Manuel Malaver: Gloria al Bravo Pueblo o las lecciones del 19 de Abril del 2017

Manuel Malaver: Gloria al Bravo Pueblo o las lecciones del 19 de Abril del 2017

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Una vez más no queda sino conmoverse ante la decisión del pueblo venezolano de lanzarse multitudinariamente a la calle el 19 de abril pasado, a enfrentar a una dictadura que, con grados crecientes de irresponsabilidad, viene desafiándolo a una guerra civil.

Y no es que no haya sucedido otras veces, que perspectivas parecidas no hayan irrumpido enseñándonos la bifurcación del camino entre la paz y la guerra, la vida y la muerte -y se me atropellan en la memoria los días que siguieron al 5 de julio de 1811 cuando el primer congreso declaró la Independencia de España, o los de febrero del 1936 cuando oleadas de ciudadanos se movilizaron para barrer al postgomecismo, o los de enero de 1958 que antecedieron a la caída de la dictadura del general Pérez Jiménez-, pero nunca con una amenaza real para la integridad física del país, ni de la esperanza de recuperación de la libertad y la democracia que desaparecerían para siempre, o por un tiempo que, contado en décadas, se vive como una eternidad.





Dicho en otras palabras que, los venezolanos libres y demócratas de hoy luchamos contra enemigos de peor catadura y calaña que los ejércitos armados de Fernando VII, de Juan Vicente Gómez y de Marcos Pérez Jiménez, pues no hay dudas que estos últimos obedecían órdenes de políticos equivocados pero racionales, que, conscientes de que perdían capacidad para resistir, negociaban, pactaban o abrían paso a procesos, que, abrupta o progresivamente, los separaban de la historia.

Hoy día, los demócratas venezolanos no enfrentan a políticos sino a fanáticos; a jefes de un gobierno sino a delincuentes; a administradores sino a corruptos ; a traficantes, en fin, que han incautado a PDVSA e incursionan en un negocio ilícito y archirentable como el narcotráfico, que deja pálido al ingreso petrolero, y proceden a extenderse en Venezuela y en todo el mundo con empresas de una capacidad de perversión tal que, les permite derrocar a gobiernos enemigos, imponer los suyos; y paralizan aun las acciones mejor intencionadas de gobiernos y multilaterales que intentan contenerlos.

Los ejemplos de Chávez y Lula usando a discreción los recursos petroleros de Venezuela y Brasil para patrocinar mafias políticas que, a través de los recursos del Estado o de transnacionales como PDVSA, Petrobras y Odebrecht, crearon una vasta red de corrupción que le infligió graves daños a la democracia en la región, es una muestra de cómo el poder político, con el camuflaje de la izquierda y el socialismo, cambió de naturaleza en América Latina y enfrentarlo reclama nuevas percepciones, estrategias, instrumentos y políticas.

No debemos dejar de señalar que, era y es (sobre todo en el caso de Venezuela) una mafia que participa abiertamente en el narcotráfico internacional, con los recursos inmensos que le suministra el Estado y que, en este sentido, es como si el Cártel de Medellín o el Cártel de Sinaloa hubieran ganado sus guerras contra los gobiernos de Colombia y México.

Que el vicepresidente de la llamada República Bolivariana de Venezuela, sea un individuo como Tareck El Aissami, con vínculos denunciados por exmiembros de la tiranía chavista-madurista con cuerpos de inteligencia de Siria e Irán, y organizaciones como Hamas y Hezbolá, nos ahorra más insistencia en la enorme tragedia que hoy vive el país.

Ficha clave del “Cártel de los Soles”, agrega una reciente acusación del Departamento del Tesoro de las Estados Unidos, y dueño de una red de empresas en Estados Unidos cuyos activos alcanzaban los 3 mil millones de dólares.

Quiere decir que, las huestes que enfrentaron los casi dos millones de opositores que se lanzaron a la calle el 19-A del 2017, no fueron las del muy caballeroso y borbónico Capitán General, don Vicente Emparan el 19 de abril de 1810; y tampoco las del general e historiador, Eleazar López Contreras, convencido que el país entraba en una transición democrática en febrero del 36; y ni siquiera a los remanentes de las FAN dictatoriales y de la Seguridad Nacional del general, Pérez Jiménez.

No, en absoluto, frente a los demócratas del 19-A estaban los sicarios, mercenarios y esbirros del Cártel de Soles, uniformados como policías nacionales, guardias, soldados o paramilitares que llaman colectivos, disparando bombas lacrimógenas, balas, matando, torturando, golpeando niños, ancianos, mujeres, adultos y cuantos manifestantes se les atravesara en el camino.

Comandados por una pandilla de asesinos, agentes de la dictadura cubana de Raúl Castro, narcotraficantes y miembros de la delincuencia organizada, que por defender los bienes que poseen provenientes del delito y miedo a la administración de justicia nacional e internacional, seguirán disparando y cegando la vida de inocentes venezolanos que salen a protestar porque se les violan sus derechos humanos a ser libres, disentir y votar.

Son una ralea en la cual descuellan individuos sin nacionalidad conocida como, Nicolás Maduro; un militar retirado sospechoso de ser el capo di tutti del Cártel de los Soles, el mayor Diosdado Cabello; su segundo al mando, que también funge de ministro de la Defensa, el general, Padrino López; otro generalucho, Néstor Reverrol, acusado por tribunales y la agencia antidroga de Estados Unidos, la DEA, de narcotraficante; Tareck El Aissami, cuya filiación al terrorismo y al narcotráfico también ha sido señalada por Estados Unidos; y personajes menores, pero de altísima peligrosidad, como Jorge Rodríguez, Iris Varela, Aristóbulo Istúriz y Freddy Bernal.

Es una pandilla de criminales inmensamente rica, que se ha incautado de todos los bienes del país, mientras empobrece por hambre y falta de medicinas a 28 millones de venezolanos para someterlos a su imperio, dueños de casas y flotas de carros, aviones y yates lujosísimos que se pavonean por el mundo y algunos de cuyos testaferros ya han sido denunciados, enjuiciados y hasta pagan cárceles en países extranjeros.

Y frente a la cual, la oposición democrática debe diseñar una estrategia que se desmarque de la creencia ingenua de que, a tamaños criminales, y de una especie tan nueva, se les somete por otra fuerza que no sea una combinación de la aplicación de la ley y de la coerción que se le aplica a todos los reacios a someterse a la constitución y al estado de derecho.

Poder que solo existe en manos del pueblo organizado, y liderado por una oposición democrática que comprenda, exactamente, la naturaleza del enemigo, que establezca las estrategias adecuadas para derrotarlo y que no retroceda ante los sacrificios que hagan falta para triunfar.

En este orden, es indudable que el pueblo y la oposición democráticos tiene ventajas inmensas frente a sus enemigos, pero que debe usar con la mayor firmeza y ductibilidad, pues solo con una fuerza firme, pero que cambie en base a los accidentes que ofrece la lucha, se puede salir adelante.

A este respecto, nada más resaltable que el pueblo venezolano, en una inmensa mayoría, rechace a la tiranía hasta más allá del 80 por ciento, pues se trata de un poder que centuplica a todos las armas y ejércitos del mundo, y que, además, cuente con un liderazgo opositor que, por lo menos, en esta crisis, se ha ido acercando a una solución, un punto adicional, en fin, que tendría que asegurar que, como en la lucha contra Fernando VII, el postgomecismo y el perezjimenismo, Venezuela terminará instaurando la libertad y la democracia.

Pero hay otra variable que considero fundamental, y que no sé por qué se ha soslayado en esta crisis, y es contar con una Asamblea Nacional, electa el 6 de diciembre del 2015 con un total de 7 millones y medio de votos que le dieron mayoría absoluta, y creo debe hacer valer su legitimidad y mandato para dar las pautas que saltarían sobre cualquier atasco en que son tan expertos los neototalitarios.

En esta tesitura, conceptúo que la actual crisis debe ser definida como un choque de poderes entre una Asamblea Nacional legítima, constitucional y democrática que recibió un mandato del pueblo soberano, contra un Poder Ejecutivo espurio e ilegítimo que se ha alzado en armas contra la constitución y lo preside un indocumentado, corrupto, narcotraficante y dictador.

De modo que, tenemos definidos los dos polos de la confrontación, las ideologías y políticas que representan y las fuerzas que llevan a la batalla.

Desde luego que, insistiendo en que el escenario de lucha fundamental es la calle, pero completado con las decisiones que debe tomar la Asamblea Nacional, para que quede, constitucionalmente, descrito el nuevo mapa político del país.
Una dictadura forajida y fallida, acosada y sitiada por un país democrático que mayoritariamente decidió ponerle fin.

Por eso sostengo que, manifestaciones de calle sin decisiones de la Asamblea Nacional que revelen que calle y Poder Legislativo avanzan en la lucha para colapsar la dictadura, pueden terminar en el cansancio y permitirle a Maduro una sobrevivencia más o menos corta o más o menos larga.

Por el contrario, calle más la decisión de la Asamblea Nacional de llamar el pueblo al desobediencia civil y la aplicación del artículo 350 de la Constitución, es la garantía del éxito.