Los dictadores jamás accederán entrar a la crisálida que los convertiría en demócratas. Al solo pedirles democracia y acatamiento de preceptos constitucionales, se sienten afrentados. Ellos solo tiranizan. Son la ley. Si reclamas, te conviertes en un ser indigno de derechos y deberes constitucionales. Pero, cuando se debilitan, el miedo cerval los lleva a huir sin alternativa. En Venezuela no presenciamos una obra de teatro ni una opereta ni una película. ¡No! Vivimos bajo el atropello de una dictadura. El país es una gigantesca cárcel regida por un dictador y sus rojos cancerberos que torturan con represión, alta inflación, escasez de alimentos y medicinas.
¿Acaso somos rehenes? ¿Por qué no reaccionamos contra la represión, la tortura de la inflación, la escasez y la falta de libertades políticas? ¿Qué nos sucede? Muchos parecemos estar bajo el Síndrome de Estocolmo. Solo nos remitimos a escuchar, y casi o por completo, llegamos a aceptar los atropellos, las razones y las excusas de los captores. Es hora de erguirnos en denodada lucha. Es hora de salir del estado de shock. De esta neutralizadora hipnosis. Los captores y cancerberos, dicen que tienen el privilegio que les da la ideología y la revolución de administrar nuestras vidas y libertades. Pero la Constitución, en sus preceptos, tiene respuestas que se imponen contra el desconocimiento, la desobediencia, y la arbitrariedad del Poder Ejecutivo actual y del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).
El país ya no oculta el rechazo que siente por el actual gobierno. La población se siente herida y burlada ante la arbitrariedad y usurpación manifiesta del presidente Nicolás Maduro. Quien, en connivencia con el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), instruye contra al poder originario de la Asamblea Nacional, que la oposición ganó en buena lid, el 6D de 2015, con la ventaja masiva del voto popular. Ahora, Maduro, en huida, anula el deseo que tiene el pueblo de solucionar la crisis política a través del Referendo Revocatorio 2016, y difiere, las Elecciones de Gobernadores que habrían de realizarse este año. Sin duda, estos acontecimientos fortalecen más al Poder Legislativo. Y todo, porque en la opinión pública, desde enero, tiene una sostenida aceptación que sobrepasa el 80 por ciento. Fortaleza que pudiera resolver, favorablemente, la crisis política del país a partir de este domingo 27 de octubre. Así se dará, si el parlamento se mueve inteligentemente.
Esto se hace interesante: El presidente de la República aprueba el presupuesto de la nación sin consultar a la AN. Y ahora, viaja al exterior sin la debida aprobación del Poder Legislativo. En consecuencia, el futuro del país, depende de la movilización de la población, de la entereza y jugadas que imponga, en lo adelante, la Asamblea Nacional, al estilo de la “Máquina del Ajedrez”, José Raúl Capablanca y Graupera, que coloque en jaque mate al rey, como lo exigen las normas. ¡Urge cambio de política y presidente! Pues, el engendro del caudillismo, con los fallos ilegítimos del TSJ y el parcializado asentimiento del CNE, no someterán más, con sus desdenes ni burlas, a la población. Por ello, para decirlo a la manera del brillante ensayista venezolano Víctor Bravo: “El reto de América Latina ante el nuevo milenio es conjurar la pesadilla del caudillo y cimentar la condición ciudadana”. Por consiguiente, es un derecho y un deber restearnos por la defensa del país, la República y las libertades democráticas.