El derecho al voto y la validación, por @lmesculpi

El derecho al voto y la validación, por @lmesculpi

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Un rasgo distintivo de los regímenes democráticos es el ejercicio del voto, constituye  uno de los instrumentos fundamentales  a través del cual se ejerce la voluntad popular. Ese ejercicio caracteriza a los sistemas políticos donde existe y se respeta el estado de derecho que consagra la libertad y el pluralismo.

En los regímenes autoritarios y dictatoriales no se realizan verdaderos procesos electorales y cuando se efectúan son el resultado de la lucha y la exigencia popular; eso nos enseña la experiencia histórica en todos los lugares donde se ha enfrentado a este tipo de gobierno, igual en nuestro país la lucha por la conquistas de las libertades democráticas han planteado siempre la realización de elecciones libres.

El gobierno disimulaba su carácter autoritario con el argumento de la numerosa celebración de procesos electorales en estos diez y ocho años, más allá de las condiciones ventajistas, del uso y abuso de los recursos del estado y de la parcialidad del órgano electoral, les permitía cubrir el requisito de la llamada “legitimidad de origen” aunque su desempeño cada día se aproximaría más a acentuar su carácter autoritario.





La disposición a efectuar numerosos comicios fue una manera de afianzarse en el poder y confirmar su hegemonía, porque no existía el peligro de perderlos; jugaban con los tiempos, los recursos y la anuencia del CNE. Ahora aún cuando disponen de ventajas semejantes, están conscientes que sufrirían un aplastante derrota en cualquier consulta electoral, por ello manifiestan su renuencia a realizarlos.

Las maniobras inconstitucionales  para  impedir que el pueblo se expresara en el referéndum revocatorio y la posposición indefinida de las elecciones regionales, muestran nítidamente las intenciones y el carácter no democrático de la sinarquía gobernante. Ahora, la validación de los partidos se convierte en pretexto para no fijar la fecha de las elecciones que se debían hacer en diciembre pasado, si bien es cierto la ley contempla que las organizaciones políticas al no haber participado con su tarjeta  en dos procesos electorales nacionales, deben renovar su inscripción ante el CNE, esta vez inventaron un conjunto de limitaciones para dificultar al máximo el cumplimiento de esa exigencia.

En el campo opositor resultó polémica la decisión de concurrir a la jornada de validación, a pesar de los obstáculos conocidos, los resultados de los dos primeros fines de semana demuestran la justeza de optar por la participación; dos importantes partidos (Avanzada Progresista y Voluntad Popular) lograron -inicialmente- salvar todos los obstáculos y cumplir con la meta. Se habría cometido un error garrafal con la abstención, aunque comprendemos la decisión de las organizaciones que forman parte de la MUD y decidieron no participar, ellas asumieron el comportamiento de respetar la posición de quienes concurrirán a la validación.

En los regímenes autoritarios no hay que subestimar ningún resquicio que posibilite la movilización popular, el uso de su propia “legalidad” para acumular, consolidar las fuerzas y avanzar. La lucha política no es desahogo, se trata de comprender la realidad y a partir de ella pugnar por la transformación del actual estado de cosas, no podemos sustituir lo existente solo con nuestros deseos.

El diccionario de la Real Academia define el verbo validar como: “dar fuerza o firmeza a algo, hacerlo valido”; precisamente de eso se trata, del fortalecimiento de los partidos políticos, para que puedan ejercer -unitariamente- el papel de convertirse en instrumentos fundamentales para la lucha por el cambio social y político, sin despreciar el rol que las organizaciones sociales pueden cumplir.

Junto a la validación, está planteado el rescate del derecho al voto, ese propósito  al igual que las jornadas actuales, posibilitarán la movilización de centenares de miles de personas en la calle, para fortalecer las herramientas decisivas que permitirán alcanzar el cambio político, lograr la gobernanza y la estabilidad de un futuro gobierno de unidad nacional.