Leonardo Padrón: El país es una novela que nadie quiere ver

Leonardo Padron

 

Escribir forma parte del menú básico de la existencia de Leonardo Padrón. Así lo admite, con una evidente dosis de certeza y pasión que reafirma su condición de escritor, poeta, guionista y ensayista. El autor de historias que han recorrido el teatro, la radio, el cine y la televisión, confiesa que actualmente “se encuentra en uno de los momentos con mayor trabajo en su vida”, publica 2001.





Carlos Carreño Zabala [email protected]

Aún así, este enamorado del país y opositor declarado al Gobierno Nacional ofrece parte de su perspectiva sobre la realidad venezolana, la cual califica como “una mala telenovela”, muy acorde a las que se ven hoy en la televisión criolla.

-Para muchos la situación del país es una telenovela, ¿cómo va esta trama?

-Actualmente el país se parece a una telenovela con exceso de truculencia, donde los personajes pierden coherencia dramática, hay exceso de melodrama y de cursilería porque los personeros del régimen son tóxicamente cursis y donde todos los eventos que ocurren sobrepasan lo inverosímil. Este relato está desbocado, anarquizado y transmite exceso de violencia.

-Usted menciona que se trata de una mala telenovela, ¿considera que se ha pretendiendo alargar el desenlace?

-Generalmente las historias que se tratan de alargar es porque están dando muy buena sintonía, pero esta es una novela que nadie quiere ver, y tan es así, que cada día hay más cadenas presidenciales porque quieren obligarnos a ver cómo hablan esos personajes y cómo intentan eternizarse en el poder. Ésta es una novela que debió haberse terminado hace muchos años e incluso ésta es una historia en la que Venezuela no debió haber caído y es un error colectivo porque debemos recordar que Chávez llegó al poder por los votos.

-¿Qué cree que ha retrasado el final de esta historia?

-Sin duda alguna, las estrategias muy hábiles del régimen para preservarse y las miserias y mezquindades que a veces triunfan en el ámbito opositor han hecho que esta historia se esté alargando más de lo debido y de una manera insoportable, tanto que ya todos queremos apagar este canal de televisión.

-¿Cómo ha hecho la cultura para sobrevivir en esta situación?

-Le ha costado muchísimo porque en buena medida ha sido diezmada como tantos ámbitos de la vida nacional. Yo siento que nos ha hecho mucho daño la diáspora. Se ha ido demasiado talento y gente valiosa que contribuía de una manera muy nítida a construir un tejido cultural.

-¿Seguirá la cultura a flote?

-La cultura siempre se las apaña para seguir existiendo, incluso en los episodios más oscuros de la historia. Aquí van a seguir escribiéndose libros, componiéndose canciones, pintándose cuadros, estrenándose obras de teatro y eso está ocurriendo a pesar del agobio porque los creadores tienen que seguir ejerciendo su oficio así como el medio tiene que seguir operando.

-Hay quienes interpretan sus tuits como una intervención directa de su parte al terreno político, ¿está metido en la escena política de este país?

-¿Qué venezolano en estos momentos no está salpicado por la política? La política se nos metió en todas partes y cuando la política te invade de esa manera, tienes que reaccionar y esa reacción se convierte en un discurso político. A mí me encantaría estar dedicado exclusivamente a mi trabajo pero es imposible soslayarse de una realidad tan tóxica y tan opresiva. Además, sería inmensamente irresponsable que uno se quedara callado cuando ve la estampida de venezolanos que se están yendo del país o la cantidad de venezolanos que se están muriendo de mengua. Yo creo que estoy ejerciendo mi responsabilidad de ciudadano que le duele este país hasta las entrañas.

-Hablando de las emigraciones, ¿ha pensado en irse en algún momento?

-Creo que no hay venezolano que no haya pensado en irse por más que uno ame entrañablemente este país. Yo no puedo sentenciar nada. Mi apetencia y mi deseo más íntimo es permanecer. Posiblemente me pueda tocar por razones de trabajo viajar y volver pero si esa circunstancia me ocurre, yo mi casa no la voy a vender, por ejemplo. Nunca quemaría las naves radicalmente.

-¿Ha contemplado alguna condición para irse?

-En este momento pienso es en cómo frenamos la monstruosidad que está ocurriendo a propósito de la inminente ilegalización de los partidos políticos incluyendo a la MUD y de la cancelación de las elecciones regionales este año. Cuando uno escucha a un diputado como Héctor Rodríguez decir que actualmente las elecciones no son prioridad para el país, lo que está diciendo es que la democracia no es prioridad. Está demostrando de la manera más explícita la naturaleza dictatorial del régimen.

-Si es así, ¿por qué no se han prendido las alarmas de la democracia?

-Porque hay distintos voceros de la oposición que tienen diversas etiquetas para definir al régimen. Creo que a estas alturas del partido vale la pena que unifiquemos todos la etiqueta que merece este gobierno. Si todos los venezolanos llegamos a entender que efectivamente estamos viviendo bajo una dictadura, creo que se generaría una reacción que implicaría asumir formas distintas de lucha.

-¿Esas formas distintas de lucha que hay que asumir pasan por una reestructuración de la oposición venezolana?

-Tanto se les ha dicho pública y privadamente eso que ellos mismos ya han hecho su “mea culpa” y habrá que esperar lo que implica para el país lo que ellos llaman el nuevo gobierno de la MUD. Yo solamente espero y aspiro que de verdad logren concertar una unidad que no esté nada más integrada por partidos políticos sino por distintos sectores de la sociedad civil.

-¿Se sumaría a esa iniciativa?

-Yo tengo mucho rato a través de mis escritos opinando sobre cómo pienso que se debe actuar, e incluso muchas veces me he reunido con voceros de la oposición y les he expresado mi opinión. A mí no me gusta mucho el anuncio que acaban de hacer sobre una suerte de mesa colegiada donde habrá cuatro voces porque siguen siendo las mismas voces. Creo que un verdadero refrescamiento contemplaría incorporar voces que no provengan de las canteras de los partidos políticos sino de la academia, del movimiento estudiantil, de los sindicatos, de los intelectuales, entre otros.

-Es imposible no pensar en el diálogo entre el Gobierno y la oposición. ¿Qué opina de esta iniciativa auspiciada por el Vaticano?

-Creo que caímos en una trampa extraordinariamente diseñada y que el Vaticano también cayó. Hay que reconocerle al régimen que es inmensamente hábil para tender trampas y que tiene un talante moral bastante cuestionable, y a los líderes de la oposición reconocerles que a veces pecan de candorosos.

-Admite algunas habilidades del Gobierno. ¿En qué otra cosa el Gobierno ha sido particularmente hábil?

-El Gobierno está básicamente apelando a esa clásica desinformación de la gente, a esa manera sumisa de actuar como para donde lo llevan, como para donde lo arrastra la corriente. El chantaje populista del que ha hecho gala el chavismo durante 17 años sigue presente. Es escandalosa la forma en que el Gobierno ha manipulado a la gente de las zonas populares para perpetuarse en el poder, y ahora el Carnet de la Patria no es más que una estrategia electoral que forma parte de esos pequeños señuelos y espejismos clásicos de la revolución.

-Hoy es el Día de la Juventud en el país. ¿Tiene Padrón algún mensaje para los jóvenes venezolanos?

-Es difícil dar un mensaje, pero les diría, en todo caso, que no es la única generación que se ha encontrado con un país adverso. En todos los países y en todas las épocas ha habido décadas complicadas, algunas más terribles aún que las que estamos viviendo nosotros y generalmente esa sociedad lucha por derrumbar la oscuridad que la oprime.

-¿Cómo terminará esta trama nacional?

-Creo que Venezuela va a terminar saliendo de esta camisa de fuerza tan opresiva que tiene y es vital para este país que ese movimiento sísmico de libertad sea protagonizado en buena medida por muchos de sus jóvenes pero también por muchos de los que no son tan jóvenes, es decir, nos toca a todos los que nos duele este país tener la lucidez necesaria, exigirles a nuestros líderes la asertividad y la pertinencia de reconducir los pasos que vienen para definitivamente salir de la pesadilla. Nos toca, es un mandato de los tiempos históricos, recuperar la libertad.