Alvaro Valderrama: Tercer domingo del tiempo ordinario

Alvaro Valderrama: Tercer domingo del tiempo ordinario

 

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La liturgia de la palabra de este Domingo nos muestra la cercanía del “Reino de Dios” y la invitación de Jesús a la conversión como preparación para heredarlo.





También nosotros somos invitados cada día por Jesús a un cambio de actitud en nuestras vidas para ver hecha posible la realidad del “Reino de Dios” entre nosotros.

El anuncio del “Reino de Dios” ya había sido anunciado -casi setecientos años antes- por Isaías, quien después de descubrir su propia vocación profética en el templo de Jerusalén, asume consigo una actitud de denuncia ante las injusticias del reinado de Israel, antes de anunciar también la conquista y la deportación.

Ante la oscuridad sobrevenida con la invasión, por parte de los asirios, consuela Isaías a los Israelitas, especialmente a las tribus de Zabulón y Neftalí, anunciándoles la llegada de la luz que brillará para ellos, que padecen ahora la oscuridad y las tinieblas de la deportación.

Las tribus de Zabulón y Neftalí son llamadas así, según los nombres de sus dos patriarcas, el sexto y el décimo hijo de Jacob. Jacob, padre de los doce patriarcas de las tribus de Israel fue llamado, después de haber sido bendecido por el ángel de Dios con el nombre de Israel.

Zabulón y Neftalí habían sido devastadas y vivieron la humillación de los invasores. La primera tribu –Zabulón- abarcaba la planicie entre el mar mediterráneo y el lago de Galilea y la segunda –Neftalí- estaba ubicada al norte del Líbano. Y ambas están ubicadas allende al río Jordán.

En esa planicie, a orillas del Lago comenzaría Jesús su misión evangelizadora después del bautismo en el Jordán.

Así que no solamente Isaías asumió una actitud de apertura hacia Dios y hacia el prójimo.

También lo hizo Juan, el precursor del Señor, quien, habiendo nacido en las montañas de Judea se encamina al desierto invitando a la conversión y bautizando en el Jordán. Posteriormente es encarcelado y condenado por Herodes por su actitud de denuncia y su invitación a la conversión.

Jesús, informado sobre el encarcelamiento del bautista, asume la actitud de ponerse en camino. Jesús desciende desde Nazaret hasta Cafarnaún, junto al mar, justamente en el territorio de Zabulón y Neftalí para cumplir las profecías de Isaías y comenzar allí su misión evangelizadora:

“!Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles! El pueblo que habita en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha amanecido.” Isaías.9,1-2.

Pero el comienzo de la misión de Jesús implica también el cambio de actitud de aquellos que son llamados y lo siguen.

La vocación de sus primeros discípulos, Pedro y Andrés implica la apertura y la disponibilidad para ser en adelante, mucho más que pescadores en el lago, también pescadores de hombres para el “Reino de Dios”

También ocurre con Santiago y Juan, que estando aún bajo la patria potestad de su padre , tan solo escuchan el llamado de Jesús a seguirle, dejan la barca y a su padre para ponerse en camino y llevar la buena noticia del Evangelio.

La misma actitud de cambio la vemos en el Apóstol San Pablo, quien una vez que conoce al Señor, se convierte y lo sigue, funda comunidades cristianas y las alienta en el amor de Cristo, hasta nuestros días.

Pero nosotros no somos la excepción. Quienes hemos escuchado su palabra y le hemos conocido, queremos también seguir sus pasos, viviendo cada uno la vocación a la que ha sido llamado, poniendo en servicio del mundo los carismas que el Señor nos ha regalado y tratando de llevar su luz a aquellos con quienes hacemos vida común.

Tratemos de llevar la luz de jesús a quienes sufren las crisis de nuestra historia presente, a quienes padecen las tinieblas del encarcelamiento y de la condena, del éxodo y de la división de las familias, del hambre y de la injusticia socio política de nuestro tiempo.

También en las sombras de nuestra historia presente quiere Cristo hacer brillar su luz entre nosotros y hacer resplandecer su verdad y su justicia.

¡Que Dios Todopoderoso y la santísima virgen María bendigan Venezuela!

Feliz Domingo, día del Señor.