María Werlau: La herencia represiva de Fidel Castro

María Werlau: La herencia represiva de Fidel Castro

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Resulta curioso que líderes y medios de prensa de países democráticos se refieran al recién fallecido dictador cubano como “líder revolucionario” y celebren su papel protagónico en el escenario mundial o sus supuestos logros en materia de salud y educación. Suena especialmente absurdo cuando desmontar tan persistentes mitos sólo requiere ir a una clínica, escuela o barrio fuera del circuito de turismo de solidaridad en Cuba o hablar con cualquier cubano que haya escapado de la isla prisión. Peor aún, las justificaciones o alabanzas vienen de boca de los mismos que denunciaron sin reservas la dictadura de Augusto Pinochet en Chile (1973-1990).

Resulta interesante comparar dictadores.





El régimen militar chileno duró 16 años. Pinochet cedió el poder pacíficamente al perder un plebiscito al que había accedido para que los chilenos decidieran si debía continuar. Además, entregó un país pujante con una economía en crecimiento. Pero dejó un saldo oficial de 3.216 desaparecidos y asesinados. Los casos de prisión política y/o tortura ascienden a 38.254 personas. Nadie se lo justificó.

Fidel Castro, por su parte, fue comandante en jefe durante 47 años, 31 años más que Pinochet, y co-dictador 10 años más. Nunca se sometió a una elección libre y sólo cedió poder a su hermano, en cuotas cuyos límites se desconocen, cuando no le quedó remedio. Creó un Estado parásito que se ha tragado miles de millones de dólares de la antigua Unión Soviética, Venezuela y de bancos y comerciantes capitalistas del mundo entero. Dejó un país en ruinas y una población con el menor salario promedio mensual del planeta, 23 euros al mes.

Lo que es más, Fidel Castro ha dejado una secuela de muertos, desaparecidos, torturados y presos políticos muchas veces mayor que la de Pinochet, y que se siguen sumando. Hasta el día en que murió, oficialmente el pasado 25 de noviembre, se le atribuían al menos 7.173 muertes y desapariciones. Sólo los casos de fusilamiento y ejecución extrajudicial documentados para los primeros tres años y medio de mandato exceden la cifra total de muertos de la dictadura militar chilena. Peor aún, Castro asesinó sistemáticamente a civiles, incluyendo a niños, por pretender escapar de su país, algo que a Pinochet nunca se le ocurrió.

Dichos datos son parte de un registro caso por caso que Archivo Cuba está compilando de vidas perdidas por causa de la Revolución Cubana durante dos dictaduras, la de Fulgencio Batista (1952-1958) y la actual. Dicha organización sin ánimo de lucro sólo reporta casos documentados sobre los cuales ha podido obtener datos fiables, lo que es muy difícil dado el control que hay en Cuba. La entidad estima que la cifra real de víctimas cubanas es más de 10 veces mayor.

Algo de lo que nadie acusa a Pinochet, Fidel Castro dejó cientos de miles de muertos regados por el mundo; exportó su modelo tenazmente hacia casi toda la América Latina y África, así como a países de Oriente Próximo, mediante intervenciones armadas, terrorismo y subversión. Los ejemplos sobran. Las víctimas del castrismo incluyen estadounidenses asesinados en el corazón de Wall Street en Nueva York por el grupo terrorista puertorriqueño FALN, apoyado, adiestrado y financiado por Cuba. En Venezuela, las bandas criminales que hoy día siembran el terror y ya se han cobrado miles de vidas fueron entrenadas por Cuba.

La osadía de Fidel Castro lo llevó incluso a crear una máquina de matar de exportación. Según oficiales que han desertado de los servicios de inteligencia cubanos, existen equipos especiales de sicarios dentro del Ministerio del Interior cubano para perpetrar asesinatos internacionalmente, hasta en Europa.

En fin, Fidel Castro bien podría fácilmente haberse llevado a cuestas un millón de almas. Cada una fue una vida segada, un destino truncado y una secuela de seres queridos destrozados. Así, el dictador cubano tejió una historia de terror, sangre, y dolor que comienza en las montañas, paredones y calabozos tropicales, se desparrama por una enorme tumba en el mar Caribe y se extiende por el mundo entero. Pinochet no le llega a los tobillos…

María Werlau es presidenta del think tank Free Society Project y directora de su programa Archivo Cuba

Publicado originalmente en el diario El País (España)