La Solidaridad es un reto ciudadano Por María Andreina Muñoz-Tébar @RetoSolidaridad

La Solidaridad es un reto ciudadano Por María Andreina Muñoz-Tébar @RetoSolidaridad

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Cuando la Solidaridad y la Ciudadanía van de la mano las sociedades construyen futuro. Y es que ¿Se puede ejercer ciudadanía sin voltear la mirada hacia los lados? Por un lado puedes estar cumpliendo tus deberes, esto es: no quebrantando las leyes, pagando impuestos, etc. Se debe además ejercer ciudadanía exigiendo del Estado lo que estás en todo el derecho de exigir.

Pero, ¿Exiges sólo por ti? De ser así, ya no eres solidario.





Tu ciudadanía podría resultar menos enérgica, por ejemplo, demandando del Estado esa salud a la cual, por constitución, tienen derecho los venezolanos. Total, yo tengo tremendo seguro de salud que me cubre lo que sea. ¿Y tú hermano, el vecino de abajo, el del barrio a tres cuadras de tu casa, tu primo desempleado?

Si rebobinamos la cinta de nuestra Venezuela unos cuantos años atrás nos daríamos cuenta que muchos venezolanos éramos ciudadanos, pero escasamente solidarios. Cumplíamos. Exigíamos. Pero sin detenernos a pensar a fondo en la situación del ciudadano “de al lado”. De haberlo hecho hubiésemos sido más enérgicos demandando a los gobiernos menos corrupción y más inversión en lo social. Difícil resulta voltear la mirada atrás y asentir la línea anterior, después de casi 20 años de una Revolución que se vendió como la solución y es hoy el ejemplo más evidente y dantesco de lo que significa amasar el poder, incluidos en la masa los ingresos de los venezolanos.

Quien escribe esta nota lo hace pulsando teclas optimistas, porque quien escribe esta nota vivió ambas “Venezuelas”. ¡Sí! Quien escribe esta nota disfrutó de la Venezuela de los setenta y ochenta; ella fue la escenografía, hoy perfecta, de mis años de infancia y adolescencia.

Mi padre, un hombre criado en un hogar de clase media de La Pastora. Mi madre, otra entusiasta mujer de clase media de Los Teques. La clase media era buena parte de nuestra Venezuela. Gente trabajadora que pudo educarse en universidades públicas y que con mucho esfuerzo siguió adelante formando familias que ya no vivían en La Pastora, pero que tampoco pretendió saltar al Country, La Lagunita o Cerro Verde sin trabajo propio. Nunca supe de gente jurungando basura, de vidas dependiendo por un medicamento (a excepción de la crisis de tratamientos para los enfermos de VIH), de niños desnutridos. Y quizás, existían. Hoy puedo decir que no era por falta de información, porque medios libres habían muchos. ¡Sí! Quizás unos cuadrados con el gobierno de turno, pero otros con la Oposición, y otros que le tiraban a ambos bandos como El Camaleón.

Pero faltó Solidaridad. Definitivamente hubo un pueblo que por alguna razón, llámese falta de preocupación, comunicación, falta de solidaridad de nosotros hacia ese segmento de la población, pues compró un discurso, compró una revolución. Llegó por tanto lo que se empeñan en llamar la V República. Ya se encargarán los historiadores de darle el título apropiado. Y comienza esta nueva etapa en el país en la que, ya no se habla de Ciudadanía sino de Lealtad. No se habla de Solidaridad sino de Odio. Pero lo bonito es que, con todo y ese discurso divisionista, afloró en cada venezolano Ciudadanía y Solidaridad, en el venezolano que continúa en el país y el que tuvo que emigrar. Al régimen más corrupto e ineficiente de la historia republicana de Venezuela le responde el pueblo más Ciudadano y Solidario de esa misma tierra.

En Ciudadanía exigimos, mediante marchas y reclamos, el cumplimiento de todo un sinfín de leyes que no nos han sido cumplidas. De recursos que no han sido devueltos. Y cumplimos con nuestra constitución.

En Solidaridad procuramos ayudar, dentro de las posibilidades de cada familia, a quienes la están pasando realmente mal. El chamo desnutrido, el adulto desesperado por su condición, el médico que no sabe qué recomendarle a ese pacientes que no consigue en Venezuela el tratamiento necesario.

Y cuando se pregunta uno: ¿Por qué esa persona sufre más de lo que yo sufro?, entonces la Solidaridad se envuelve de más Ciudadanía, pasa de un simple Dar a un querer Cambiar. Cambiar para que esos que viven gracias a tu ayuda puedan en algún momento romper con esa dependencia. Y es en esa lucha por el cambio donde nuevamente vuelve a reinar la Solidaridad.

El venezolano sale a la calle no solo por su realidad sino por la realidad del otro: Ese extraño que le acompaña en los principios de una marcha y con quien termina consiguiéndose luego de correr contra bombas lacrimógenas y funcionarios adoctrinados. Funcionarios a quienes los años podrán explicarles que andan en el bando errado.

Ciudadanía y Solidaridad con el hermano que creyó en esta farsa, con los presos políticos, con el dirigente que lucha por acabarla, con el ciudadano que emigró sin desearlo, con quien sigue aquí padeciéndola.

Solidaridad y Ciudadanía.

Dos Pilares que van Unidos. Dos Palabras que alimentan Progreso, Esperanza. ¡Venezuela!