Henry Jiménez Guanipa: Paraguaná y Aruba, tan cerca y tan lejos

Henry Jiménez Guanipa: Paraguaná y Aruba, tan cerca y tan lejos

ArubaFalcon

 

Solo 25 kilómetros separan la isla de Aruba de la media Isla Paraguaná. Esta cercanía les ha facilitado históricamente el intercambio comercial y en un período de la colonización sus moradores, al menos hasta 1678, compartieron la misma lengua “el castellano”, incluso Aruba recibía la eucaristía de un sacerdote que viajaba desde Coro.





No por pequeña Aruba se diferencia de Paraguaná, que con sus 3.405 km² es casi 18 veces el tamaño de Aruba (193 km²). Además la triplica en población, con cerca de 350 mil habitantes vs 104 mil. Sin embargo esas diferencias de tamaño y población no convierten a Paraguaná en más fuerte que Aruba. De hecho su consumo eléctrico es tres veces menor que el de Aruba, o lo que es lo mismo, mientras Paraguaná demanda 350 MW, Aruba demanda 900 MW, y desde el punto de vista per cápita la pequeña isla consume más de 8 mil KWh por año, superando incluso a Alemania, España y Francia, frente a menos de 3 mil Kwh promedio por año de Venezuela, antes del colapso del sistema eléctrico. Por lo tanto y siendo que el consumo real per cápita de Venezuela no supera los 2 mil Kwh por año, la diferencia crece a 4 veces. Esta cifra en Paraguaná es sin duda mayor, como lo es el constante racionamiento del servicio eléctrico.

En el papel Paraguaná es mucho más industrializada que Aruba. De hecho la instalación de las refinerías Creole y Shell en 1949, producto de la negociación para la aprobación de la Ley de Hidrocarburos de 1943, desplazó a la pequeña isla como el lugar donde se refinaba el petróleo venezolano, actividad que se mantiene en una pequeña refinería. Sin embargo, el complejo refinador paraguanero (CRP), alguna vez considerado el más grande del mundo, se encuentra reducido a un conjunto de plantas que funcionan a menos del 50% de su capacidad. El abandono y la irresponsabilidad gerencial ya no lo hacen merecedor del mayor estandarte de los paraguaneros. Hoy día el CRP es una amenaza y mantiene en vilo a toda Carirubana, ante la posibilidad de que pueda repetirse una nueva tragedia como la de 2012.

Por otro lado Aruba, que no tiene fuentes de agua dulce natural, ni aguas subterráneas, ríos, lagos o embalses, dispone no obstante de suficiente agua potable proveniente de la desalinización del agua del mar Caribe, que con mucho éxito realiza desde hace más de 70 años su empresa insigne WATER- EN ENERGIEBEDRIJF ARUBA N.V. (W.E.B. Aruba N. V.). Esa empresa atiende a más de 39 mil clientes, 7.000 hoteles y 4.000 residencias de tiempo compartido y en total a más de 1 millón de turistas que la visitan al año. Cada uno consume en promedio 1 tonelada métrica de agua por día. Además, un promedio de 170.000 toneladas de agua potable por año para la industria de cruceros de Aruba. Durante la última década, W.E.B. Aruba N. V. ha invertido aproximadamente 250 millones de dólares para actualizar, modernizar y ampliar su producción de agua y la generación de electricidad. Por ello en Aruba los fenómenos del niño o la niña, ni las sequías o la aridez del clima afectan la actividad económica y mucho menos la calidad de vida de sus habitantes (Véase: Arugas).

A diferencia, Paraguaná siempre ha dependido del suministro de agua proveniente de 10 embalses falconianos construidos entre 1962 y 1995 y del más reciente y rimbombante Gran Acueducto Bolivariano, cuya construcción data desde el año 2000 y ha recibido más de 300 millones de dólares. No obstante y a pesar de ello, la falta de agua ha colapsado su economía y destruido la calidad de vida de sus habitantes. Paraguaná sufre de sed y humillación. Su gente tiene que ir a la caza del agua en camiones o pimpinas para abastecerse y cubrir parcialmente sus necesidades básicas. La privación del servicio de agua potable ha pasado de 20 días en algunos sectores, con lo cual se han violado los más elementales derechos humanos de esas poblaciones.

Esta realidad choca con las inversiones que el gobierno nacional y regional han realizado para convertir a Falcón y en particular a Paraguaná en un “coloso”, en cuanto a producción y suministro de agua y energía se refiere. Lo cierto es que los millones de dólares ya no están y los problemas de falta de agua y electricidad se agravan cada día. Los mejores ejemplos son: la Planta Termoeléctrica Josefa Camello con una capacidad instalada de 450 MW, con fallas y paradas permanentes; el parque eólico que sirve para que los turistas se tomen fotos; el ya mencionado y fracasado “Gran Acueducto Bolivariano” y la Planta Desalinizadora de agua del mar Caribe, que no termina de ofrecer el agua potable que tanto se ha prometido.

Por su lado Aruba, sin petróleo, ni gas natural, pero con mucha agua del mar, viento, sol brillante y políticos y buenos gerentes, crece sin parar. Su matriz energética actual ya supera el 15% de fuentes renovables (viento, sol y biomasa) y ha anunciado que para 2020 utilizará únicamente energía 100% proveniente de fuentes renovables.

Mientras tanto Paraguaná que lo tiene todo, menos buenos políticos y gerentes visionarios, sigue sumida en la oscuridad y con sed…mucha sed.