Luis Eduardo Martínez: Fermín Toro

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Invitado por Henry Ramos Allup, asistí el pasado domingo a sesión especial de la Asamblea Nacional.

Por Luis Eduardo Martínez Hidalgo / @luisemartinezh





El punto único a tratar “Restitución de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el orden constitucional y la democracia”.

Ingresé al Palacio Federal, acompañado de nuestros diputados de Monagas y Delta Amacuro, luego de atravesar a un puñado de militantes oficialistas que ya avizoraban lo que poco tiempo después pasaría.

Constado el quórum, la sesión comenzó casi puntal y tras la introducción del Presidente, Julio Borges realizó una extraordinaria intervención en la cual denunció el golpe de estado continuado que el gobierno adelanta contra el pueblo venezolano que pierde lo que en cualquier sociedad moderna es sagrado: democracia y libertad.

Una tras otro, los parlamentarios opositores que tomaron la tribuna de oradores, desnudaron al gobierno y expusieron de manera clara la magnitud de la crisis que vive la nación por culpa de una burocracia corrupta e inepta empeñada en mantenerse en el poder solo para su propio beneficio.

Me gustaron mucho los discursos pero confieso que el más el de Tomas Guanipa que habló para las madres que se humillan en las colas, para los huérfanos de la inseguridad, para los enfermos que sufren las carencias del sistema de salud, para los trabajadores que no les alcanza el sueldo y garantizar a sus familias una existencia decente, para los jóvenes que carecen de oportunidades.

Mientras transcurría la sesión, entre los asistentes circulaban imágenes de la turba que crecía tras la rejas de la sede legislativa hasta que rebasadas ingresaron a jardines y pasillos. En el hemiciclo, conscientes que se estaba escribiendo historia la serenidad era la marca.

Hablaba el Vicepresidente Enrique Márquez, cuando violentamente irrumpieron colectivos, armados muchos, agresivos todos.

Diputados, invitados, trabajadores de la Asamblea Nacional, nos enfrentamos al malandraje que sorprendidos, porque seguramente no están acostumbrados a que se les “entrompe”, se pararon en seco y tras más de media hora de golpes, empujones, gritos, se vieron obligados a retirarse.

Cuando recordando mis tiempos de líder estudiantil me puse entre los primeros que detuvimos a los que pretendían asaltar a la Asamblea, me sentí orgulloso de ver a mi lado –con igual coraje y decisión- a mis amigos Juan Pablo García, Piero Maroum, Carlos Bastardo, José Antonio Mendoza, José Aparicio, animados por Larissa González y María Gabriela Hernández que arropadas por la bandera nacional proclamaban fuerte “de aquí nadie se mueve”.

En 1847, el entonces Congreso Nacional fue asaltado por partidarios del gobierno que tras la huida de casi todos los diputados terminó disuelto. Entre los pocos que no escaparon, destacó Fermín Toro quien espetó –a los que le exhortaron a entenderse con el presidente en funciones-: “Decidle al déspota que mi cadáver lo llevarán pero que Fermín Toro no se prostituye”.

Este 23 de Octubre, todos fuimos Fermín Toro; que sigamos siéndolo es obligación con los millones de venezolanos que en nosotros creen.

Luis Eduardo Martínez Hidalgo
@luisemartinezh