En medio de un torbellino social sin precedente y de una profunda crisis económica que vivimos en Venezuela, nos vimos de alguna manera comprometidos con nuestro país, a participar en un diálogo con el gobierno nacional teniendo como mediador de excepción a El Vaticano. No pecamos de ingenuos ni de tontos útiles frente a este paso que hemos dado, y como lo hemos dicho muchas veces, preferimos pagar el costo político por esta decisión, antes de ver en nuestro suelo patrio un derramamento de sangre producto de un estallido de pronósticos inimaginables en el tiempo.
Ya el país conoce bien cuáles fueron los petitorios exigidos por la Mesa de la Unidad Democrática al gobierno nacional, porque quienes lamentablemente hoy ostentan el poder en Venezuela es el oficialismo. No obstante, el primer día y en transmisión televisada y para quedar bien ante el mundo, Maduro se presentó vestido de blanco, llamándose agente de paz y manifestó su supuesta intención de rectificar las medidas extremas y de persecución contra la disidencia y contra un pueblo en su conjunto.
Pero es típico de los farsantes y de los estafadores, que con la labia pretenden manipular para lograr sus objetivos e instintos más bajos. Pero este pueblo no es pendejo, ni tampoco la dirigencia democrática del país, y tomando en cuenta que estaba nada más y nada menos la representación de Dios en la tierra, como es El Vaticano, le dimos un voto de confianza a estas negociaciones por el bien del país, y por evitarle a Venezuela un derramamiento de sangre.
Pues bien, el manso corderito que se vendió como un agente de paz, se transformó en un demonio, cuyo verbo incendiario y de odio, le ha dado una patada a cualquier negociación posible, e incumpliendo con lo prometido como fue, la liberación de los presos políticos, un cronograma electoral y otras acciones en el marco económico para paliar el duro momento por el que transitamos. Maduro cree que es invencible y cree además, que dándole largas a lo inevitable como es su salida de la presidencia de la República, va a contener la firmeza y decisión de un pueblo que se decidió por el cambio del modelo político del país, el pasado 6 de diciembre con el triunfo avasallante de la unidad en las elecciones parlamentarias.
Así que por más chanchullos y traquiñuelas y por más brabuconadas de los voceros sin credibilidad de este gobierno, en Venezuela se va a rescatar la democracia y con ello nuestra Constitución Nacional y el Estado de Derecho. Haga lo que haga Maduro y por más tácticas dilatorias para permanecer en el poder a lo bravo, no va a poder con los designios de Dios y de este noble pueblo.
Maduro mandó al diálogo de vacaciones hasta enero, como que si con esta soberana crisis hay tiempo para largas y para períodos de receso a su conveniencia. La situación cada día está peor y por su culpa los venezolanos tendremos las vacaciones más tristes de nuestra história. Pero no hay mal que dure cien años ni pueblo que lo resista, y aunque él está propiciando una salida violenta, con llamados a simulacros de golpe el 17 de diciembre, él va a salir del poder por la vía pacífica, constitucional y demócrata. Eso está escrito y así será.
Bernabé Gutiérrez
Secretario Nacional de Organización
Acción Democrática
@adbernabe