Omar Jesus Villalba: Confiar o no Confiar, he allí el Dilema

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Ser o no ser, es una de las frases más famosas de las obra de teatro Hamlet escrita por el Dramaturgo británico William Shakespeare. Esa expresión pone en evidencia una gran duda existencial; de más está decir que la cultura popular la ha banalizado al usarla para todo, pero lo cierto es que se presta para mucho. Y, en lo que respecta al caso Venezolano, nos queda ni que pintada.

Esta semana se realizará el 6 de Diciembre la última ronda de negociación en lo que queda de año. Hasta ahora hay que decir que el proceso ha logrado bajar la tensión existente entre el gobierno y la UNIDAD. Ha destrancado algunos juegos y le ha dado manga ancha a la MUD para posicionarse. Pero, en términos sustantivos, los logros alcanzados son significativos pero son pocos. Hemos ganado terreno en este campo de batalla, pero tristemente era terreno que nos fue quitado; así que en cierto sentido hemos avanzado poco por el centro del tablero de juego…. Si me copian la metáfora del ajedrez.





Si bien, el proceso de dialogo ha traído algo de calma, lo cierto es que ha generado muchas dudas dentro de la UNIDAD. Algunos dicen que ha expuesto las fracturas y cicatrices de la oposición venezolana. Y, a fuerza de ser sincero, yo creo que es verdad.  Soy el primero que en señalar que los logros alcanzados en las secciones de negociación han sido exiguos, pero estoy consciente, como demócrata, que el diálogo es LA SALIDA correcta al problema de Venezuela. La otra opción, la expedita, sería irnos a las manos, y allí tenemos la de perder porque como fuerza civil que somos no contamos con armas, a pesar de lo que vociferen a los cuatros vientos los propagandistas rojos rojitos.

Y como estoy de acuerdo con el diálogo. Como no deseo que el pueblo venezolano se vaya a las manos y se cubra de sangre; como no deseo que Venezuela se vuelva una Somalia, o en el peor de los casos la Siria de Latinoamérica, veo con tristeza y mucha molestia la actitud de algunos “miembros” de la UNIDAD que señalan que no se debería ir al 6D porque el diálogo fue una trampa; otros señalan que el mismo fue una estafa, otros tienen los santos redaños para pedir que se patee la mesa y que la UNIDAD sea revisada. Otros dicen, y parecieran no estar cansado de oírse y verse por los medios propios, que si participan no irían con la intención de colaborar. Otros se reunieron en sus municipios y plazas durante la semana para acorar mecanismos con los cuales salir del gobierno. En resumida cuenta, todos ellos, están señalando “todo lo malo” que se ha hecho y se está haciendo, pero ninguno ha indicado lo que se debería hacer para mejorar. Como reza el dicho popular: ni están lavando, ni prestan la batea para que otro lo haga.

Es frustrante, como mínimo, el ver como algunos de ellos echan más tierra al proceso que los mismos banditos del gobierno. Ahora bien ¿Qué genera todo esto? Pues le manda muchos mensajes al gobierno: 1) que estamos fragmentados, más allá del cuento que la UNIDAD es una pluralidad de partidos y voluntades. 2) hay muchos que no están apostando a la democracia, y es muy probable que la UNIDAD no esté dispuesta cumplir con los acuerdos, por lo tanto… ellos no lo harán.

Y con estos dos últimos mensajes se le da muerte a algo que toda la UNIDAD debe tratar de construir si se desea crear un nuevo gobierno democrático, inclusivo y diferente: la confianza.

Hay un gran dilema a la hora de negociar, una interrogante que ordena toda aproximación, abordaje o acción, que es la columna vertebral de cualquier proceso de medicación: ¿Cómo se construye la confianza? La respuesta es paso a paso comprometiéndose con el proceso y eliminando de la jugada cualquier factor de riesgo que pueda dar muerte a este constructo. Sin confianza la negociación no va a ningún lado.

La confianza implica la cesión en algunos puntos, y el persistir en otros. Esta necesidad significa en muchos casos, el intentar ser mejor que la otra parte; esto sin importar si se nos toma por tonto. Por regla general, los resultados suelen echar por el suelo estas apreciaciones. La MUD, a pesar de lo que digan los bandidos rojos rojitos, han cumplido con su parte. Y, hasta cierto punto, el gobierno lo ha hecho, aunque no con el mismo nivel de compromiso.

Pero, a pesar de ello, la confianza no se ha solidificado. Y le costará alcanzar la estabilidad necesaria, mientras el gobierno siga con su discurso guabino y bipolar. Pero, también se difícil encontrar ese punto justo que nos permita cimentar la confianza, si dentro de la UNIDAD persiste un discurso similar al gobierno —en lo que respecta a lo dúplice y la poca sinceridad— que lejos de unir, aunar fuerzas y promover el deseo de participar y construir un mejor futuro, lo que hace es sembrar cizaña y división.

Frente a este fenómeno, entonces, es necesario preguntarse ¿Vale la pena ir a las mesa de negociación el 6 de Diciembre? ¿De verdad se va a alcanzar una solución si los demócratas seguimos comportándonos como idiotas? ¿Tiene esto sentido? ¿Vale la pena jugárselo por el futuro del pueblo venezolano si lo hacemos en los códigos y discursos del gobierno? ¿De verdad será mejor el futuro que estamos construyendo con gente que es tan toxica y ponzoñosa como el cavernario del mazo que sale en VTV?

La verdad es que yo estoy de acuerdo con una salida democrática, pero mientras desde la UNIDAD no se cambie de actitud y algunos actores no caigan en cuenta que debemos ser mejor que la caterva roja rojita, creo que no valdrá la pena seguir en este diálogo. Por eso me pregunto 6D ¿Ir o no ir? Allí está el gran dilema.

Mi respuesta será: hay que ir, hay que hacer todo lo necesario por el futuro, y ya este le pasará factura a los aguafiestas. Quienes siempre siembran vientos, siempre cosecharan tempestades.