Humberto González Briceño: ¿Serán indiferentes los militares chavistas?

Humberto González Briceño: ¿Serán indiferentes los militares chavistas?

thumbnailHumbertoGonzalezBriceñoSiempre he creído que los militares no deben participar en política. Su función en defensa de la soberanía, la territorialidad y el resguardo del orden público, los pone automáticamente al servicio de toda la sociedad, no de una parcialidad política. Esa era la doctrina democrática consagrada en la Constitución hasta 1999. Los militares en los cuarteles y los políticos en la política.

Eso cambió con la insurgencia de Hugo Chávez y su llegada al poder. Él mismo se encargó de abrir esa caja de pandora y alentar la participación de los militares en la política. Al ser Chávez un militar asimilado a la política, resultó inevitable establecer la misma asociación para el resto de los militares. Claro que habría sido distinto si se hubiese alentado una participación genuinamente democrática, y no para convertir a la fuerza armada en un apéndice del partido de gobierno.

Chávez pensó que la influencia de su personalismo sería permanente y decidió violentar los límites de la neutralidad de las Fuerzas Armadas para llevarlas a un indignante estado de adoración y postración nunca antes visto en la historia venezolana. Desde entonces, el profesionalismo y la disciplina militar quedaron relegados a un segundo plano, imponiéndose prácticas perversas para conseguir ascensos. Así se establecieron la corrupción, la complicidad y las proclamas partidistas como los signos más emblemáticos de esta distorsión.





El modelo de sumisión y complicidad en las FANB funcionó hasta que cambiaron las condiciones sociales, económicas y políticas del país. La nueva realidad dibuja a unas fuerzas armadas fragmentadas en su unidad de mando por la proliferación de grupos y facciones chavistas. Los incontables casos de narcotráfico y corrupción socavan las bases morales de una institución incapaz de generar sus propios anticuerpos para combatir el flagelo.

Al deterioro moral interno en las FANB se suma el resquebrajamiento de su imagen en la sociedad, pues la mayoría de los venezolanos la considera el brazo armado del partido de gobierno, lo cual le ha restado — notablemente — respeto y credibilidad.

Por si eso fuese poco, los soldados y oficiales medios tienen que soportar en la calle las acusaciones de abusos y corrupción de las que son culpables sus superiores. La realidad es que los primeros carecen, al igual que millones de venezolanos, de los recursos para llevar una vida decente. Entre el mal ejemplo de los superiores y el deterioro de las condiciones materiales de los mandos medios y bajos, no hay incentivos para no matraquear en la puerta de un ministerio o en una alcabala.

Pero al igual que en la crisis de los 90, no todos los militares piensan igual. Y aunque muchos se declaran leales al régimen, hay quienes, seguramente, no están de acuerdo con el papel que hoy juega la Fuerza Armada. Podría aplicarse la misma lógica de esos tiempos: los militares de 1992 se alzaron contra un gobierno democrático, por mucho menos de lo que vemos actualmente.

La beligerancia política que Chávez le dio a los militares permite que en los cuarteles se critique abiertamente al gobierno, se hable de la dudosa nacionalidad de Maduro, y que hasta algunos se envalentonen a firmar para revocar su mandato.

La intervención de estos militares en la actual coyuntura no es garantía de resolver los problemas puntuales del país. Nadie sabe lo que hay en esa caja negra hasta que reviente. Pero el colapso del sistema político y el deterioro de la gobernabilidad sugieren que los militares no serán indiferentes y tomarán un papel más decisivo en la confrontación política.

Este escenario se podría evitar, pero no con la retórica romántica y nebulosa del general Padrino López, quien, claramente parcializado, hace un llamado público a los militares para que no se insubordinen. Abrir las puertas a una salida política y democrática podría liberar las tensiones acumuladas en un sector militar mimado y malcriado por Chávez, hoy convencido de que su papel no es salvarse a sí mismo ni proteger a un partido corrupto que quiere permanecer en el poder, sino salvar a la República de quienes han ultrajado el legado del comandante.

@humbertotweets


Humberto González Briceño
Maestría en Negociación y Conflicto
California State University