Isabel Pereira Pizani: Protesta de una sencilla ciudadana

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A finales de los 90, los venezolanos en su gran mayoría sentíamos que estábamos mal gobernados, hoy sabemos que empeorar la vida de una sociedad no tiene límites, como lo demuestra los 17 años de socialismo. Nuestros trofeos son una inflación de 500%, escasez de productos básicos 94%. Una tasa de 90 fallecidos por cada 100 mil habitantes, la más alta del mundo, 27.875 muertes violentas. Cifras que ilustran el imparable envilecimiento de la vida que estamos padeciendo. Antes éramos una esperanza democrática en América latina, ahora tenemos el mayor puntaje de riesgo país del mundo 2.169 puntos, 10 veces superior a Colombia y tres veces el de Ecuador.

En estas circunstancias, surge una posibilidad de dialogo, con un serio problema por detrás, el gobierno se sienta con un plan extremo en su conciencia, destruir la oposición y no ceder poder, firmar acuerdos que traicionan de inmediato, declarar que respetaran la Asamblea y al mismo momento extender el decreto de emergencia económica que le roba casi todas las potestades a esta institución elegida por el pueblo. Estrechar las manos de los dirigentes de la unidad y enseguida denunciarlos como terroristas y amenazar con apresarlos.  Lo notable de todo este infame tejemaneje del gobierno es que siguen una línea clara: acorralar a la oposición, inducir autogoles, como el de borrar la mención de presos políticos o la de designar como responsables de la crisis a boicoteadores y violadores.  Del lado de los que quieren recuperar el hilo constitucional surgen excusas intragables: ¡Perdón, nos equivocamos al llamar a los presos políticos, personas detenidas! o por dejar que culpen del fracaso económico a la gente que produce. Para sentarse a dialogar hay que estar claros del grueso de la piel del lobo.





En realidad, la percepción que inunda la calle es que o bien están unos venados sentados frente a unos zorros duros, como Rodriguez y Elaisami, o  simplemente se trata de una traición. Esto a pesar de los clamores de Carlos Raúl para quien todo el que no se arrodilla frente a este camino del diálogo es un inmaduro, irresponsable o loco: “Pero a algunos lo único que se les ocurre es denigrar, sin capacidad para construir su propia plataforma política. Solo saben hacer y decir lo contrario del núcleo dirigente principal, ser su fotografía en negativo, lo que ahorra muchos esfuerzos intelectuales”. Creo que aun profesando la fe en el dialogo advertir los errores vale, no es cosa de locos.

Si la solución es dialogar, Dios, porque no definimos verdaderos objetivos y los cumplimos, se trata de forma inapelable de recuperar el hilo democrático, cumplir una agenda electoral que responda a las aspiraciones del 80% de los venezolanos, poder elegir nuestras autoridades regionales en las fechas designadas, acabar con aquello de que el riesgo país de Venezuela es Nicolas Maduro. Si esta es la base, porque no sentar unas personas probadas, maduras, capaces de seguir y defender estas líneas, con sabiduría y experiencia que impidan asaltos traidores neo lingüísticos que nos embarren de acusaciones.  Dialogo no tiene que ser caer por inocente y después pedir perdón o enfriamiento de la protesta y del reclamo, como bien señala María Corina, pero lo ha sido.

La peor petición que hemos aceptado es tragarnos la tregua papal como reverencia, cuando nos estábamos jugando la vida de los más pobres, de todos aquellos que mueren por no tener medicamentos de uso corriente, cuando Leopoldo cumple 1000 días preso o Lorente Saleh tiene meses sin ver la luz del sol. Tengo muy claras las palabras de los dirigentes que nos pidieron parar, dar un plazo, levantar las manifestaciones. No digan ahora que nadie impide protestar, existió una solicitud que se cumplió. La conducción del dialogo en lugar de fortalecernos ha provocado la necesidad de defensa de sectores de la unidad. Al extremo que en el comunicado de los dialogantes se acepta que la crisis de la economía se debe a un supuesto sabotaje, boicot y agresión, lo que obligó a los industriales a asumir una legítima defensa, como declara el Presidente de Conindustria “(..)en los últimos años el gobierno se ha excusado del deterioro de la economía en una supuesta guerra económica realizada desde el sector privado, mientras que la crisis se debe a la escasez de divisas, el control de precios, la inflación, entre otros factores. No existe la guerra económica sino políticas erradas (…) La economía ha llegado a este nivel de deterioro porque choca con un modelo centralista y controlador”.

Es casi como decir, no me defiendas compadre. En esta disyuntiva, con las evidencias de que el régimen madurista si tiene una agenda clara: impedir cualquier consulta electoral, borrar el RR de nuestra mente, aplazar la elección de gobernadores hasta que ellos se fortalezcan, poner una hipotética fecha de elecciones generales la cual pueden boicotear con suprema facilidad, negar el poder a la Asamblea, no importarle el hambre, y todo lo que se les ocurra. Frente a esta circunstancia debe resurgir la unidad con fuerza y decisión. Con objetivos. Sin errores, como aquel terrible de borrar la existencia de los presos político, o la realidad del hambre provocada por el régimen.

Yo como simple ciudadana protesto el acuerdo: “Combatir toda forma de sabotaje, boicot o agresión a la economía venezolana”. Hago mías las palabras de Juan Pablo Olaiquiaga:“el próximo año habrá más inflación y menos producción como consecuencia de las políticas económicas del régimen. En la medida en que no tengamos un cambio de administradores de la economía no tendremos un vuelco en la materia”.

Protesto.” Avanzar en la superación del desacato de la Asamblea”. El 80% de los venezolanos queremos fervientemente erradicar el abuso del TSJ ilegitimo, jueces sin entidad moral, algunos hasta con prontuarios, que se atrevieron a anular el poder de nuestros votos, que hoy impiden el juicio político a Maduro, las protestas ciudadanas, yla divulgación de información sobre la corrupción de Ramírez, entre otras. Se trata de castigar ante el mundo entero a un TSJ espurio, no perdonar a la Asamblea.

Protesto que nos desviemos a temas fronterizos que no constituyen una emergencia, aunque sean prioritarios.

Protesto las nuevas elecciones en Amazonas, aceptar que cometimos un fraude, facilitar las trampas para que arremetan e intenten doblegar a la gente humilde de esta entidad, comprando votos con lanchas de comida, amenazando, asesinando, como siempre lo han hecho.

Protesto a Zapatero, en contubernio con Jorge Rodríguez, frente a representantes de la oposición de los cuales nunca he oído hablar o cuya experiencia se reduce a ser funcionarios locales. Zapatero ¿cuánto cobras por esta ayuda infame?

El camino del dialogo puede como principio ser el mejor, pero arrodillarse por falta de visión o por lo que sea, no tiene perdón. Estamos frente a la paradoja de las victimas pidiendo perdón y los culpables riendo tal como hacia Diosdado ante la golpiza que le propinaba la diputada Nancy Ascensio a María Corina en la antigua asamblea. Aceptar que no hay presos políticos cuando “la tumba” existe y allí están nuestros jóvenes valientes. O que el hambre de nuestros niños se deriva de un sabotaje de nuestros productores y no la destrucción de la propiedad, la agricultura y la industria por Chavez- Maduro personificados por  Jaua y Menéndez.
Es demasiado, es imposible tragar tanta basura a cambio de casi nada. Es destrozar la fe del país en el poder de resistir y en la fuerza de la defensa de la democracia. Si se pretende seguir con el dialogo lo que viene es lo más dificultoso. ¿Cómo imponer la prioridad que no es otra que restablecer el hilo constitucional? ¿Cómo pueden concretarse acuerdos de la mesa que en las horas siguientes no sean boicoteados ladinamente por un TSJ servil a Maduro?

Como simple ciudadana reclamo la fuerza en las prioridades y en la calidad de nuestros dialogantes, cuando se está bajo acecho no se pueden cometer errores imperdonables. Nos estamos jugando la vida.

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@isapereirap