Pedro Carmona Estanga: Venezuela, ¿un estado fallido?

Pedro Carmona Estanga: Venezuela, ¿un estado fallido?

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El kafkiano cuadro de Venezuela sume a la población en la desesperanza, aunque muchos mantienen una firme lucha contra la dictadura que oprime al pueblo. Hace poco me preguntaba un intelectual colombiano cómo era posible que los venezolanos aguantaran hambre y hurgaran en las basuras, o que morían por falta de medicinas o asesinados por el hampa, y que la clase media estuviese pauperizada, sin que algo ocurriera. La respuesta no era fácil, pero le respondí: un pueblo subyugado por un Estado omnipotente y por el terror, no es capaz de sobreponerse fácilmente, pero llega el día en que se rebela contra el yugo; es explicable la desesperanza, pues el régimen ha sido implacable y la desunión cunde en las toldas opositoras, pero no hay dictaduras eternas y la crueldad siempre termina mal. Hasta Stalin pronunció la frase: “Cuando la dictadura es un hecho, la revolución es un derecho” para justificar el movimiento bolchevique; como es del caso recordar a Albert Camus: “La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios sino sobre las faltas de los demócratas”, reflexión pertinente para la crisis venezolana, en la cual se afincan las garras de un régimen forajido que se tomó el poder y arruinó a la nación, con una respuesta errática de los sectores opositores, como si se estuviese enfrentando a demócratas.

Desde mi último desahogo en este Blog ha corrido mucha agua bajo el puente: se esfumaron las esperanzas del referéndum revocatorio, el régimen burló al pueblo anulando la Asamblea Nacional y el mandato constitucional de convocar a elecciones de gobernadores y alcaldes en diciembre pasado, mientras la crisis humanitaria se acentúa, fracasó un remedo de diálogo que solo sirvió para ganar tiempo y oxigenar al régimen, y la economía continúa hundiéndose, provocando la agravación de la pobreza y el deterioro continuo de la calidad de vida de los venezolanos.





El régimen responde con la cantaleta de la guerra económica y las agresiones del imperialismo, acentúa la militarización y la represión contra la disidencia, ignora la voluntad popular, garantiza la impunidad a los involucrados en corrupción, narcotráfico y violación de los Derechos Humanos, y busca asideros en los movimientos extremistas mundiales, en especial el Foro de Sao Paulo. La comunidad internacional comienza a reaccionar sumando voces de denuncia ante una situación que no solo concierne a los venezolanos como es el latiguillo oficialista, sino que al tratarse de una crisis humanitaria y casi un genocidio, atañe a la comunidad mundial. Las voces de rechazo crecen con pronunciamientos de Jefes de Estado o de Gobierno, NNUU y la OEA, intelectuales y dirigentes políticos, que claman por el cese a la represión, el derecho a elegir de los venezolanos, la liberación de los presos políticos y la apertura a la asistencia internacional humanitaria, hasta ahora rechazada por un gobierno que con ello agrava el sufrimiento del pueblo. Pero a su vez, se amplía la lista de funcionarios acusados por Estados Unidos de lavado de activos y narcotráfico, situación que ha tocado a figuras tan relevantes como el Vicepresidente Ejecutivo El Aissami y la familia presidencial.

Es triste constatar hasta dónde ha llegado la tragedia de manos de la camarilla gobernante, la cual no tiene límites en el cinismo al proclamar que el país está bien, y que todo es producto de una campaña de desprestigio internacional. En ello ha estado acompañada por la voz de Raúl Castro, virtual copresidente de Venezuela, a quien tuvieron la osadía de colocarle la banda presidencial al conmemorarse cuatro años de la muerte de Chávez, ocasión en la que reiteró el respaldo de Cuba al totalitarismo chavista, en retribución a los recursos y el poder estratégico que se le ha entregado.

El trofeo atribuible al Socialismo del Siglo XXI se ve reflejado en los siguientes datos principales:

– Venezuela registra el nivel más bajo de reservas internacionales en décadas: US$ 10.500 millones, por la aniquilación del aparato productivo, la extinción de las exportaciones no petroleras y la quiebra de PDVSA. Un 50% del parque industrial está destruido, y sobrevive solo un tercio de los establecimientos agrícolas y comerciales. La que fue segunda empresa energética del mundo es calificada hoy como la peor empresa del planeta. El gobierno ha vendido oro de las reservas para proveerse de caja, y ha comprometido activos en garantía de préstamos, como es el caso de Citgo y las ventas de petróleo a futuro a China y Rusia.
– Venezuela registra el récord de endeudamiento de su historia: US$ 150.000 millones entre PDVSA y el Estado. En el 2017, deberá pagar US$ 9.700 millones como servicio de la deuda, generando preocupaciones por el riesgo de “default”, o la necesidad de liquidar más activos.
– Los ingresos de divisas de Venezuela dependen en 96% de las exportaciones petroleras. Es el nivel más alto de la historia, acentuando la vulnerabilidad de la nación, en contravía con los indispensables objetivos de diversificación económica.
– Venezuela registra el récord de inflación mundial en los últimos años, pulverizando el poder adquisitivo del salario. En 2016 habría alcanzado un 600%, y el FMI pronostica que si no hay corrección de rumbos, podría llegar en 2017 a 1.700%.
– Ningún país en guerra registra el índice de desabastecimiento de alimentos y medicinas de Venezuela de un 80%. La masa que no puede hacer las tres comidas al día, es alarmante.
– Venezuela acumula la devaluación mayor de su historia en los últimos 18 años. De Bs. 500 por dólar promedio en 1998 se cotiza hoy en el mercado paralelo por encima de 4.000.000 de bolívares viejos, es decir 8.000 veces más que la que paridad que recibieron.
– Venezuela se ubica en el Índice de Corrupción de Transparencia Internacional como el país más corrupto de América Latina, y el noveno del mundo durante dos años consecutivos.
– Venezuela encabezó el índice mundial de miseria en 2016 del Instituto Cato, Universidad Johns Hopkins, desplazando a Siria, hecho que toca al corazón de la revolución socialista.
– Venezuela es el segundo país más inseguro del mundo. De 20 homicidios por cada 100.000 habitantes en 1998 ha pasado a 92, y Caracas a 119, primera capital del planeta. Así, en el país mueren asesinadas 30.000 personas por año, más que en cualquier guerra reciente.
– El país de inmigración y de oportunidades muestra hoy una cifra cercana a los 2.000.000 de emigrantes, en la que ha salido parte esencial de su talento humano a cerca de 90 países, destacando Estados Unidos y España con un 80% del total.
– Venezuela es el puente del 50% de la cocaína exportada por Colombia, permeando a todos los estamentos de la sociedad venezolana, en especial a altos círculos oficiales y militares.
– Los ingresos petroleros recibidos por el régimen, estimados en cerca de US$ 1 billón (millón de millones) superan los presupuestos nacionales desde Páez a Caldera II, lamentablemente malversados o saqueados, sin que la población perciba un mejoramiento de su nivel de vida.
– Enfermedades endémicas como la malaria, dengue, zika y afines, han crecido en los últimos años en forma exponencial; la malaria ha aumentado en 630% en los últimos 15 años.
– Venezuela es el tercer peor país para la creación de empresas del mundo, pues el estatismo, los controles y las condiciones adversas, lo hacen virtualmente inviable.

Triste balance, tristes récords, y negro futuro. Solo un cambio sustancial de políticas permitirá sacar al país del caos y la anarquía en que se encuentra. Si con estos simples datos, amén del descalabro fiscal y tantos otros desbarajustes, el pueblo no asume con determinación la defensa de sus derechos fundamentales, quizás sean los ecuatorianos los que nos estén mostrando que lo del Bravo Pueblo nos está quedando grande, y que ellos lo están asumiendo en su país con coraje.

“Para la verdad, el tiempo; para la justicia Dios”