Orlando Viera-Blanco: CAP: “Hubiese preferido otra muerte…”

 

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“Los pueblos hacen historia cuando su moral desborda el interés personalísimo del poder por el poder.”





Mientras Venezuela arde, el primer mandatario le ha dado por ir al cine.  Sin duda lo hace muy escoltado y apertrechado, por lo que no dudo que ante la petición “de un fardel de cotufas”, el cabo de turno no tardará complacer el antojo. Mientras los venezolanos se arrastran en las calles hurgando en basura, nuestro mandatario sale a ver comiquitas. Bueno Presidente, yo le voy a contar otra “película”…

Érase una vez una Venezuela pujante, próspera, orgullosa de su historia y gentilicio. Misma en la que se formó vuestro comandante HCHF. Una Venezuela con defectos y carencias, pero jamás asediada por la miseria y el odio que nos consume. Un país que llegó a cifrar la movilización social mas notable de LATAM y que salió de la ruralización a una velocidad que ninguna otra nación ha logrado en la subregión. Que entró en la modernidad con regias infraestructuras, corredores viales, ciudades universitarias, hospitales y parques industriales, arruinados por un segador que esquilmó la friolera de 1.4 millones de millones de dólares. Nadie en el mundo asimila la destrucción de la belleza y riqueza de un país como Venezuela.

No hay “guerra” que lleve a un país a tanta desolación. Ahora pretenden blindar “el califato rojo”, apadrinando fortunas de imberbes, rojos y verdes, comparables a las de Trump, Bezos, Gates o Buffet, y cuya sumatoria es inferior al saqueo republicano de la era Chávez (dixit FMI). Pero esta podredumbre colmó el alma degollada de la gente. Los venezolanos decentes, estafados y míseros, se rebelan. Ya no marchan. Batallan por acabar con el gaudeamus, hacer justicia y vivir en paz. No tienen nada que perder. Lo perdieron todo. Tampoco adonde ir porque por carecer de medios o no querer huir. Ya no visten de cine o clases de tango. Visten con kits de desobediencia civil. Se perdió el miedo y el respeto. No volverán a casa hasta lograr el cambio político que negaron con el voto. Es lo que Gustave Lebon llama en su “psicología de las masas”, el movimiento incontenible de las muchedumbres, de inteligencia emocional más que racional, que lleva a cambiar la historia de la humanidad. [Historia que libran mis compatriotas “vestidos de gala libertaria”, con la bandera en la espalda y otro tricolor en la nariz-sic].

Y es un proceso irreversible. El gobierno está atrapado en la irascibilidad y la deshonra que provocan sus agresiones y humillación. Desvergüenza que es el gran motor de la intransigencia colectiva. Reprimen con gas, plomo, pimienta y cárcel, y el pueblo reacciona con ímpetu, rabia, desenfado y más voluntad.  Nada contendrá unas multitudes que decidieron: ¡Ya basta!. No sólo de opresión sino de cinismo. De un atropello histórico que la propia FGR dijo “no poder acompañarles”. Impudor que se hace elocuente cuando los venezolanos ven a la canciller-muy sonriente y trajeada de lino degustando des crevettes à la citronnelle en Pensilvania Av., mientras nuestros jóvenes y viejos tragan gas vencido con azufre.

Esta es la película que nos han mostrado por más de 18 años. Un país muy noble y bien dotado, que no tolera un día más de sable, plomo y chacota. Un país hacedor de convivencia e inmigrantes, convertido en epicentro de radicales, polarización y éxodo. Una película que la gente decidió pararse y dejar de contemplar, para ponerle fin. Un guion de inmoralidad, jactancia e insolencia que la historia de la humanidad-desde Sodoma y Gomorra hasta nuestros días-no ha absuelto. Venezuela ha sido desfigurada por una ruindad criminal que ha despertado lo que llama Le Bon, “un alma colectiva enfurecida con una fuerza moral superior a la de sus líderes”. Heroísmos irrefrenables, “siempre femeninas, siendo las más femeninas de todas, las masas latinas, donde quien se apoye en ellas-sentencia el sociólogo francés-puede ascender muy alto y con mucha rapidez, pero bordeando sin cesar la roca Tarpeya, porque con certeza, serán precipitados desde ella algún día…”

La dignidad se desbordó. Qui résiste, résistera…Resistencia decretada por un colectivo cuya irritabilidad cambia las ideas por los sentimientos, y el yo y por el todos– alumbrando una fogosidad que no hay fusil, gas o ballena que la contenga. Es el alma colectiva encolerizada, que no va de nobleza, comprensión, ni temor, hacia unos verdugos que no la han tenido con ellos [revolución francesa]. Es la historia de una bella nación profanada por un desprecio salvaje disfrazado de socialismo-a lo militar y miliciano-donde las instituciones no son hijas de las ideas, los sentimientos y las costumbres, menos del espíritu del pueblo hecho constitución, sino a imagen y semejanza del caudillo.

Como vaticinó valientemente Carlos Andrés Pérez, aquel 20/05/1993, cuando la otrora CSJ decidió mérito para enjuiciarle, profetizando su defenestramiento del poder: “Hubiese preferido otra muerte”…Pues nada. En los guiones de Disney no aparecen los clivajes de “como bordear sin cesar la roca Tarpeya…” Las masas no bailan vals en palacetes. Los pueblos hacen historia cuando su moral desborda el interés personalísimo del poder por el poder.  CAP lo entendió y la historia lo absolvió. ¿Lo entenderá Ud.? ¿Lo absolverá a Ud.? (to be continue…)

@ovierablanco