CALDERA: Aprendiz de demagogo revolucionario, por Baldomero Vásquez

CALDERA: Aprendiz de demagogo revolucionario, por Baldomero Vásquez

 

Se cumplieron 25 años del golpe militar fallido contra el régimen democrático que ejecutara el fallecido Presidente Hugo Chávez. Es el mismo lapso de tiempo que nos separa de otro acontecimiento histórico: el discurso que aquel día pronunció el ex-presidente Rafael Caldera ante el Congreso Nacional para referirse a la intentona golpista (1).

La relevancia de aquel Discurso se ve magnificada porque, en los hechos, el mensaje del Dr Caldera sustituyó al que debieron dar los militares involucrados en el golpe de estado. De parte de éstos no hubo ningún planteamiento que justificara su acción, solo silencio de ideas. Aparte del fugaz “Por ahora” del jefe de la asonada, no difundieron ninguna definición ideológica, programática, que revelara las razones de su acción como tampoco los propósitos de su quehacer futuro al tomar las riendas del poder.





El mensaje de esa pieza oratoria del Dr. Caldera captó la atención de todos los venezolanos y le hizo un daño irreparable a la democracia porque quien aparecía ante el pueblo ofreciendo razones que justificaban el golpe no era un militar, sino un civil, pero no cualquier civil, sino un ex-presidente, cofundador del régimen democrático y de una organización pivote del bipartidismo (COPEI). Ahondemos, entonces, en el Discurso.

Nos serviremos de las categorías elaboradas por el politólogo Juan Linz para analizar el mencionado Discurso y que hemos tomado de su libro de 1978: “La quiebra de las democracias” (2). Linz agrupa los distintos tipos de oposición de acuerdo con su grado de compromiso con el sistema democrático. Según este criterio de homogeneización, los opositores a un régimen democrático entran en alguna de estas tres categorías: “Oposición leal, desleal y semileal”.

La “oposición leal” es la de los partidos que adversan al partido de gobierno, al cual aspiran sustituir pacíficamente por vía electoral, y que se consideran parte del sistema democrático; por tanto, están comprometidos incondicionalmente con la defensa de sus bases morales, legales e institucionales. La oposición leal se pone a prueba en situaciones de grave crisis porque está dispuesta a sacrificarse por la democracia para preservarla y evitar su caída.

La “oposición desleal” es la que realizan aquellas organizaciones políticas con tienen como fin destruir, incluso por vía violenta si es necesario, el régimen político democrático. Es una oposición antisistema que actúa dentro del régimen democrático, aprovechando las garantías legales, con la finalidad de derrocarlo. La experiencia ha demostrado que la oposición desleal crece en las épocas de crisis, ya que atiza al máximo los conflictos: escandaliza con las denuncias de corrupción de los gobernantes, manipula con el empobrecimiento creciente de los pobres que causan los ricos, deslegitima la democracia que califica de “burguesa”, etc. El interés de esta “oposición desleal” es convertir los conflictos sociales en insolubles para achacarle la ineficacia en resolverlos a toda la institucionalidad del régimen democrático (gobierno, parlamento, tribunales de justicia, partidos políticos, etc) y tomar el poder.

La “oposición semileal” la realizan partidos que no se han planteado por objetivo destruir la democracia, pero que al actuar con ambigüedad y oportunismo frente a ella, sobre todo en los momentos de crisis, terminan aliándose con la “oposición desleal” beneficiando sus intereses y contribuyendo al derrumbamiento de la democracia.

Citemos otra idea de Linz que juzgamos de gran valor para nuestro análisis, ya que nuestro planteamiento central es que el mencionado discurso del ex-presidente Caldera fue pronunciado desde el campo de la “oposición semileal” al sistema democrático:

“Un indicador de conducta semileal es la disposición a animar, tolerar, disculpar, cubrir, excusar, o justificar las acciones de otros participantes que van más allá de los límites de las pacíficas y legítimas pautas de conducta en una democracia. La violencia política, el asesinato, las conspiraciones, los golpes militares fallidos y los intentos revolucionarios sin éxito son situaciones en las que se pone a prueba la semilealtad.”

Lo primero que llama la atención del discurso del ex-presidente Caldera, y que marca su tono, es la frase con la que inicialmente se refiere al golpe militar: “el deplorable y doloroso incidente de la sublevación militar”. Con el calificativo de “incidente” redujo, prácticamente, a nada el cuestionamiento al Golpe de Estado.

En otro segmento, tras la ambigua frase “los graves hechos ocurridos en el día de hoy en Venezuela”, agrega que “esa gravedad nos obliga a todos, no sólo a una profunda reflexión sino a una inmediata y urgente rectificación”. Rectificación que exige al Presidente, pues expresa que pidió la palabra para: “Transmitirle desde aquí al señor presidente de la República y los dirigentes de la vida pública nacional, mi reclamo, mi petición, mi exigencia, mi ruego, en nombre del pueblo venezolano, de que se enfrente de inmediato el proceso de rectificaciones que todos los días se está reclamando”. Ante la situación que se estaba viviendo, sin duda, era un planteamiento favorable a los militares que habían levantado las armas de las Fuerzas Armadas en contra de la constitución y la democracia y nefasto para los militares leales al sistema democrático que arriesgaron su vida para defenderlo.

Al entrar el ex-presidente Caldera en consideraciones de mayor profundidad, señala que la causa más importante de la estabilidad de la democracia venezolana ha sido: “la decisión del pueblo venezolano de jugárselo todo por la defensa de la libertad, por el sostenimiento de un sistema de garantías de derechos humanos, el ejercicio de las libertades públicas que tanto costó lograr a través de nuestra accidentada historia política”.

Planteamiento de un inequívoco contenido principista a favor de la democracia que era necesario continuar sosteniendo, pero que, lamentablemente, el ex-presidente inmediatamente desvalorizó afirmando:

“Debo decir con honda preocupación que la situación que vivimos hace más de treinta años no es la misma de hoy”…“no encuentro en el sentimiento popular la misma reacción entusiasta, decidida y fervorosa por la defensa de la democracia”…”no hemos sentido en la clase popular, en el conjunto de venezolanos no políticos y hasta en los militantes de partidos políticos ese fervor, esa reacción entusiasta, inmediata, decidida, abnegada, dispuesta a todo frente a la amenaza contra el orden constitucional”.

Con ese argumento se adelantó a uno similar expuesto por otro importante opositor semileal, el politólogo Alberto Arvelo Ramos. Éste en su panfleto “EN DEFENSA DE LOS INSURRECTOS” (3) señaló que aquel 4 de febrero hubo un PLEBISCITO SILENCIOSO del pueblo venezolano en contra de la carcomida democracia. Era tal el rechazo, añade Arvelo, que el pueblo llegó a preguntarse a sí mismo “¿Qué tipo de dictadura estoy dispuesto a aceptar?”. Una especulación, a nuestro juicio, realmente delirante.

El ex–presidente Caldera como aprendiz de demagogo revolucionario

Volvamos al Discurso. Por si eso fuera poco, el Dr. Caldera diría una frase, propia de demagogos revolucionarios,  que no debió pronunciar nunca:

“Es difícil pedirle al pueblo que se inmole por la libertad y por la democracia, cuando piensa que la libertad y la democracia no son capaces de darle de comer”.

Planteamiento inconsecuente con la larga trayectoria democrática del ex-presidente, y que, como hemos dicho, es propio de las oposiciones desleales que atacan a la democracia por la ineficiencia del gobierno para derrumbarla.

Llevó tan lejos ese argumento, que lo utilizó para objetar la solidaridad expresada por los presidentes Bush, Mitterrand, Felipe González y otros, con nuestra democracia frente al golpe de Estado. Estas fueron sus palabras:

“Yo quisiera que los señores jefes de Estado de los países ricos que llamaron al presidente Carlos Andrés Pérez para expresarle su solidaridad en defensa de la democracia entendieran que la democracia no puede existir si los pueblos no comen”.

Para desgracia de los venezolanos, con su mensaje del 04 de febrero de 1992, el ex-presidente Caldera colocó su legitimidad carismática, siempre leal con los valores de la libertad y la democracia, del lado de la oposición desleal que perpetró el golpe de Estado. Sus palabras infringieron una herida moral a las ideas de los civiles de sustentación del sistema democrático. Contribuyó, seguramente sin proponérselo, en gran medida a que los militares golpistas de 1992 tomaran el poder por vía electoral seis años más tarde e iniciarán el camino de la destrucción del sistema democrático que él había contribuido a construir.

Ya en el presente, encaminado el país hacia una dictadura, aspiramos a que la profundidad de las raíces de la democracia sembrada en el alma de los venezolanos, impida semejante tragedia para nuestro pueblo. Si así ocurriera, paradójicamente, se reivindicaría la figura histórica del Dr. Caldera, pues a la solidez de esas raíces dedicó la mayor parte de su vida

 

1) Discurso del Dr. Rafael Caldera.

Sesión conjunta del Congreso de la República. 04 de febrero de 1992

Video. Parte I: https://www.youtube.com/watch?v=OLTJyXYLK38

Parte II: https://www.youtube.com/watch?v=DWeYh_sUdZ8

2) LINZ. J. La quiebra de las democracias. Ed. Alianza Universitaria. 1996.

3) ARVELO A (1992). En Defensa de los Insurrectos. En: El Dilema del Chavismo. Una incógnita en el Poder. El Centauro, ediciones, Caracas 1998.  Resumen en: Revista SIC:

http://gumilla.org/biblioteca/bases/biblo/texto/SIC1992542_78-79.pdf