Víctor Jiménez Ures: Pies secos, pies mojados, pies venezolanos y billetes de 100

Víctor Jiménez Ures: Pies secos, pies mojados, pies venezolanos y billetes de 100

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Hace unos días el presidente saliente de los Estados Unidos de Norteamérica, Barack Obama, ponía fin a la política de “Pies secos, pies mojados” según la cual aquella potencia permitía a los cubanos obtener la residencia legal en ese país, siempre que lograsen pisar tierra firme, pues si eran interceptados por la Guardia Costera, en el caso de los balseros, entonces se les deportaba a su país de origen, que a veces ni siquiera los quería de regreso, forzando entonces el traslado a otros países. Así pues, encontramos que esta política, bastante humanitaria en un principio, si bien contribuía a mejorar las expectativas de miles de cubanos que tuvieron el valor de lanzarse en busca de un futuro mejor en ese país, también contribuyó a condenar de manera irremisible a millones de cubanos que, por una u otra razón, no quisieron abandonar el país.

Ciertamente, sobre el tema, nos dice la Fundación Nacional Cubano-americana, palabras más, palabras menos, que esta política migratoria estimuló a muchos, en gran medida, a que abandonasen la isla, descongestionando así la demanda de servicios públicos, y facilitando la gestión administrativa a un gobierno estructuralmente débil, que no hubiese podido sostenerse en pie de haber estado obligado a hacer frente a la satisfacción de las necesidades de tanta gente. En efecto, si muchos se van país, las perspectivas de manejabilidad mejoran para los gobiernos corruptos y mal administrados, por tanto, a este tipo de gobiernos les resulta particularmente beneficioso estimular la migración en masa ¿Les suena familiar?





Una matriz de opinión mayoritaria dentro de la oposición, nos dice que el “presidente obrero” es un analfabeto rodeado de funcionarios ignorantes y carentes de sentido común, incapaces de llevar las riendas del país de una forma más o menos coherente. Por ejemplo, el aumento compulsivo del salario mínimo mensual, a sabiendas del enorme daño que hacen esas medidas a la economía del país, resulta bastante perturbador; y lo mismo podemos decir respecto a la mamadera de gallo con el asunto de los billetes de 100, primero diciembre, después enero, ahora febrero.

La primera impresión, hay que admitirlo, es que se trata de una banda de narcotraficantes (que lo son) dedicada a gobernar improvisadamente en sus ratos libres. Al venezolano promedio (no queden dudas) le dan ganas de echarse a correr, confeccionar una balsa y lanzarse al mar en busca de un mejor futuro… de hecho, ya se han dado casos de balseros venezolanos. Sin embargo, cabe preguntarse ¿Nadie ha contemplado la posibilidad de que todo aquello sea orquestado mal intencionadamente para la población concluya: “Sálvese quien pueda”?

Luces muy tenues nos permiten hacer esa lectura. Por ejemplo, en noviembre del 2016, el Ministerio de Relaciones Interiores automatizó la solicitud de antecedentes penales (requeridos en muchos países) a modo de facilitar su obtención eliminando las trabas burocráticas, en este sentido, la capacidad de procesamiento pasó de 1.000 a 5.000 solicitudes diarias. Otro tanto podemos decir de las legalizaciones y apostillas de los títulos universitarios, y otros documentos afines, antes eran trámites engorrosos, hoy en día nunca fue tan fácil y rápido. Si el Estado se avocara tan eficientemente a resolver el resto de los problemas, Venezuela sería un ejemplo para el mundo.

Sin embargo, la eficiencia solo va encaminada a simplificarle los trámites a quienes, presa del desánimo que les produce el gobierno, optan por buscar otros horizontes. Más escabroso aún resulta el hecho de que algunas aerolíneas venezolanas han abierto, periódicamente, venta de boletos a precios bastante accesibles, pero solo de “Ida”. Quieren que nos vayamos. De hecho, lo están logrando, en la actualidad todos conocemos a alguien que migró, o incluso ya comenzamos a plantearnos esa posibilidad nosotros mismos.

Muchos sin darse cuenta ya han caído en el juego del gobierno. La constante sangría que a cuenta gotas desgarra el alma de nuestro país, fácilmente puede calcularse en más de dos millones de almas que se han separado de sus querencias en busca de un mejor mañana. Menos bocas que exigen comida, menos gente en las colas, menos usuarios de la sanidad pública, menos votos para la MUD, menos voces que exigen cambios, menos problemas para el gobierno.

¿Qué hacer ante esta realidad? Primero que todo, concientizarla. Los que se van, creen que concluyeron autónomamente que lo mejor es migrar, sin embargo, fue el gobierno de Nicolás Maduro el que les obligó a llegar a esa conclusión. Luego, trabajar en la unidad nacional, tan necesaria para superar estos años oscuros, entendiendo que a este gobierno no debe subestimársele, pero tampoco temerle.