José Ignacio Guédez: Rescatando a Maneiro

 

 

Basta leer la transcripción de la entrevista televisada que al principio de los ochenta le realizó Carlos Rangel al fundador de La Causa R, Alfredo Maneiro, para entender la originalidad del pensamiento “demócrata radical” de ese filósofo de la política venezolana, el cual no pudo culminar su tesis producto de una temprana y repentina muerte. Recordarlo, interpretarlo y entenderlo en este momento, cobra total pertinencia no solo por el hecho de conmemorarse el aniversario ochenta de su natalicio, sino sobretodo por las circunstancias históricas actuales que plantea con más vigencia que nunca el dilema entre democracia y militarismo.





 

En la citada entrevista Rangel trata de acosar a Maneiro con el tema del marxismo, obteniendo respuestas de un tenor insospechado que vale la pena recordar. A la primera acusación de marxista, Maneiro, quien nunca negó su referente ideológico de origen, le restó importancia a la etiqueta aclarando que hay igual o más diferencias entre quienes se consideran marxistas que entre aquellos y sus contrapartes ideológicas. A la segunda ofensiva del genial entrevistador, Maneiro despacha el asunto diciendo que en ningún caso pretende convertir el dogma marxista en propaganda partidista, entre otras cosas porque no quiere “conquistar el cielo  con escapulario ajeno”. Pero Rangel no se da por vencido en su objetivo periodístico de etiquetar a su entrevistado diciéndole que el Manifiesto Comunista habla de abolir la propiedad privada, a lo que Maneiro responde que ese mismo texto también dice que el objetivo máximo es la profundización de la democracia, cerrando el debate con esta frase inmortal: “Para nosotros, el problema es la democracia y la solución es la democracia”.

 

Cuando esa entrevista fue transmitida en Venevisión yo apenas tenía tres años de edad, pero eso no me impide opinar ahora que en el citado contrapunteo entre esos dos grandes filósofos venezolanos del siglo veinte, se encuentra la partida de nacimiento del Centro más auténtico y democrático conocido en el país. Maneiro, filósofo al fin, entiende a Marx  dentro de su tiempo y espacio sin pretender perpetuarlo en dogma universal. Le da el valor histórico que tiene sin desmeritar la evidencia incuestionable de que en su nombre se han oprimido a los pueblos una y otra vez. Por eso dejó al Partido Comunista y se negó a conformar el MAS justamente por creer que este no había superado tampoco aquellas etiquetas ideológicas que atentaban con el objetivo real de la democratización de la sociedad. La Causa R de Maneiro fue quizá el primer (quizá el único) partido que convirtió a la democracia en su única ideología superando todo complejo dogmático.

 

Por eso Maneiro fue uno de los pocos que advirtieron las nefastas consecuencias que iba a traer al país la cultura del rentismo petrolero en la que los beneficios sociales ya no iban a ser producto de la lucha de base sino de la voluntad arbitraria de quién administre dicha renta. Para Maneiro era una aberración y perversión los aumentos salariales por decreto, ya que lo importante para él no era el beneficio en sí, sino el formato democrático de la lucha para que los derechos fueran tales y no mecanismos de control social. Este pensamiento antipopulista no se conseguirá en ninguna izquierda y tampoco en ninguna derecha conocida en Venezuela, ya que ambos extremos parecen coincidir en el  propósito de perpetuar una hegemonía a través del secuestro de la industria petrolera.

 

Cuando en esa misma entrevista le preguntaron a Maneiro sobre la causa de la victoria apoteósica que su movimiento sindical con Andrés Velásquez a la cabeza acababa de obtener en Sidor, Maneiro se limitó a sentenciar que lo único que le ofrecieron a los obreros de las empresas básicas fue “la democracia sindical” desconocida hasta entonces. Exponiendo ideas a través de un folleto periódico llamado “Matancero”, Maneiro y sus pupilos lograron convocar a la masa obrera en torno a ideas y a cambio de participación real y poder de decisión. No fue ofreciendo bolsas de CLAP. La democracia era un fin en sí mismo, y así lo habían entendido los obreros más importante del país en ese tiempo. Igual de elocuente al pensamiento demócrata radical es el caso de la lucha por la municipalización de Catia y del proceso de descentralización en el país, así como tantos otros que en su corta carrera política Maneiro impulsó.

 

Por eso es que ofende tanto la expropiacion de su figura de parte de una cúpula militarista y antidemocrática que contradice en lo más profundo su pensamiento. Ponerle a un monopolio estatal de papel periódico con el que se censura y coarta la libertad de pensamiento, el nombre del fundador del primer diario sindical que le dio tribuna a los obreros para su lucha contra el poder establecido, es un crimen histórico. Este Gobierno enemigo de la libertad sindical que destruyó el salario por decreto y que ahora no es capaz ni de convocar unas elecciones regionales, no puede seguir utilizando el nombre de Alfredo Maneiro, quien además advirtió en esa tan citada entrevista hace treinta y cinco años lo siguiente: “Quienes suen?an con solucionar este pai?s por la vi?a de una dictadura ilustrada o de un nuevo mesianismo no so?lo esta?n equivocados, sino que su equivocacio?n, eventualmente, puede dan?ar al pai?s”. Y así fue.

 

Decir que hace falta un Maneiro ahora es no haber entendido nada su planteamiento político, por lo que no voy a invocar a quien además no conocí. Pero la vigencia de sus ideas me obliga a rescatarlo como referente en esta lucha que seguimos dando por la democracia verdadera. No tengo duda que la democracia se recupera ejerciéndola, quizá sea ahí donde hemos fallado como oposición. Por eso es que desde el partido que él fundó hoy decimos, reivindicándolo, que “La Causa es la Democracia”.

 

JOSÉ IGNACIO GUÉDEZ

Secretario General de La Causa R

Twitter: @chatoguedez