Profanan tumbas en el cementerio de Cabimas

Profanan tumbas en el cementerio de Cabimas

Los ataúdes permanecen amontonados dentro del cementerio Municipal. Foto: La Verdad
Los ataúdes permanecen amontonados dentro del cementerio Municipal. Foto: La Verdad

 

Cada día se suman más nombres a la lista de afectados por el delito de profanación de tumbas en la Dirección Administrativa del Cementerio Municipal Santísima Trinidad de Cabimas.  Algunos roban a plena luz del día y otros aprovechan la oscuridad de la noche para llevarse todo lo que puedan, reseña La Verdad.

Según sus propios trabajadores, las denuncias por este delito son “el pan nuestro de cada día”. Prefirieron omitir sus nombres por temor a ser despedidos, pero aseguraron que procesan entre tres y cinco denuncias a la semana. “Hay casos de violación completa de tumbas y hasta desaparición del difunto. No necesita tener mucho tiempo de sepultado. Sabemos de muchos que a los pocos días del entierro fueron profanados”.





El modus operandum es el mismo. Las fosas son abiertas para sacar de los cadáveres las prendas de valor o robar el ataúd y revender el hueco.  En otros casos, les roban las tapas de cemento, con la finalidad de ofrecerlas a otras personas y cobrar más dinero.  “Desarman las protecciones, se llevan las coronas, las flores y las piezas del trabajo de cerámica o yeso que los familiares colocan sobre sus seres queridos”.

¿Culpables?

Sergia Rodríguez, víctima de este flagelo, contó su historia.  Fue a visitar el nicho de su progenitora y no la encontró.  En su lugar estaba enterrado un desconocido.  Nadie le dio respuestas. “Es un dolor muy grande.  Es una falta de respeto. No sé donde quedaron los restos de mi mamá”.

María Salas, también vive su tragedia. Con impotencia recordó que hace una semana fue al sepulcro de su esposo y encontró la fosa abierta. Le quitaron la tapa.  El ataúd lo dejaron en el sitio y ahora debe cancelar 30 mil bolívares para que lo vuelvan a cerrar. “Ni siquiera sé si esos son los restos de mi esposo.  Esto es un juego económico. Se pagan y se dan el vuelto. Los cadáveres con mucho tiempo los sacan, los arrojan a una fosa común y vuelven a vender el hueco”.

Salas explicó que al colocar la denuncia, la respuesta por parte del personal fue: “Este es el pan nuestro de cada día, señora”. Nadie se responsabilizó, ni tampoco garantizaron que no volverá a ocurrir.

Intervenido

En febrero del 2015, los concejales Yilbert Castañeda, Eward Weir, José Sánchez y Mapy Chávez inspeccionaron el campo santo.  Aseguraron que articularían esfuerzos a favor de los usuarios y en respeto a los difuntos que allí están sepultados. Meses después fue supervisado por el Fiscal Municipal tras recibir varias denuncias por el abandono del lugar.

En ambas visitas se constató que el monte y la basura se comen los sarcófagos.  Hay ataúdes amontonados y, cuando llueve, el lugar se inunda.  No hay alumbrado público ni cuenta con seguridad nocturna. Los cadáveres descompuestos son arrojados a mitad de la carretera del llamado cementerio viejo sin las condiciones mínimas de higiene o salubridad ambiental. Todo esto ocurre desde hace un año y, al parecer, la situación sigue siendo la misma.