Manuel Malaver: Maduro se burló del Papa como le dio la gana

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Yo no sé si Maduro es cristiano, y mucho menos católico, pero de verdad, lo que le hizo a Su Santidad, el Papa Francisco, no tiene perdón de Dios.

Porque hay que ver el cinismo que hay que tener para presentarse a Ciudad de Vaticano, pedirle una audiencia a Francisco porque y que estaba hecho una Magdalena por la situación que él mismo provocó en el país, comprometerlo en la mediación del diálogo, y después que se logró un Acuerdo, pues boicotearlo, al extremo de que se será imposible que la oposición no se retire de la mesa el próximo seis de diciembre.





En otras palabras que, Maduro lo que estaba era empeñado en decir que había diálogo, hacerse la foto, proclamar y firmar el Acuerdo -como es costumbre de los dictadores totalitarios- y después, mandarlo a freír monos.

Burla monstruosa que, en términos históricos, me recuerda –guardando distancias- a la que  le hizo Stalin a los comunistas y al mundo entero, cuando firmó el Pacto Germano-Soviético con Hitler, que fue el inicio de los peores sufrimientos que ha vivido la humanidad, y en especial, el pueblo ruso.

Y cómo hubiéramos deseado que Su Santidad, ni la MUD, no se prestarán a semejante patraña, porque demasiadas tragedias le han tocado al pueblo de Venezuela en estos 17 años, para que se le agregara otra inmerecida y por sorpresa.

Y que Maduro debe pagar, en primer lugar, siendo acusado de fraguar una estafa contra Dios y contra los hombres y, después, retomando la agenda nacional e internacional con que la MUD lo puso en el caso de convertirse en un perjuro y enemigo de la Santa Madre Iglesia, de su Jefe, el Papa y del pueblo venezolano.

Decía ayer en un comunicado, el presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Padrón, “que la Iglesia estaba descontenta con el diálogo” y recuerdo que esa fue su posición original, hasta que se aparecieron en Caracas los enviados papales, los Monseñores, Emil Paúl Tscherrig y Cladio María Celli,  que -después me he enterado-, no la tomaron en cuenta.

Si fue así, es una verdad perturbadora, que me está tentando a escribir algo parecido al “Código Da Vinci” de Dan Brown, pero con colores y personajes tropicales, tipos Chaderton, don Timoteo y Chúo Torrealba.