Domingo Alberto Rangel: El funeral de la General Motors

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Lo más importante que ocurrió en nuestro país en esta semana de marchas, contra marchas y lágrimas de cocodrilo, fue consecuencia de la política más no tuvo relación directa con el 19 de abril o los días posteriores. Vino “de atrás”.

Pero antes, como en los conciertos de música popular, pido excusas a los lectores por comentar de primero a los “teloneros”.





Estuve en ambas marchas del 19 de abril: A una asistí en plan de venezolano indignado por el actual presente, a la otra apoyando periodistas y gráficos para desplazarse más rápido. Aún cabalgo motos.

A mi entender los grupos enfrentados por el poder polarizado lograron sus objetivos mínimos: Ambos sacaron buenas fotos lo cual quizás sea más importante que un gran discurso. Se trata de avatares de la guerra de propaganda que se libra en un país donde la gente solo recuerda “aquella foto o aquel video” y nunca lo que proponen los aspirantes a presidir la Nación. Eso sí, las metas mayores nuevamente se pospusieron: Ni el gobierno acabó con la oposición ni la MUD logró la renuncia de Maduro como habían prometido los convocantes para “La Madre de Todas Las Marchas”.

Las marchas rojas, mejor dicho, las contra marchas del chavismo, siempre terminan en una tarima desde la cual el Presidente arenga a su gente explicando los motivos que lo llevan a hacer esto u lo otro.

Las marchas de la oposición también tienen un denominador común que las hermana: Por lo general arrancan desde una plaza donde se coloca una tarima desde la cual se anima a los participantes quienes después de constatar que forman una multitud, se lanzan a tomar autopistas cuando no la avenida Libertador de Caracas… para intentar llegar donde abusivamente el gobierno no lo permite.

Estas marchas de la oposición siempre terminan siendo frenadas por la fuerza pública, sea PNB o la GNB y después de una escaramuza donde la adrenalina fluye, las piedras compiten con el gas lacrimógeno y los perdigones, se logran fotos para la prensa internacional. Luego todo se dispersa.

Pululando por los alrededores de las autopistas y avenidas grandes quedan entonces grupos de jóvenes generalmente vestidos como guerreros urbanos, con penachos, banderas usadas como capote de torero, anti ácido en la cara, es la última moda, capucha… entonces los líderes nunca aparecen para orientar, agradecer o siquiera darle ánimo a tanta gente.

Siempre me ha extrañado que quienes tienen en su carcaja de ideas un fulano “Plan B”, jamás hayan contemplado hacer regresar a los manifestantes de la oposición, aunque sea a la plaza Altamira que seguramente no votó por el inefable alcalde actual y no es culpable de nada, para explicar discurso mediante, qué es lo que se plantean realizar cuando lleguen al gobierno, para ir regresando nuestra sociedad, hoy destartalada, a un país real y dejar atrás la ficción nuestra de cada día que bien merecería un gran escritor para glosarla.

Me fastidia esa falta de definición de parte de la oposición, de toda, la callejera y la que desde la MUD engrosa las posaderas, calentando sillones en el mendazmente desmentido dialogo con el gobierno, diálogo al que pronto volverán para reinaugurar.

Me fastidia más que mosquito a media noche la carencia de unidad de criterio por parte de la oposición sobre un tema vital que es ¿cómo sacar al país del actual estado de miseria, moral y de la otra?

Al paso que vamos, con la guerra publicitaria dictando pauta, no sería de extrañar, si algún día se vuelven a hacer las elecciones parlamentarias, que para algo el comandante Ortega ya patentó cómo ganarlas sin tener mayoría y Maduro anota… en las futuras planchas de la MUD aparezca el muchachón que se quitó la ropa hasta quedar en cueros, encaramado en una tanqueta, o la señora que imitó al chinito de la plaza de Tiananmen.

No son únicos los manifestantes en aquello de preferir la forma antes que el fondo: El señor Angel Oropeza de la MUD, desde el programa de Carlos Croes –TELEVEN- surrealistamente afirmó que él vive en dictadura… desde la comodidad de quien sabe que nadie lo apresaría saliendo de la televisora.

El desnudista de la tanqueta al menos dijo algo para la posteridad, como que “los perdigonazos pasan… el hambre no”. Pero el estudiante chino de Tiananmen sigue preso, décadas después de su valiente enfrentamiento con tanques de guerra. Y allí si hubo una matanza.

La frase de nuestro desnudista ilustra la pobre actualidad madurista pero más aún la recrea el botellazo que en Cumaná le propinó al segundo de la gobernación, un chavista enardecido ante el engaño: Sucede que desde el estado Sucre trasladaron para el 19 de abril unos 600 chavistas a quienes les prometieron 50. 000 Bs. y una caja CLAP a cambio de ayudar al gobernante a cumplir “su cuota”.

No alargo, solo dejo constancia de que a ninguno de esos participantes en la marcha oficialista del 19-A no les pagaron ni el dinero ni la comida, que el señor gobernador Edwin Rojas, eso de señor es un decir, se escabulló y dejó al Secretario de Gobierno, ambos encargados, enfrentando a los chavistas y que uno de ellos le partió a José Barreto, nombre de segundo de a bordo, una botella de cerveza en la cara. Mi informante no menciona la marca.

Y eso es el chavismo hoy día: Una simbiosis entre el Alto Mando unido y dispuesto a defender un gobierno empobrecedor pero manirroto con los amigos… y la gente sencilla que aún recuerda a Hugo Chávez pero que solo se traslada a una marcha si “los ayudan a paliar la peladera”. Triste.

Y como la oposición no tiene programa me parece que una pugna entre los unos y los otros no debe ser lo vital, ni siquiera en la semana de marchas y contra marchas, es patriótico decirlo: Más aún cuando en el lapso ocurrió un hecho más importante que fue el cierre de la primera ensambladora de autos que operó en Venezuela.

A tal efecto cabe recordar que cuando cayó la dictadura de Pérez Jiménez había libertad de importación de vehículos, de todas las marcas. Que el nacionalismo cepalista de aquellos años negoció con las marcas yanquis –GM y CHRYSLER- montar ensambladoras en nuestro país bajo el cuento de que en el futuro el carro completo, incluido el motor, se fabricaría aquí.

Los resultados fueron inmediatos: Se cerró la importación y desaparecieron muchas marcas. Los carros supuestamente venezolanos costaron casi el doble que antes del 23 de enero. El Presidente Caldera más adelante, financiado desde Europa, procedió a abrir ensambladoras de ese continente y el bochinche continuó.

No nos dábamos cuenta porque la prensa nunca se atrevió a cuestionar el ensamblaje nacional… y el petróleo permitió que pagáramos carros más caros pero sin percatarse del engaño.

Y digo engaño porque antes de las ensambladoras hubo empresas venezolanas que fabricaban y habían llegado a exportar partes y repuestos hechos aquí, sin necesidad de prohibiciones de importación, préstamos en calidad de regalo y otras pillerías que fueron el día a día del puntofijismo que algunos ingenuos creen que puede regresar.

El Funeral de la General Motors debería ser acompañado con música alegre, si y solo si, el gobierno, este o el que sea, en un ataque de sensatez aceptara que es mejor volver a la política de Pérez Jiménez en materia de importación de automóviles… algo imposible en la actualidad porque el chavismo que le debe a los chinos hasta el alma no puede permitir eso… y los opositores del parlamento tampoco pero porque le deben el alma… unos a los yanquis… otros a los españoles… después hablan de colonialismo y de defender a los consumidores…