Pedro Carmona Estanga: A 15 años de #11A de 2002, Memorias para la juventud venezolana

Marcha11ABR2002

 

Quince largos años han transcurrido desde ese clamoroso día de abril en que, al despuntar el alba, el pueblo de Caracas se dispuso a salir multitudinariamente a la calle a protestar contra la autocracia chavista, la cual con sus tentáculos y nexos castristas asfixiaba a la institucionalidad republicana en Venezuela, razón de sobra para solicitar la renuncia de Hugo Chávez de una manera cívica y pacífica. Fue indetenible la voluntad de la marcha para continuar desde PDVSA al Palacio de Miraflores, pese a que clamé desde la tribuna de Chuao llegar solo hasta la Avenida Bolívar. La represión desatada por los círculos bolivarianos en las cercanías del Palacio no se hizo esperar, atendiendo a los llamados que desde Fuerte Tiuna hacían el Ministro de la Defensa José Vicente Rangel y otros líderes chavistas. Aunque el gobierno intentó luego reescribir la historia, los pistoleros oficialistas de Puente Llaguno fueron vistos por el mundo en tiempo real cuando disparaban contra la marcha, con un resultado de 19 muertos y decenas de heridos. La pretensión de achacarlos a comisarios y policías de Caracas fue infame, y por esa causa varios siguen pudriéndose en las mazmorras del gobierno, mientras que los pistoleros fueron elevados a la categoría de héroes. La intención de Chávez ese día era reprimir con armas de guerra a la manifestación pacífica que se dirigió a Miraflores, y ante ello obtuvo la digna respuesta de altos oficiales en la línea del “Plan Ávila” de desconocer las órdenes presidenciales, hecho que desencadenó en la noche del 11 A el anuncio de la renuncia de Chávez por parte del más alto vocero militar, General Lucas Rincón, “la cual aceptó”.





A partir de allí, se intentó formar un brevísimo gobierno provisional, como ocurrió en 1958, para llamar a elecciones limpias e inmediatas bajo la supervisión de la OEA, la primera de ellas, la parlamentaria en 90 días, y la segunda, la presidencial en 180 días, para restablecer plenamente el hilo constitucional, ya alterado por Chávez desde la forma de la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente, hasta la conculcación de la independencia de los Poderes Públicos, como ha continuado ocurriendo centenas de veces en estos 18 años, de una manera impúdica y despótica.

Es bueno recordar a los jóvenes que han crecido bajo el chavismo, que los dos intentos de golpe de Estado contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez en febrero y noviembre de 1992 no fueron un hecho casual, sino la materialización de los planes conspirativos de Chávez con la logia militar que logró formar en el Ejército, para atentar contra la institucionalidad democrática. Los golpistas fueron apresados tras la rendición de Chávez el 4F y juzgados por una Corte Marcial, pero la democrática Corte Suprema de Justicia anuló sus actuaciones, tras lo cual Chávez se negó a someterse a juicio, hasta recibir del Presidente Caldera en 1994 el sobreseimiento de la causa, para emprender la conquista del poder mediante otra forma de lucha, la electoral, aconsejada por Fidel Castro.

Tan pronto como Chávez salió de la cárcel de Yare en 1994, durante la cual gozó de todas las garantías y un amplio régimen de visitas, emprendió su nueva estrategia política, y al poco tiempo fue invitado por Gustavo Petro a Colombia y alojado en su casa, para recorrer sitios históricos y realizar contactos con la izquierda colombiana. Pero el punto culminante fue la invitación que le formuló Fidel Castro para visitar La Habana en diciembre de 1994, en la cual fue recibido con altos honores. Las imágenes están vivas: un Chávez casi desconocido, líder del MBR200, vistiendo un liquiliqui azul, deslumbrado al abrazar a Fidel en persona, quien con astucia le organizó un brillante acto en la Universidad de La Habana. A partir de allí, Fidel se convirtió en su mentor político y padre afectivo, pues fue capaz de escudriñar en su alma, identificar los vacíos emocionales y llenarlos con magia sagaz, generando en Chávez eternos sentimientos de lealtad y subordinación.

Así lo comentó el diario oficial del Partido Comunista cubano Granma en un reportaje, al referirse las continuas visitas de Chávez a Cuba:

“En aquella oportunidad (1994), Fidel rindió honores de Jefe de Estado a Chávez, vislumbrando sus cualidades excepcionales como líder político y discípulo de Bolívar y de Martí. En la década transcurrida, Chávez ha cultivado una amistad entrañable con Fidel y el pueblo cubano”.

Chávez emprendió así, de la mano fidelista y de figuras como Luis Miquilena y José Vicente Rangel, la campaña que lo llevó al poder con un mensaje populista, explotando el desgaste sufrido por los gobiernos de los 40 años anteriores, y enarbolando como “leitmotiv” la lucha contra la pobreza y contra la corrupción, ambas llevadas hoy a los niveles más agudos de la historia. Chávez negó sus nexos con Cuba, prometió ser demócrata, respetar la iniciativa privada, oír la voz del pueblo, tolerar la disidencia y no ser obstáculo para la alternabilidad democrática. Pero el mismo día de su juramentación ante la “moribunda” Constitución de 1961 anunció su modificación, y convocó inconstitucionalmente mediante un referéndum consultivo a una Asamblea Nacional Constituyente, y luego, mediante artilugios, se apoderó de la mayoría absoluta de la ANC, hizo aprobar a pupitrazos la Constitución “bolivariana”, y entre una Constitución y otra, creó un Congresillo con poderes supraconstitucionales para burlar la nueva Carta Magna, según él la mejor del mundo, y emprender el plan absolutista de subordinación de los poderes públicos al Ejecutivo.

A 18 años de inicio del golpe continuado de Chávez contra la democracia y de suplantación del sistema republicano por uno de inspiración castrocomunista, y a 15 años del 11 A de 2002, admito que fue una oportunidad perdida y nunca he eludido responsabilidades, pero es simplista adjudicar solo a quien esto escribe las cargas del fracaso, pues fueron muchos los factores y actores que confluyeron en ese “tsunami”, no asociado a un plan conspirativo elaborado.

Es por ello pertinente en esta fecha, rememorar algunos pasajes de la historia de esos tiempos:

1) Fui siempre consistente en mis percepciones sobre las amenazas del fenómeno chavista y sus consecuencias, desde etapas muy tempranas. En marzo de 1992, a pocos días de la primera intentona golpista de Chávez contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, escribí en el Diario El impulso de Barquisimeto sobre la situación del país, los aciertos y errores de los gobiernos que habían ejercido el poder, el deterioro de los partidos políticos, y los recursos malgastados en tiempos de abundancia bajo una mentalidad rentista colectiva, pero rechacé con firmeza que ello hubiese sido utilizado por Chávez como bandera para tratar de interrumpir el hilo democrático. Al respecto, destaqué en uno de los párrafos:

“Me horroriza y preocupa pensar que por muy poco, pudo haberse abierto un capítulo de dolor y sangre en la historia contemporánea de Venezuela, y que hubiésemos retornado a la inestabilidad, a las luchas fratricidas y al predominio de la violencia. Rechazo que en aras de una supuesta moralización, un grupo minoritario haya querido sentirse dueño de los destinos del país, dispuesto a eliminar físicamente a un grupo de dirigentes nacionales, y a hacer retroceder a Venezuela en décadas, sumiéndola en el gorilismo y en el aislamiento mundial”…. “Constituye una insensatez que en ciertos sectores de la población se piense con ligereza que hubiese sido mejor que prosperara el golpe. He convivido en otros países de América Latina con dolorosas experiencias de gobiernos de fuerza, que luego se convirtieron en pesadillas y en largos períodos de oscurantismo y retroceso. La historia de Venezuela está también llena de dramáticos capítulos en ese mismo sentido. Pero sería también una insensatez no percibir en toda su dimensión el delicado momento que viven nuestras instituciones republicanas, y la extraña convergencia de posiciones entre ambiciosos, descontentos y conspiradores de oficio que quisieran ver de vuelta al gorilismo en Venezuela, los cuales son por desgracia, más numerosos que los comprometidos en la revuelta”…

El 15/8/1998, en un artículo en El Universal de Caracas, analicé la comparecencia de los candidatos presidenciales a la Asamblea de Fedecámaras realizada en Margarita, y expresé:

“Fue importante que los candidatos presidenciales escucharan las inquietudes del empresariado, representado en los doce sectores de cúpula agrupados en Fedecámaras, los cuales aspiran, más allá de los diagnósticos, a soluciones de fondo para los problemas políticos, económicos y sociales que aquejan a la nación. De dichos foros se evidenció la diferencia entre las propuestas del candidato Chávez y el resto de los aspirantes, con especificidades propias de cada uno. En efecto, mientras la mayoría coincide en la necesidad de impulsar las reformas en un marco democrático y de entendimiento, el candidato radical insiste en “extirpar” el orden existente, convocar a una Constituyente que cabalga sobre la voluntad del “soberano”, ante la cual no hay Constitución ni leyes que se opongan; insiste en la moratoria parcial de la deuda externa, cuestiona a PDVSA, la política de inversiones para aumentar la capacidad de producción, así como su estrategia de internacionalización, y expresa la voluntad de colocarla bajo una lupa interventora, que trasluce la visceral influencia de sus más cercanos asesores. Chávez trató de justificar el frustrado golpe del 4F, interpretando libremente el juramento militar y el papel mesiánico de las corrientes que lo impulsaron al infausto hecho. No pudo ocultar su sesgo autoritario, pese a que trató de moderar el temor de los empresarios, al indicar que no atentaría contra la libertad de empresa, en aparente discrepancia con los documentos elaborados por sus asesores. Con todo, la mayoría de los delegados mantuvo sus preocupaciones ante las tesis del candidato, coincidiendo con el alto nivel de rechazo que genera nacionalmente”.

Más tarde, en plena la campaña presidencial el 12/9/1998, en el artículo: “El efecto Chávez”, en El Universal, comenté lo siguiente:

“Así denominan el demoledor efecto político provocado por el candidato del MVR-MAS, en atención a su mensaje radical y anacrónico, el cual exacerba diferencias entre los venezolanos y genera incertidumbre, estimulando la retracción de inversiones, la fuga de capitales y la inclinación de los ahorristas a resguardar sus patrimonios en divisas, pues en él se perfila un estilo autoritario de gobierno, con fuerte sesgo hacia el estatismo y el populismo económico. Se trata de un fenómeno cuantificable y quizás más dañino que los efectos “tequila” o el más reciente efecto “vodka”. Chávez es asociado a un pasado violento y de faccionalismo en las Fuerzas Armadas, y no ha ocultado simpatías hacia las revoluciones latinoamericanas y nefastos gobiernos de Juan Velasco Alvarado en el Perú (ver palabras de Chávez en la Universidad de La Habana). Además, el mensaje del excomandante va perfilando sus verdaderas intenciones detrás de un proyecto constituyente omnipotente, por encima del cual solo estaría Dios, y que no se sujetaría a los preceptos vigentes con miras a suplantar los poderes públicos. Chávez desliza desde ya la posible extensión del período constitucional y la extirpación del orden existente, sin que sepamos cuál sería el nuevo. Asoma pues entre las sombras como la punta de un témpano un proyecto riesgoso, autoritario y mesiánico, que es percibido con legítimo recelo por todo aquel que analice sus posible efectos”…. “Los defensores de una Constituyente democrática afirman que todo intento de imponer autoritariamente una Asamblea que no cumpla con las normas de la Constitución del 61 supondría un golpe de Estado, y el Presidente del Congreso recuerda que según el artículo 150 de dicha Carta, todo ciudadano tendría el deber de colaborar al restablecimiento de su vigencia”…

En otro artículo en el mismo Diario, el del 10/10/1998, afirmé:

“Se aproxima la fecha de un proceso electoral que marcará el futuro de Venezuela durante por lo menos los próximos 50 años. Más de una vez hemos errado en el pasado al elegir a nuestros gobernantes, y por ello hemos pagado un alto costo, pero nunca en la historia contemporánea la coyuntura ha sido tan determinante como esta para el destino de la nación”…

Finalmente, en vísperas de la elección presidencial, el 21/11/1998 en el artículo “6 de diciembre: La Gran Encrucijada”, en El Universal de Caracas, aseveré lo siguiente:

“…se trata de elegir o a Chávez, oscura opción nacida del resentimiento, el golpismo y la violencia, con vínculos con el llamado Foro de Sao Paulo, opción que supone profundizar fracturas en la sociedad venezolana que desatarían un clima de antagonismos y enfrentamientos, además de un quiebre institucional de alcances impredecibles, que incluye entre otros a las Fuerzas Armadas, ya divididas a raíz del 4F, al igual que al nuevo Congreso y a la sociedad civil, si se impone sobre la voluntad mayoritaria una Constituyente que no se ajuste a los procedimientos de la propia Carta Magna. A la conflictividad y la tendencia totalitaria del chavismo se suma el peligro de políticas inspiradas en una visión populista, rentista e intervencionista del Estado, que alejaría la inversión, agravaría los desequilibrios, la recesión y el desempleo, a contravía del empeño de los demás países de la región, empeñados en poner en orden sus economías, impulsar la modernización e implantar políticas favorables al desarrollo y al mejoramiento del nivel de bienestar de la población”….

Fueron esas admoniciones, a manera de crónica de una muerte anunciada, que el país no quiso ver. Chávez asumió en efecto la línea revolucionaria que se temía, tras lo cual defendí en artículos e intervenciones los acuerdos tripartitos de reforma a la Ley Orgánica del Trabajo y del sistema de seguridad social de 1997, calificados como “La Misión Imposible” en un libro de Aurelio Concheso, y luego ignorados por Chávez. Me jugué en defensa de la propiedad privada, pues ya en marzo de 1999 se habían producido 1.700 invasiones a fincas, alentadas o toleradas por el gobierno, así como por la preservación de una PDVSA profesional y no política. Como Vicepresidente de Fedecámaras acompañé al Presidente Brito en el cumplimiento de la decisión de la Asamblea de la institución de promover el NO a la nueva Constitución, por haber sido aprobada en forma hegemónica, sin consulta con la sociedad civil, por su carácter estatista, por la alteración del equilibrio de poderes que contenía, y porque la mayoría chavista en la AN había precipitado su aprobación, llegando incluso a cambiar el nombre de la República de Venezuela. Así llegamos a un 28 de julio de 2001, en que fui electo en Maturín como Presidente de Fedecámaras, con una mayoría abrumadora sobre mi contendor Alberto Cudemus, de simpatías oficialistas.

2) Pese a mis ejecutorias, al asumir la presidencia de Fedecámaras no dudé en tender públicamente puentes al Presidente Chávez con miras a un mejoramiento de las relaciones, e intenté persuadirlo en reuniones personales sobre la necesidad de abrir espacios de diálogo que, por encima de las diferencias, permitieran debates sobre temas de alto interés nacional. Chávez me escuchó, no sin defender su capacidad de decisión, y aceptó abrir una mesa de conversaciones presidida por Jorge Giordani, pero la misma no fue sincera, solo buscó llenar las formas, y concluyó abruptamente en noviembre de 2001 cuando el gobernante impuso los primeros 49 Decretos Leyes en temas cruciales, hecho que nos forzó a pasar a una etapa de protestas. Antes, advertí personalmente a Chávez que ese paso conduciría a un choque de trenes y casi le supliqué sin éxito, que lo evitara. En ese momento entendí que Chávez no quería pasar a la historia como un estadista, que aglutina y concierta, sino como un revolucionario, disruptivo, que impone y destruye el orden existente.

3) Mis actuaciones previas a la crisis de abril: el paro nacional del 10 de diciembre de 2001; la firma con la CTV y el acompañamiento de la Iglesia en marzo de 2002 de las “Bases para un acuerdo democrático” en la Quinta La Esmeralda; el apoyo a la CTV en el paro del 9 de abril de 2002; la participación en la marcha del 11 A, y la coordinación con las Cámaras de base y la sociedad civil, fueron cumplidas con sujeción a los acuerdos de los órganos de decisión de Fedecámaras, como consta en las actas que reposan en la institución. Pero mis ejecutorias a partir del 12 A tuvieron un carácter personal y solo con mi conciencia, sin comprometer en forma alguna a la organización de cúpula empresarial que presidía.

4) No busqué ni ambicioné encabezar el gobierno provisional, cuyo único objetivo era la inmediata relegitimación de los Poderes Públicos, llamando al pueblo, depositario del Poder Constituyente Originario, a la renovación de los mismos mediante el sufragio. Pero no eludí la encomienda solicitada, pues aprecié el delicado momento histórico que se vivía. Al reunirme con altos oficiales en Fuerte Tiuna en la madrugada del 12 A, cuando se sabía ya la inminente renuncia de Chávez, les manifesté que solo aceptaría presidir la transición si se comunicaba de manera diáfana al país que la misma no había sido buscada por mí, sino que respondía a un pedido, pues ellos deseaban que recayese en un miembro de la sociedad civil. Mi escogencia obedeció quizás al hecho de ser políticamente independiente, y al liderazgo nacional que había alcanzado con el rotundo éxito del primer paro nacional que me correspondió liderar el 10 de diciembre de 2001, en protesta por las reformas cruciales al régimen legal impuestas mediante los 49 Decretos-Leyes ya comentados.

5) Se tejieron muchas conjeturas en esas horas, una de ellas que había dejado de lado a la CTV. Lo cierto fue que desde Fuerte Tiuna insistí en solicitar al Presidente de la CTV Carlos Ortega, con quien siempre mantuve una buena relación, que se apersonara en el Fuerte pues ocurrirían acontecimientos importantes, pero él eludió mi llamado por razones que respeto, dando lugar a decisiones que podrían haber sido diferentes. A la directiva de la CTV le aseguré el 12 A el respeto a las conquistas laborales, y ofrecí luego al segundo en la jerarquía de la confederación la Vicepresidencia Ejecutiva de la República, que no llegó a concretarse. No es tampoco cierto que mi escogencia haya obedecido a una decisión del Cardenal Ignacio Velasco, como es inexacto que existió un ambiente favorable en la Asamblea Nacional para reconocer al gobierno de transición, y que se haya frustrado por una negativa de mi parte.

6) Algunos atribuyen al Decreto constitutivo de la transición la causa del fracaso, pero no hubo rigidez de mi parte en rectificarlo y solicitar a la Asamblea Nacional que asumiera el curso de la provisionalidad. Más determinante fue la resistencia que prevaleció esa noche en un grupo de altos oficiales de las FAN ante la posibilidad de que Chávez viajara a Cuba como estuvo dispuesto, atendiendo el pedido de Castro. Estos sostenían que era inadmisible que Chávez saliera a Cuba pues tenía las manos manchadas de sangre, que el país jamás lo entendería, que sería una traición a la patria, y que debía permanecer en Venezuela y responder ante la justicia. Ello antes de que yo recibiera la encomienda de encabezar el gobierno provisional, pues los únicos que conversaron con Chávez fueron sus compañeros de armas, y cuando este se entregó en Fuerte Tiuna teniendo como únicos testigos al hoy Cardenal Porras y al Obispo Azuaje y se le negó el viaje a Cuba, en ese mismo momento quedó sellada prematuramente la suerte del gobierno de transición. De otra parte, algunos dirigentes y comunicadores no entendieron que el propósito de la provisionalidad era salvar la democracia mediante el llamado a elecciones generales (excepto de Gobernadores y Alcaldes), como por coincidencia hoy se solicita. Hubo casos, como el del inefable jurista Herman Escarrá, que se dedicó a sembrar dudas en altos oficiales de la FAN como si se tratara de una crisis jurídica y no política, confundiendo entre otros a los Generales Vásquez Velasco y Alfonso Martínez, mientras en cuadros medios de las FAN se solicitaba ver la renuncia escrita de Chávez para confirmar el anuncio hecho por el General Lucas Rincón.

7) Otros atribuyen a la designación del Vicealmirante Héctor Ramírez Pérez en el Ministerio de la Defensa la causa del debilitamiento de la provisionalidad, sin reparar en que había divisiones en el seno del Ejército asociadas a ambiciones personales, lo cual provocó una pérdida crítica de tiempo en las horas iniciales, hasta asegurar la unidad de mando el día 13 A, ya tarde, con un alto mando consensuado: el General más antiguo del Ejército al frente del Ministerio de la Defensa, y el General Vásquez en la Comandancia General del Ejército.

8) Al final, la debilidad de algunos actores castrenses, y la tenaz negativa del General Vásquez a remover a comandantes como el General García Carneiro y el Comandante de la Guardia de Honor del Palacio de Miraflores, alentó al General Baduel a actuar, y al Comandante del Batallón de la Guardia de Honor Coronel Morao y sus soldados, quienes tenían las llaves del arsenal militar de Miraflores, a usar las armas para ejecutar la retoma del Palacio. Yo pude salir de Palacio segundos antes, advertido por la Casa Militar, me dirigí a Fuerte Tiuna y así, al atardecer del 13 A, tras la pérdida de Miraflores y decepcionado ante tantas inconsistencias, anuncié al país la renuncia a la presidencia del gobierno de transición, mientras ocurría la reaparición del Vicepresidente Diosdado Cabello, quien había permanecido oculto y fue juramentado en forma írrita por el Presidente de la AN, hecho que, pese a todo, acaté. Así se cerró un momento crucial de la historia, que habría podido evitar la tragedia que hoy vive Venezuela, la cual se veía venir en toda su feroz dimensión.

9) No es correcto afirmar que el 11 A marcó la radicalización del régimen. Chávez juró al regresar ante un crucifijo rectificar “en todo lo que tuviere que rectificar”, reincorporó a funcionarios de PDVSA expulsados, abrió un diálogo fallido con la oposición que encabezó José Vicente Rangel, y me concedió el obligado salvoconducto para perfeccionar el asilo en Colombia, una vez calificado por el gobierno del Presidente Andrés Pastrana. Fue más bien a raíz de la prolongación de la crisis política a lo largo de 2002 y del paro petrolero de diciembre 2002-febrero de 2003, cuando Chávez destituyó a más de 20.000 funcionarios de PDVSA, impuso el control de cambios e hizo purgas en las FAN. Recuérdese que aún a mediados de 2002 ocurrieron las protestas castrenses de la Plaza Altamira, y que, en agosto de 2002, el TSJ sentenció que en abril no había ocurrido un golpe de Estado sino un vacío de poder, liberando a cuatro Generales y Almirantes, decisión que generó la ira de Chávez, la descalificación y remoción del Magistrado ponente, y la intervención del Poder Judicial.

10) A quienes han hecho analogías entre el 11 A y el “Madurazo” de 2017, les digo que en aquel momento medió una renuncia y un vacío de poder, con un compromiso de convocar a elecciones inmediatas, restituir la vigencia de la Constitución del 99, y con una abismal diferencia en cuanto a valores y principios personales. Además, dispuse por voluntad propia en el Decreto constitutivo del gobierno de transición que yo no podría aspirar a ningún cargo de elección popular, es decir que después de las elecciones me alejaría totalmente del escenario político. Por el contrario, el chavismo se perpetúa en el poder, niega la voluntad popular, el derecho al voto, jura que no permitirá jamás a la oposición llegar a Miraflores al costo que sea, amenaza con incendiar o enguerrillar al país, destruye instituciones, aísla a la nación y reprime sin clemencia a la disidencia. Que no haya pues lugar a comparaciones.

Al realizar este recuento, dedicado a las nuevas generaciones, añado que en el libro “Mi Testimonio ante la Historia”, escrito y publicado Caracas y Bogotá en 2004 y 2005, se recogen más detalles sobre los hechos de esos días. El mismo está agotado y fue prohibido en Venezuela a raíz de la demanda introducida por una conocida jurista, pero está disponible en el Blog: www.pcarmonae.blogspot.com habiendo recibido más de 12.000 consultas.

Considero además del caso intentar un esbozo sobre cómo a lo largo de estos 18 años no solo ocurrió el revés del 11 A, sino que las fuerzas democráticas y la sociedad en su conjunto han incurrido en errores u omisiones aprovechados por un régimen para el cual el fin justifica los medios:

1. Sin pretender hacer un balance de las debilidades y fortalezas de los 40 años anteriores, durante los cuales hay etapas claramente diferenciadas, los partidos políticos pecaron en su momento en no propiciar la renovación generacional, la actualización doctrinaria, y no asumieron una lucha frontal contra la corrupción y el clientelismo. De las realizaciones, que fueron muchas, y de su comparación con el caos actual, se ha ocupado el excelente libro: “Del Pacto de Punto Fijo al Pacto de La Habana” coordinado por José Curiel.

2. Las fuerzas democráticas fueron benevolentes con Chávez y sus compañeros tras los golpes de abril y noviembre de 1992, y más tarde, en 1998, lo enfrentaron electoralmente divididas con 10 candidatos, entre ellos Henrique Salas Römer (Proyecto Venezuela), Luis Alfaro Ucero (AD) e Irene Sáez (Copei). El intento de unificación de última hora en torno a Salas Römer no tuvo efectos, pues ya era incontenible el ascenso de Chávez.

3. El país subestimó claramente el riesgo de Chávez y su mensaje populista, cuyas intenciones estaban evidenciadas en las entrevistas que este concedió al historiador Agustín Blanco Muñoz a lo largo de seis meses, plasmadas en el libro “Habla el Comandante”. Se subestimó también el apoyo internacional que recibió Chávez de Cuba, del Foro de Sao Paulo y de países del Medio Oriente, incluso con contribuciones financieras a su campaña.

4. Durante el certamen electoral de 1998, muchos votantes creyeron que Chávez gobernaría con apego al Estado de Derecho, respetando a la disidencia, la propiedad privada y la iniciativa empresarial. El país, buscando un cambio dio un salto al vacío, pues los planes de Chávez eran llegar al poder por la vía electoral para sustituir el sistema democrático por uno de orientación socialista. Entre ingenuidad e incredulidad, se creyó que en Venezuela era imposible implantar un sistema comunista y que, en el peor de los casos, si Chávez no resultaba, no excedería 5 años en el poder como lo estipulaba la Constitución de 1961. Dirigentes políticos, ONG, medios y empresarios apoyaron a Chávez, y han llorado después amargamente su craso error. En el ambiente se sentían además los efectos del deterioro de la situación económica, con un petróleo a US$ 8 el barril que obligó a fuertes recortes presupuestarios, amén de las secuelas de la crisis bancaria de 1994-1995, y de los perversos efectos del binomio inflación-devaluación que se entronizó en el país desde los años 80, causante del desmejoramiento del nivel de vida de la otrora próspera clase media, y de la pérdida de la estabilidad macroeconómica que había caracterizado al país durante décadas.

5. Fue serio el error de conceder a Chávez el sobreseimiento de la causa por el delito de rebelión militar en 1992, en lugar de haberlo juzgado y si se deseaba, indultarlo mediante gracia presidencial. El máximo perdón allanó el camino al ascenso de Chávez al poder por la vía electoral, ayudado por la campaña de antipolítica desplegada por algunos medios y “Notables”, junto a las secuelas dejadas por las intentonas subversivas de Chávez de 1992, que influyeron en la destitución constitucional de Carlos Andrés Pérez en 1993, a ocho meses de concluir su mandato, acusado por el apoyo de US$ 17 millones, aprobado por el Consejo de Ministros, al naciente y frágil gobierno de Violeta Chamorro en Nicaragua. Esa trama conspirativa tuvo un alto costo político para el país, pues debilitó a las instituciones y a la dirigencia. No obstante, CAP aceptó el “impeachement” como un demócrata cabal.

6. Chávez arrolló a la clase política descalificándola, y asumió un poder omnímodo a partir de la nueva Constitución, entre otros mediante la designación a dedo de los integrantes de los Poderes Públicos, al margen de los procedimientos de la nueva Carta Magna. La Corte Suprema de Justicia no frenó las ambiciones de Chávez durante el año 1999, hasta que fue sustituida por el nuevo Tribunal Supremo de Justicia. Así, el régimen cooptó al Poder Electoral, pieza clave del proceso, al Poder Judicial mediante la ampliación del número de Magistrados y la designación de personas comprometidas políticamente, desplazando a los de carrera judicial y a más de 600 jueces. Hoy ningún magistrado o juez es capaz de actuar conforme a derecho o a su conciencia, menos después del encarcelamiento de la Juez Afiuni.

7. Chávez optó por gobernar mediante Decretos-Leyes en uso de poderes extraordinarios concedidos por la AN para lograr sus propósitos, ante lo cual, salvo en el paro del 10 de diciembre de 2001, la marcha del 11A y las protestas estudiantiles, el estamento político no enfrentó con firmeza sus tendencias autocráticas. Así, Chávez con cuatro Leyes Habilitantes, aprobó 215 Decretos-Leyes entre 2001 y 2012, y Maduro, con dos Leyes Habilitantes, 60 Decretos-Leyes entre 2013 y 2015. Maduro ha recurrido en tiempos recientes a Decretos de Emergencia Económica avalados por el ilegítimo Tribunal Supremo de Justicia, y prorrogados tres veces, para promulgar normas vitales en materia económica, como si se tratara de otra Ley Habilitante, sin aprobación previa de la AN. Pero allí siguen, aferrados.

8. Tras la crisis política del 2002 y del paro petrolero de 2002-2003, y desatendido el pedido de la oposición de creación de una Comisión de la Verdad para investigar la masacre de Puente Llaguno, durante el 2003 se intentó un mecanismo de diálogo auspiciado por la OEA y el Centro Carter, que conduciría al referéndum revocatorio del mandato de Chávez. El proceso de recolección de firmas se inició en agosto de 2003, pero fue torpedeado por el abyecto CNE; en ese entonces se introdujeron el voto electrónico y las máquinas biométricas para facilitar el fraude, además de las intolerantes represalias cometidas contra los firmantes del revocatorio a través de la tristemente célebre “Lista Tascón”. Así ganó Chávez el revocatorio, con el aval precipitado de Jimmy Carter y del Secretario General de la OEA César Gaviria. La oposición no enfrentó con decisión las reformas electorales que han facilitado los atropellos a la voluntad popular. Luego del referéndum, Chávez aceleró otros cambios en el sistema electoral e implantó las “misiones” para subyugar al pueblo.

9. Pese a todo, el pueblo rechazó las modificaciones constitucionales propuestas por Chávez en el referéndum realizado en 2007, destinadas a profundizar el Socialismo del Siglo XXI. Pero el gobernante se salió con la suya, pues mediante otra Ley Habilitante fue aprobando muchas de las reformas que le fueron negadas por el pueblo, y finalmente, mediante otra estratagema, logró la reelección indefinida en febrero de 2009 con el aval de la Asamblea Nacional dominada por sus fuerzas, y de otro certamen refrendario. La oposición no resistió el desconocimiento a la voluntad popular expresada en 2007, y reconoció el triunfo de Chávez, aunque muchos valientes jóvenes como Goicochea, Guevara, Smolansky, González, Moreno y otros del Movimiento Estudiantil Nacional, dieron la cara en sonadas protestas iniciadas a raíz del cierre de Radio Caracas TV, cuya consumación fue tristemente celebrada con la interpretación del Himno Nacional por la Sinfónica Juvenil de Venezuela dirigida por otro joven: Gustavo Dudamel. Más tarde, en enero de 2011, un grupo de estudiantes inició una huelga de hambre frente a las oficinas de la OEA demandando la evaluación del estado de los Derechos Humanos en Venezuela, en la cual se destacaron Lorent Saleh, de Juventud Activa Venezuela Unida (JAVU), Julio César Rivas y Alexander Tirado. Pero el esfuerzo juvenil fue ahogado por la represión oficialista, y de los presos, hoy pocos se acuerdan.

10. La abstención decidida por la oposición en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2005 en protesta por la falta de garantías, fue a la postre equivocada, pues permitió que pese a una abstención del 75%, el régimen copara la totalidad de las curules en la Asamblea Nacional, logrando así aprobar una agenda legislativa acorde a los designios del régimen. En ese entonces, la AN dictaminó que el Tribunal Supremo de Justicia no tenía facultades para modificar las actuaciones de la Asamblea Nacional, como no fuera para evaluar la constitucionalidad de las leyes. Pero hoy, el TSJ ha anulado la totalidad de los actos de la Asamblea electa en 2015, y ha asumido sus funciones en una forma ilegal y arbitraria.

11. Los militares pro gobierno tienen una inmensa responsabilidad histórica. Así, en contravención con lo establecido en el artículo 328 de la Constitución, han avalado que la FAN se coloque al servicio del régimen gobernante y participe en actos de proselitismo, propaganda y militancia política, prohibidos por el artículo 320. Han además prohijado que se etiquete a la FAN como revolucionaria, socialista y chavista, semilla de su propia destrucción, así como saludos militares de claro culto a la personalidad, el adoctrinamiento en su seno, la creación de milicias como componente de la FAN, y el ascenso de suboficiales a oficiales sin pasar por la Escuela Militar. Han consentido también en la entrega de armas a grupos paramilitares violentos denominados colectivos, que son privativas del estamento militar. En suma, han asumido un rol desviado de su función profesional, organizada por el Estado para garantizar la soberanía de la nación, la integridad territorial y el mantenimiento del orden interno. Tampoco han contribuido a desalentar las extralimitaciones del régimen. Desde la Constitución de 1811 el Poder Militar quedó subordinado a la autoridad civil, y ello fue ratificado en los artículos 328 y 330 de la Constitución de 1999, obligando a la sociedad a defender la autonomía de la FAN como institución al servicio de la nación y no de personas o gobiernos de turno. Por el contrario, la FAN actual ha afianzado una peligrosa politización de los militares y la militarización de la política. Y lo que es más grave, numerosos altos oficiales han sido comprados, o se han involucrado en actos de corrupción y felonía, entre ellos los Generales Reverol, Maneiro, Molina Molina, Rangel Silva, Alcalá Cordones, Acosta Carlez, Carvajal, el CN Rodríguez Chacín, cercanos a Diosdado Cabello y a Tarek El Aissmi, unos sirviendo de enlace con las FARC, otros acusados de narcotráfico y lavado de activos, otros ejerciendo altas responsabilidades ministeriales o de poder, bajo total impunidad.

12. El CNE aupó el ventajismo oficialista en las elecciones de 2013 que llevó a Maduro al poder tras la muerte de Chávez, y fue cómplice del fraude cometido contra el triunfo de Henrique Capriles. Este, con el argumento de evitar desórdenes o víctimas, desactivó a las fuerzas políticas y estudiantiles que estaban dispuestas a defender su triunfo de manera no violenta, y ello consolidó la victoria de Maduro, quien nunca debió tampoco ocupar el doble papel de presidente encargado y candidato, en violación a normas constitucionales.

13. En enero y febrero de 2014 se iniciaron protestas en San Cristóbal y Mérida tras la muerte del estudiante Héctor Moreno, el intento de violación de una estudiante de la ULA-Táchira, y la convocatoria hecha por algunos dirigentes políticos a la llamada “La Salida”. En esa ocasión los líderes estudiantiles Gaby Arellano, Villca Fernández, Roderick Navarro, Julio César Rivas, Douglas Morillo, Josmir Gutiérrez, Eduardo Bittar, Lorent Saleh, Juan Urdaneta, e Iván Uzcátegui, organizaron un bloque político junto a otros grupos juveniles. Las protestas arreciaron por la falta de alimentos, medicinas y la inflación prevaleciente, siendo reprimidas sin clemencia por las fuerzas del Estado y por los “colectivos” paramilitares. Fue cuantioso el número de muertos, heridos, detenidos y torturados, y jóvenes imputados por subvertir el orden; y en el caso de los Alcaldes Antonio Ledezma y Daniel Ceballos, fueron destituidos y apresados, en tanto que Leopoldo López, perseguido y acusado de estimular las protestas se entregó y fue condenado injustamente a 14 años de cárcel. A María Corina se le decretó prohibición de salida del país por su éxito internacional, pero Lilian Tintori y otras valientes damas han continuado la cruzada mundial por la liberación de presos políticos y los DDHH. En esos momentos, varios dirigentes opositores se deslindaron de “La Salida”, dejando solos a los detenidos y debilitando el espíritu de unidad. Fue también lamentable la deportación desde Colombia en 2014 de los jóvenes Lorent Saleh y Gabriel Vallés, pues hubiesen podido ser expulsados a otro país y no entregados a los verdugos. Ambos fueron confinados en la cárcel llamada “La Tumba”, con torturas psicológicas y físicas. Hasta el día de hoy no se les ha iniciado juicio, y pocos se acuerdan de ellos.

14. El contundente triunfo alcanzado por la oposición en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015, con 112 Diputados equivalentes a la mayoría absoluta, terminó en el desconocimiento de la voluntad popular por parte de un ilegítimo TSJ designado por el oficialismo en diciembre de 2015, y en la anulación absoluta de sus actuaciones. La nueva AN de mayoría opositora erró al no adoptar como primera decisión en enero de 2016 la destitución de los Magistrados designados en forma írrita días antes, y posteriormente, en no haber nombrado con celeridad a los nuevos Rectores del CNE, en lo cual el usurpador TSJ le ganó de mano, gracias también a la colaboración que brindó el partido político “opositor” de Manuel Rosales, Un Nuevo Tiempo, al impedir el quorum en la AN.

15. Entrado el año 2016, las fuerzas democráticas fueron acorraladas por el régimen para obstaculizar la convocatoria al referéndum revocatorio del mandato de Maduro, cumplida la mitad de su período según lo estipulado en la Constitución. La masiva recolección de firmas inicial fue anulada por el servil CNE, y el intento de revalidación de firmas fue después ahogado en forma definitiva por ese TSJ que actúa como bufete jurídico del gobierno. Ello movió a la convocatoria de la inmensa marcha realizada en Caracas el 1º de septiembre de 2016, la cual desbordó todas las expectativas, pero sin resultados. El manejo de la directiva de la MUD al cerrar la marcha de manera abrupta decepcionó a la entusiasta masa de protestantes, y desalentó a la población a volver a la calle, hasta el cambio ocurrido en 2017.

16. La apertura del diálogo promovido por Unasur, con la participación de los expresidentes Samper de Colombia, Zapatero de España, Fernández de República Dominicana y Torrijos de Panamá, al cual se invitó luego al Vaticano, desactivó la hoja de ruta decidida por la Asamblea Nacional en enero de 2017, cuando declaró roto el orden constitucional en Venezuela y el abandono del cargo de Nicolás Maduro. Aunque la oposición se levantó con posterioridad de la mesa de diálogo, por la nula voluntad del gobierno de cumplir los compromisos, el daño estaba hecho, pues no hubo revocatorio ni convocatoria a elección de gobernadores y alcaldes, colocando al país en un limbo y en un ambiente de abatimiento. El Vaticano erró en su percepción sobre la crisis política, aunque lo haya hecho de buena fe, generando malestar en la opinión pública venezolana. Por fortuna, la jerarquía eclesiástica venezolana ha sido clara en sus pronunciamientos, y ha cuestionado la farsa del diálogo.

17. A fines del mes de marzo de 2017 el TSJ propició un golpe de Estado, al desconocer mediante sentencias la inmunidad de los parlamentarios y asumir las competencias de la AN “mientras persista la situación de desacato”. Así mismo, el TSJ ordenó a Maduro que para garantizar la gobernabilidad del país adoptara las medidas civiles, económicas, militares, penales, administrativas, políticas, jurídicas y sociales para evitar un estado de conmoción. Agregó que “en el marco del estado de excepción y ante la omisión legislativa de la AN”, el Jefe de Estado podía “revisar la legislación sustantiva y adjetiva”, incluido el Código Penal, el Código Orgánico Procesal Penal y el Código Militar. Le solicitó así mismo una revisión de las relaciones internacionales, en especial las actuaciones de la OEA sobre la aplicación de la Carta Democrática Interamericana. Ante la inmensa presión nacional e internacional desencadenada, el régimen dio marcha atrás mediante vías ilegales a algunos apartes de las atroces sentencias, confirmando la falta de independencia de los poderes. Pero los Magistrados incurrieron en delitos que ameritan su remoción, además de que se mantuvo la anulación de las decisiones adoptadas por la AN, y la limitación a su autonomía para ejercer las funciones de control político y fiscal. Como remate, al cierre de estas líneas, la Contraloría General decretó la inhabilitación por 15 años de Henrique Capriles, en otro paso de provocación que confirma el golpe de Estado continuado del régimen gobernante.

18. Luis Almagro, Secretario General de la OEA con la anuencia de 20 países, presentó un informe de 132 páginas en junio de 2016 para activar la Carta Democrática Interamericana, argumentando que en Venezuela se había alterado del orden constitucional, aunque no hubo decisiones por parte del organismo. En marzo de 2017, Almagro presentó un informe actualizado de 75 páginas con los renovados atropellos del régimen venezolano contra los Derechos Humanos y la Constitución, planteando un plazo para la liberación de los presos políticos y la convocatoria a elecciones generales, so pena de que el país pudiere ser suspendido de la OEA. Dicho proceso, rechazado de manera grotesca por el gobierno se mantiene, aunque es difícil reunir las dos terceras partes requeridas para convocar a los Ministros, dada la “lealtad” de un grupo de países del ALBA, el Caribe y Centroamérica, por razones ideológicas o de retribución a la entrega de petróleo venezolano subsidiado a través de Petrocaribe. El Presidente de la AN Julio Borges sorprendió al declarar que Venezuela no debía ser suspendida de la OEA, como lo hizo antes Timoteo Zambrano de Un Nuevo Tiempo en nombre de la MUD, respecto a la decisión del Mercosur de suspender al país de sus derechos por incumplimiento de compromisos, o la postura asumida por Manuel Rosales en el tema del presupuesto nacional y regional, al igual que sobre el debate en la OEA y la elección de Rectores del CNE en la AN ya comentada. Posteriormente, el 3/4/2017 la OEA declaró por mayoría que en Venezuela existe “una grave alteración del orden constitucional” e instó al gobierno a reconocer a la AN. No se descarta la convocatoria a una reunión ministerial. Hay que aguardar su desarrollo futuro.

19. La recomposición de la MUD no ha sido convincente, y ello ha afectado el apoyo mayoritario que en las encuestas mantiene la opción opositora, merced a las inconsistencias en que ha incurrido. La MUD constituye un esfuerzo de unidad dentro de la diversidad de 17 grupos políticos que la conforman, pero es injustificable que algunos dirigentes se guíen más por intereses personales o grupales, que por los objetivos de lucha contra los usurpadores.

Lo expuesto ilustra sobre cómo el régimen chavista ha logrado imponer su bota y bayonetas sobre las fuerzas democráticas, las cuales han lucido a veces inermes, alejando posibilidades de salida a la crisis múltiple que aqueja al país. Si como algunos piensan hubo inexperiencia política en 2002, tampoco avezados políticos profesionales han logrado con posterioridad el fin de la tiranía gobernante. La paradoja es que el régimen nunca ha estado más desprestigiado, ni en la historia se había vivido una crisis humanitaria tan dramática por falta de alimentos y medicinas, rayana en el genocidio, ni había ocurrido una depredación institucional, económica y de anarquía, de la magnitud de la presente. Pero el gobierno se aferra al poder sin pudor, mientras la corrupción campea y la militarización se acentúa, con impunidad para sus miembros en tantos abusos y desviaciones, y sin que la inmensa mayoría de la población logre que se atiendan sus necesidades vitales, y se respete su voluntad y el derecho al voto. A la camarilla gobernante parece importarle poco el sufrimiento del pueblo y la voz de la comunidad internacional, y recurre a todos los medios de lucha para sostenerse, en la más pura dialéctica marxista. Solo la resistencia cívica sostenida, liderada por una dirigencia que sea capaz de recobrar la confianza del país, y guiarlo mirando exclusivamente al interés nacional, hará posible una salida a esta larga y oscura noche. Si la reprochable dictadura perezjimenista duró menos de 10 años en el poder, pero al menos fue progresista, el despotismo chavista la duplica en el tiempo, con un balance absolutamente calamitoso.

En suma, los males que vive la patria no nacieron el 11A. Son la resultante de una prolongada mezcla de pasividad, resignación, facilismo, desviaciones, errores u omisiones de la sociedad en su conjunto, desde 1998 y antes, hasta la fecha. Como integrantes de ella, debemos asumirlo sin mirar atrás, como no sea para aprender de nuestros propios errores, unirnos en la lucha por la libertad, y superar los atavismos propios de nuestra idiosincrasia de trasladar culpas a otros sin preguntarnos qué hemos hecho o qué debemos hacer para corregir rumbos. Pese a tantas penurias, Dios no olvida a Venezuela. Si debíamos expiar culpas, lo hemos hecho con creces. Las fuerzas del mal y la perversidad, encarnadas en el totalitarismo, la crueldad, el pacto con la delincuencia, el terrorismo y el ocultismo, no prevalecerán. El país anhela recuperar la libertad, el progreso y bienestar, y entre tanto, el mundo abre cada vez más sus ojos ante la ilegitimidad de la dictadura y los sufrimientos del pueblo. Se requiere sí recrear la unidad opositora, abrir espacios a la juventud, que es dueña de su futuro, a la sociedad civil no representada en los cenáculos de los partidos, e iniciar una etapa de resistencia activa no violenta, hasta restaurar el orden democrático ahogado por la tiranía. Es también válido luchar por la convocatoria a elecciones generales, como lo proponen el Secretario General de la OEA, 22 ex Jefes de Estado y de Gobierno y algunos líderes políticos en el país, opción que fue ni más ni menos, la que se pretendió invocar en aquella lejana fecha de abril de 2002.

Este recuento muestra que los regímenes totalitarios no salen con debilidad ni preciosismos, pues no tienen escrúpulos, no respetan la voluntad popular ni la alternabilidad democrática. El pueblo, único depositario de la soberanía, puede lograr de la mano de la juventud, de las fuerzas libertarias, de la comunidad internacional consciente y de hombres de uniforme dignos, la remoción de la tiranía usurpadora, y que brille pronto en el país, la aurora de un nuevo amanecer.

Con estas Memorias, escritas a propósito de los 15 años del 11 A, cumpliré a mi amado hijo la promesa de finalizar los escritos sobre este complejo capítulo de la historia. Pero seguiré más que nunca comprometido, mientras Dios me dé vida, en la indeclinable lucha por la liberación del yugo que oprime a la sufrida patria. ¡Los jóvenes están de nuevo en la calle! ¡Se acerca el día de la liberación! ¡Viva Venezuela libre! ¡Viva la gloriosa juventud venezolana!

“Para la verdad, el tiempo; para la justicia Dios”