Fernando Núñez-Noda: Ensayo corto sobre eras largas

“¡Hurra, hurra! El fin del mundo ha sido pospuesto”
TinTin, de Hergé, en la obra “La Estrella Fugaz”

Hay al menos 1.615 palabras en español que terminan en “era”.

Pero solo una se entiende como un período de tiempo generalmente largo, pero no necesariamente. Wikipedia nos entretiene con esta precisión:

“También se denomina era al periodo histórico prolongado que se caracterizó por el dominio de un personaje, un hecho o un proceso. Es similar pero no equivalente al concepto de edad histórica o de período cuando éstas se nombran como Edad de Piedra o Edad de los Metales. No deben confundirse las eras con las edades de la historia en que se divide el tiempo histórico (Edad Antigua, Edad Media, Edad Moderna y Edad Contemporánea).”





Creo que nos complica más que aclara, pero…

Hay eras históricas. En Egipto y Babilonia antiguos cada faraón o rey marcaba una era desde su inicio hasta su muerte. Debe recordarse que los reyes se consideraban dioses en la Tierra. El famoso “oro, plata y bronce” de las olimpiadas acaso viene de las eras homónimas de la mitología griega, mencionadas por Hesiodo y por Homero.

Y también se llaman “eras olímpicas” a esos breves períodos entre cada juego, desde sus inicios en 776 a. C. La era olímpica más larga fue el intervalo entre el último juego de la antigüedad (394) y el primero moderno (1894), es decir, 1.500 años en vez de cuatro.

La “era romana” comenzó hacia 753 aE (la todavía no confirmada fecha de su fundación) y terminó en algún momento del siglo V o VI. En el mundo occidental vivimos aún una Era Cristiana (que se inicia con el nacimiento de Jesucristo hace unos 2014 años y no ha terminado*), mientras que la musulmana (llamada la “Era de la hégira” comenzada en 622) marcha por su lado (con yihadistas apetencias hegemónicas) y la indostánica y la judía y la china…

La mayoría de las eras conocidas tienen fecha precisa o bastante aproximada.

La Cenozoica finalizó como la de Piedra, la del Hierro, la del Bronce. Otras continúan, como la de Acuario. El principio de un intervalo que dura en promedio 2.150 años y que se concreta cuando el equinoccio vernal (máximo punto de altura relativa en el cielo) se mueve de una constelación del zodíaco a otra. Como no hay acuerdo sobre los parámetros precisos, los astrólogos debaten si estamos en ella o viene por allí.

Yo privilegio la astronomía sobre la astrología, pero me gustan sus referencias y las respeto (cosas de mi signo: Virgo).

A mí me gusta pensar que en los años 60 comenzó una era social interesante en occidente: lucha por derechos civiles, el ideal hippie, libertad sexual, la masificación de lo psicotrópico, misticismo, activismo ecológico, la mejor música popular (en mi modesta opinión, claro)… Eso le da un sentido simbólico a la Era de Acuario, la coincidencia con la Constelación de Acuario que se muestra en la ilustración inicial (al lado de Jimmi Hendrix).

La ópera rock Hair se inicia con la canción Acuario. Una frase:

“Este es el despertar de la Era de Acuario, la Era de Acuario, Acuario
Armonía y entendimiento; simpatía y confianza en abundancia
No más falsedad ni burlas
Sueños dorados de vida con visiones
Místicas, revelaciones de cristal
Y la verdadera liberación de la mente…”

Bien hippie, sin duda. A continuación el clip de Acuario en la versión fílmica de la obra, dirigida por Milos Forman:

Un renacimiento de la conciencia mundial -según ellos- y, de acuerdo con la convicción o la dosis de LSD, de la universal. Cierto que la generación de la Era de Acuario le ha dado al mundo desde los Beatles hasta la marca Apple y en buena medida el actual internet, pero el caso es que el mundo ha sido todo menos una utopía: más conflictos, mayor deterioro ambiental, gran alejamiento de una solución al problema de la desigualdad. O no era la era o era pero no ent-era-mente (jaja disculpen el intento de chiste).

De adolescente fui, por un tiempo y a mi manera, un hippie. Asimilado pero calladamente rebelde.

La profecía maya

En 2012 hubo una tormenta mediática por la llamada “profecía maya” ¿la recuerdan? Según la supuesta predicción de marras el mundo se destruiría el 21 de diciembre de ese año.

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Calendario maya sobre piedra, en un museo mexicano.

Lo primero es no juzgar apresuradamente a los mayas. Eran un pueblo prominente, potencia prehispánica, eran crueles pero también avanzados en la construcción de ciudades, en astronomía y principios básicos de ingeniería. Su mitología era compleja y misteriosa.

Como todo grupo que cree ser el centro del mundo, hicieron ese calendario para ellos. Con sus significados escondidos y quizá profusa documentación que fue reducida a escombros y cenizas por los conquistadores españoles, como ocurrió con muchos tesoros históricos de esa civilización.

Prosperaron sobre todo en el primer siglo de nuestra era y hacia el 900 se perdió la traza de su paradero. Se cree que vivieron una catástrofe ecológica que les impidió alimentar a su gente y abandonaron sus magníficas ciudades en el actual México, migraron a Guatemala y finalmente a Belice, donde ya no se supo más de ellos. Hay abundantes descendientes de esa cultura entre indígenas actuales del sur de México y de Centroamérica.

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Michio Kaku (foto de mkaku.org).

No hay mención expresa de un fin del mundo en esa cosmología. Más bien el fin de una era, el comienzo de otra.

Michio Kaku, cosmólogo y celebérrimo autor, revela un posible promotor: la llamada “industria del fin del mundo” (doomsday industry), que publicó unos 3.000 libros alrededor del famoso 21/12/2012. Como hiperconsumidor de medios me siento acechado por esa industria aunque he aprendido a surfearla como entretenimiento, porque vaya que entretiene ver las mil formas de destruir todo nuestro derredor.

Recordemos el famoso 2YK, una supuesta caotización del mundo tal cual lo conocemos por culpa de unos nerds que marcaron los años en los relojes computacionales con dos dígitos en vez de cuatro (no ocurrió). Los meros sobresaltos en vez de catástrofes en ese evento fueron objeto de burlas y chistes.

Kaku recuerda que el calendario maya es cíclico, de modo que el “fin” es cambio de fase, de estado global del mundo o del universo.

Pero la industria del fin del mundo no quiere ver las cosas así, lo quiere todo rápido, todo apocalíptico. Lo gradual es enemigo de lo espectacular. A continuación una promoción del History Channel sobre la profecía maya, para que vean cómo un canal de acento científico se anota de lleno en el frenesí sensacionalista que da rating, como ocurre cada años con volcanes, tornados y tsunamis:

En una excursión por canales como Discovery o Science, junto al anterior, he recogido algunos finales que estos programas y libros y conferencias le otorgan a nuestro pobre planeta o a una parte de él (y casi invariablemente lo primero que destruyen es Nueva York):

  • Un cometa o meteorito(s).
  • Una inesperada ola de radiación del Sol.
  • Un deshielo de los polos que produce tsunamis e inundaciones globales.
  • La destrucción de las reservas ecológicas vegetales.
  • Virus que aniquilan a la población.
  • Virus que transforman la población o parte de ella en zombies.
  • Guerra nuclear (sí, hay 17.000 misiles nucleares en el mundo).
  • Debilitamiento de la atmósfera e incineración progresiva del globo terráqueo.
  • Una gran variedad de invasiones alienígenas.
  • Desajustes en el núcleo terrestre o en los polos magnéticos.
  • Algunos francamente derivados de la ciencia-ficción, como un agujero negro que deambula por los corredores del sistema solar.

Todo plausible, en el fondo, hasta los alienígenas, pero sencillamente acelerado y multiplicado por los efectos especiales y los afanes industriales. Para México no fue el fin del mundo sino el inicio de un próspero negocio que les significó unos $15 millardos en 2012, según su Ministerio de Turismo, específicamente el asunto maya, que implicó unos 500 eventos temáticos promovidos desde el gobierno y la empresa privada.

Aquí un compendio de las diez mejores películas de apocalipsis y fin de mundo, según WatchMojo:

No hablemos de quienes han alquilado o armado bunkers con provisiones para sobrevivir la hecatombe. No seré yo quien les avise, para que se queden allí hasta que obstinen. Pero sumen libros, videos, pilas, kits de supervivencia, asesoría, especiales de TV, conferencias…

No sé, tenga o no relación, lo cierto es que después de todo como que comenzamos una nueva era, buena o mala de acuerdo a cómo la manejemos. Si le preguntan a un todavía-hippie les hablará de una conciencia superior sobre la energía positiva del universo. Si le preguntan a un ejecutivo de Discovery Channel, les describirá cómo el impacto de un pedazo de roca de 200 kilómetros de ancho levantará una ola que hundirá los continentes mientras la nube de polvo bloqueará la atmósfera y congelará el aire. Los zombis se encargan del resto…

El colmo del pesimismo

Acerca del espíritu de “fin del mundo” que lleva mucha gente les cuento una anécdota. Tuve un amigo a quien considero la persona más pesimista que he conocido. Cuando lo felicité por heredar una cantidad considerable de dinero, me refutó:

? Nooo mijo, seguro que lo pierdo en un mal negocio.

En fin, así era pero el colmo ocurrió inesperadamente. Yo vivía en Chacao, Caracas, en un piso alto con un vista espectacular del cerro El Ávila. Un día pasó por mi casa y planeé una “emboscada”. Me dije: “Lo voy a traer al balcón para que vea esa montaña majestuosa que hoy por cierto está esplendorosa. Nada negativo se puede decir de ese monumento. Lo voy a dejar sin palabras”.

Lo invité al balcón. “Disfruta esta vista”. Y lo puse frente al El Ávila. Se quedó mirando fijamente. Me felicité: “¡Listo! Le curé el pesimismo”. Luego de un rato que yo creía de éxtasis me dijo, moviendo la cabeza como quien niega:

? Te digo sinceramente que no sé que vamos a hacer cuando entre en erupción ese volcán. Porque sabes que El Ávila es un volcán, lo que pasa es que está tapado el hueco con vegetación y…

La industria del “doomsday” en una sola persona.

Todos los días terminan cientos de mundos

Para los agnósticos la muerte es la nada, la no existencia, la no conciencia. Pero para otros no. Tengo -por cierto- un ensayo sobre la nada en mi catálogo para los desocupados (o muy interesados).

reloj-atrasCon todo este carnaval del fin del mundo recordé a un místico sueco llamado Emmanuel Swedenborg (1688-1772) que tenía una teoría muy peculiar acerca de la muerte. Según él, al morir no nos dábamos cuenta. Al despertar todo seguía igual: la misma casa, la misma gente, la misma rutina. El cambio sería evidente en indicios minúsculos (un reloj que marcha hacia atrás durante unos segundos, por ejemplo o una hoja que se desprende de un árbol y queda brevemente flotando en el aire) y sólo al ojo más avizor. De resto todo igual.

Bien, dice Swedenborg que pronto empezamos a interactuar con gente que conocemos y no conocemos (como todos los días), pero nadie es quien era en vida. En este caso son ángeles o demonios disfrazados que se acercan para tentarnos o para reafirmar nuestra fe y probar si estamos preparados para ir al cielo o al Averno. Es una teología compleja la de este hombre complejo. Pero el punto es: ¿Y si ayer sí se acabó el mundo y la continuidad es solo una apariencia? ¿Y si la gente que nos rodea sólo está probando nuestra elegibilidad para el cielo o el infierno? ¿Si yo mismo soy un demonio que os quiere confundir? Acabo de ver un reloj marchando hacia atrás…

Frases del fin

“Las cenizas de tu existencia fertilizarán la tierra del universo que sigue.” Richard Kadrey

“El día que se acabe el mundo, los humanos no estaremos en él, así como no estuvimos cuando comenzó. ” Jean Baudrillard

“El mundo muere una y otra vez, pero el esqueleto siempre se levanta y camina.” Henry Miller

“Aunque supiera que mañana el mundo fuera a desmoronarse, de todas maneras plantaría mi manzano.” Martín Lutero

“No es necesario imaginar el fin del mundo en fuego o hielo. Hay dos otras posibilidades; una es la burocracia y la otra es la nostalgia.” Frank Zappa

“Un poema perfecto es imposible. Cuando se haya escrito, se acaba el mundo.” Robert Graves

Eras personales

Como muchos de los lectores, yo tengo mis eras personales. Hasta los 11 años mi infancia en Macuto. Desde los 14 a los 18 la parte intensa de la secundaria. De 19 a 23 New Orleans. Hasta los 27 años la UCAB. Y así sucesivamente. No se arman por mera coincidencia calendaria, sino por conductas o circunstancias distintivas. Por las personas que vamos siendo, por los capítulos referenciales de la autobiografía.

Fines musicales

El fin del mundo puede ser el “fin de un mundo”, de un sistema de cosas. La locura, por ejemplo, el fin de la razón y de una realidad tal cual la conocemos. Hay un libro proverbial y terrible: El corazón de la tinieblas de Joseph Conrard, el alucinado viaje de un funcionario por el río Congo en África buscando al legendario capitán Kurtz, que robó un barco de la compañía con tripulación y todo. Este capitán, como un desafío a la civilización occidental completa, crea una sociedad salvaje y tribal en el corazón de la selva, que el emisario debe encontrar.

“El horror, el horror”.

Así dice el Capitán Kurtz antes de morir. Las últimas palabras del libro. En 1979 Francis Ford Coppola reinterpretó el libro bajo el marco de la Guerra de Vietnam, el río Congo ahora era el Río Nung, que desemboca en Vietnam pero nace en Camboya. Y Kurts es un coronel del ejército estadounidense (Marlon Brando) que organiza una tribu casi paleolítica muy dentro de una selva impenetrable.

Cuando el sargento Willard (Martin Sheen, asignado para encontrarlo y llevarlo de vuelta o matarlo) decide actuar, Coppola usa como banda sonora una canción de The Doors llamada The End (El Fin).

Este es el fin
Bella amiga
Es el fin, mi única amiga, el fin
De nuestros elaborados planes, el fin
De todo lo que se sostiene, el fin
Sin seguridad, sin sorpresa, el fin
Nunca miraré a tus ojos… otra vez
¿Puedes imaginarte lo que será
Tan ilimitado y libre?

El clip majestuoso de una película que hay que ver:

Otro final de música es The End o de los Beatles, que cierra con broche de oro una de sus obras maestras: Abbey Road. Termina con esta frase: “Y al final, el amor que obtienes es igual al amor que das”. Una neguentropía exquisita.

Aquí tienen un clip:

Epílogo

Si no hay una definitiva y universal destrucción de la Tierra, del Sistema Solar o algo mayor que nos contenga, entonces hay miles, quizá millones de fines del mundo fragmentados, grupales, posibles, mentales o prospectivos. Después de todo, se estima que en unos 4 mil millones de años el Sol morirá y vaporizará o congelará cualquier cosa viviente que dependa de su energía. Y Discovery Channel se las ingeniará con decenas de otras opciones.

Dado que, al decir de Steve Jobs, los puntos se unen hacia atrás y el conocimiento es mayormente retrospectivo, no sabemos qué tipo de era nos ha tocado vivir. A mí me parece que el inicio del siglo XXI todavía es continuación del anterior. Pero no lo sé, ignoro demasiadas cosas que se verán en perspectiva en décadas o siglos.

A lo mejor empezó una era de nuevo pensamiento orgánico-digital y una III Guerra Mundial cibernética y convencional entre el llamado “mundo libre” y países con intereses hegemónicos (Rusia, China) o milicias no nacionales (religiosas) o cultores de la guerra asimétrica. Quizá en este siglo se llegue a Marte y más allá; y se inicie el proyecto de desarrollar vida terrícola fuera de la Tierra. Quizá esta o la próxima generación solucione muchos de los entuertos que hemos ayudado a continuar.

El año mismo es una mini-era por excelencia: tiene fecha precisa de comienzo y final y marca como poco nuestra historia.

Y diciembre, el mes en el que escribo, contiene una poderosa simbología de cierre, de conclusión, de revisión hacia atrás y de propósito hacia adelante (las resoluciones de año nuevo que casi nunca cumplimos, bueno ésas).

De modo que termino con dos reflexiones:

1. Sugiero que apliquemos la metáfora del vaso medio lleno a las eras y nos centremos en el nacimiento de un nuevo mundo, en vez del fin del viejo. No exentos de reflexión, pero más de proacción.

2. Sea físico, metafísico, científico, virtual o espiritual, como sea, pero que el fin del mundo-inicio de uno nuevo sea una elección y una decisión personales. Si usted es capaz de crear sus eras, será más dueño de sus inicios y finales.

Así que feliz era (la que sea, siempre que sea suya). Nos vemos en el próximo fin del mundo.

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NOTA 1: * Para las fechas se usa la notación aEC (antes de la era actual o común). Dado que no sabemos el año exacto del nacimiento de Cristo, se toma el año 1 como inicio ya establecido por el calendario Gregoriano y se le denomina de la “era común” (eC).
NOTA 2: El ensayo no es una recopilación rigurosa ni académica, es un recuento de referencias que he recordado o que he seleccionado por puro placer intelectual. Si el lector conoce algún dato, caso o referencia que enriquezca este ensayo, lo invito a dejarlo plasmado en un comentario.
ILUSTRACIÓN INICIAL: Lúdico.