deber de informar sobre la propuesta política paraenaltecer labufonada. No creo que haya mejor oportunidad para recordar que la tarea que despliegan los medios debe ser la del servicio de difusión de la opinión y de la información. Y la opinión e información no son sólo productos gobernadas por las leyes del comercio, sino son bienes cuya administración se decreta por las conveniencias y necesidades de los intereses sociales.

El deber de los medios es traducir la realidad política y ampliar el debate. Es una materia de ética y de reconocer que están al servicio del público y que la pertenencia de la información es universal. Que la información nos pertenece a todos.

 

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@GRomeroUmlauff