Omar Villalba: Carnavales: Pan y Vino, sin pan y sin vino

Omar Villalba: Carnavales: Pan y Vino, sin pan y sin vino

 

thumbnailOmarVillalbaJUL2016

¡Pan y Circo! Es una expresión de origen romano, en la que se hace alusión a un momento vivido por este imperio; en el cual los emperadores deleitaban a la plebe con juegos y comida. Esto se hacía para mantener la popularidad, si el emperador tenía a la plebe contenta, los senadores y cualquier otro aspirante al trono se lo pensaría dos veces antes de intentar alguna aventura. En el punto más decadente del  imperio, esta actitud se volvió una constante, llegando al punto que el romano promedio estaba todos los días en el circo máximo viendo los juegos, ya fuesen peleas de gladiadores, carreras de caballos entre otras obras.





Esta actitud pasaría a formar parte del acervo político de los herederos de Roma, siendo una constante en el Imperio Romano Oriental; donde las carreras de cuadrigas serian clave para mantener al pueblo calmado. Tal era el impacto de aquel evento, que una vez prohibido el pueblo se alzó y casi acaban con el imperio.

Otros pueblos seguirían esta línea a través del tiempo: El Imperio Francés sería uno, el abuso de esta técnica fue uno de los tantos catalizadores que dieron origen a la Revolución Francesa. Pero, no solo  en la antigüedad se abusó de esta estrategia, el régimen nazi se caracterizó por su maquinaria propagandística y el abuso de esta estratagema durante el ascenso de Alemania. Lo mismo hizo el Duche en Italia, y así otros grandes tiranos del siglo XX.

Esta táctica política es atractiva e interesante, porque al satisfacer las necesidades  básicas de los ciudadanos, a este le importará poco que esté haciendo, o dejando de hacer, el gobierno. He hecho este preámbulo, porque en la actualidad vivimos una historia similar.

Venezuela vive un momento crítico, en el ámbito político y económico. El barril de petróleo esta a un nivel muy bajo, la producción ha caído y con ello los ingresos de la republica se han visto menguados. La calidad de vida del venezolano cayó sustancialmente, y si a eso le sumamos la variable inseguridad que campa a sus anchas, tenemos el cóctel ganador.

Estos problemas, que he acotado no son recientes, sino de vieja data. Para ser sincero son fallas estructurales, producto de una élite que se ha mantenido en el poder, pero no ha hecho nada para mejorar las condiciones de sus gobernados. Una élite que ha olvidado el verdadero sentido del buen gobierno, tal como dijo una vez el Libertador hablando sobre cuál es la mejor forma de administración: “El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”  en vez de ello se han concentrado en mantenerse en el poder; y para hacerlo se han valido de cualquier estrategia, cada una más onerosa que la anterior; pero la más destacada y vergonzosa ha sido el Pan y Circo.

En Venezuela la gente se está muriendo de hambre, está viendo como su calidad de vida ha menguado; algunos han llegado al extremo de comer de la basura o alimentarse de animales como palomas, entre otros. En Venezuela muchas personas víctimas de enfermedades crónicas y mortales —como el cáncer por ejemplo— tienen que ver como la vida se les escapa entre los dedos porque las medicinas que necesitan no se encuentran. Ni hablar, por ejemplo, de las mujeres agobiadas por no encontrar píldoras anticonceptivas, dado que el gobierno no quiere asumir los costos de importarlas. Y como esos, muchos casos…  pero el más drástico, el más kafkiano ha sido el último, Caracas pasará cerca de  cuatro días sin agua, pero el gobierno ha invertido unos cuantos millones para que los venezolanos disfruten del carnaval. Eso sin contar lo que se ha invertido en los operativos de seguridad ¿De verdad creen que los venezolanos estarán de ánimo para irse de asueto?

Por su parte me pregunto ¿Si ha tanto dinero, porque no se invierte en mejorar la calidad de vida de los ciudadanos? ¿Por qué no se invirtió ese dinero para hacer las reparaciones que se pretenden hacer estos cuatros días, con tiempo, de tal forma que el suplicio sea mínimo? Si hay tanto dinero para derrochar en pan y circo ¿Por qué no se invierte en mejorar la calidad de vida del venezolano? O peor aún, si los ingresos del país han caído drásticamente ¿De dónde ha salido tanto dinero?

Estas interrogantes no tiene una respuesta sencilla, y mucho menos, agradable. Lo que es peor, hablan muy mal de la opinión que tiene la revolución del ciudadano. Para ellos somos unas bestias hedonistas, que están más interesados en la bebida y el asueto, en vez de mejorar la calidad de nuestras vidas. Para la revolución, el venezolano lo que desea el beber y retozar en vez de alcanzar una solución a sus problemas económicos y… sobre todo, políticos. Creen que estamos dispuestos a sacrificar nuestra sanidad y estabilidad mental en pro de un fin de semana de asueto. ¡Como si hiciesen falta! Recordad que venimos del asueto “zamorano”.

Dicho esto, es evidente que para el gobierno el pueblo caraqueño no es prioridad. Su principal objetivo es mantenerlo embrutecido y distraído, saciando sus bajos instintos, de esta forma no prestaran atención a los problemas primordiales. Por eso, yo les exhorto a demostrarle lo contrario, debemos quitarnos las gríngolas que nos han puesto. Hay que ser más crítico, y preguntar exigir respuestas, pero por encima de ello respuesta a los problemas que nos aquejan.

Compatriotas, no esperemos que el gobierno venga a resolvernos los problemas. Debemos poner de nuestra parte, poner manos a las obras, pero por encima de ello debemos dejar de hacerle el juego a la “revolución” debemos evitar caer en sus redes de embrutecimiento.

Levantemos entonces nuestra voz, y recordémosle a quienes nos gobiernan, que ellos están en el poder gracias a nosotros, que se deben a nosotros, a nuestro bienestar… y que este no se alcanza a través del Pan y el Circo, sino de las mejoras sustanciales de nuestra calidad de vida. Mejoras, que a la larga, nos permitirán disfrutar y sacar provecho al tiempo de nuestra vida.