Vladimiro Mujica: La Revolución Bovista

Vladimiro Mujica: La Revolución Bovista

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Es tradición que en la víspera de la batalla de Urica, el 5 de diciembre de 1814, el general Pedro Zaraza, al tiempo que afilaba su lanza, lanzó la jaculatoria “Hoy se rompe la zaraza o se acaba la bovera”.  Es también tradición que Zaraza al frente del escuadrón de lanceros “Rompe Líneas” embistió el ala derecha de la formación enemiga y logró herir de muerte a José Tomás Boves. Francisco Herrera Luque describe su muerte como el encuentro final entre Boves, montado en su caballo Urogallo, y Zaraza. Aunque mi amigo Antonio Díaz, quien pasó buena parte de su infancia y adolescencia en Urica me apunta que el cronista del pueblo afirma que la muerte del asturiano se produjo en un duelo entre los dos taitas, originado por una riña personal que presumiblemente involucraba a la mujer de Zaraza, en pleno campo de batalla,





Más allá de las circunstancias exactas de la muerte del caudillo Boves está el hecho de que en buena medida la guerra entre realistas y patriotas entre el año 1813 y 1814, y que condujo a la caída de la Segunda República, fue una guerra civil y social entre venezolanos. Especialmente los llaneros, que constituían probablemente el elemento más temido de ambos ejércitos, cambiaron de bando en diversas oportunidades y profesaron lealtad a diferentes caudillos populares: el Taita Boves, el Taita Cordillera, como se conocía a Zaraza, y el Taita Páez. Aún más importante es el hecho de que lo que se enseña a nuestros estudiantes en la escuela en el sentido de que Boves fue simplemente un cruel y desalmado jefe realista, enfrentado a las virtuosas tropas patriotas que luchaban por el nacimiento de la nueva patria Venezuela y su liberación del yugo español, no se compadece con muchos hechos históricos. No es solamente que la guerra de independencia era en gran medida una guerra fratricida entre venezolanos, sino que literalmente a cada atrocidad del ejército “realista” le correspondió una similar perpetrada por el ejército “patriota”. Eran los tiempos del Decreto de Guerra a Muerte lanzado por Simón Bolívar y la crueldad de una guerra sin cuartel, dominada por el odio y el terror, que eventualmente culminó con la caída de la Segunda República, estaba a la orden del día.

Es interesante comparar el texto del Decreto de Guerra a Muerte, con uno menos conocido, el del Bando de Guayabal, donde en esencia se convoca a las clases populares a tomar las armas contra los mantuanos, es decir los patriotas comandados por Bolívar, Rivas y Bermúdez, en nombre del Rey, la Religión y la Santa Causa. Reza el Bando:

Don José Tomás Boves, comandante en Jefe del Ejército de Barlovento, etcétera.
Por la presente doy comisión al capitán José Rufino Torrealva para que pueda reunir cuanta gente sea útil para el servicio, y puesto a la cabeza de ellos pueda perseguir a todo traidor y castigarlo con el último suplicio; en la inteligencia que sólo un creo (sic) se le dará para que encomiende su alma al Creador, previendo que los intereses que se recojan de estos traidores serán repartidos entre los soldados que defiendan la justa y santa causa, y el mérito a que cada individuo se haga acreedor será recomendado al señor Capitán Comandante General de la Provincia. Y pido y encargo a los comandantes de las tropas del rey le auxilien en todo lo que sea necesario.
Cuartel General del Guayabal, noviembre 1º de 1813.”

La idea de que Boves fue un caudillo popular que logró interpretar el resentimiento de las masas contra los mantuanos está ampliamente recogida en la peculiar versión de la historia abrazada por el chavismo. Vale la pena leer uno de los Cuentos del Arañero, atribuidos en su integridad al extinto comandante Chávez (http://www.cuentosdelaranero.org.ve/se-rompe-la-zaraza-o-se-acaba-la-bovera/#.WQIFIcm1tsM) Cito en su integridad esta joya del pensamiento chavista porque es muy importante para entender lo que pretendo argumentar.

Yo lo he dicho aquí, como dijo Pedro Zaraza: “O se rompe la zaraza o se acaba la bovera”. Ese fue un general, Pedro Zaraza. La historia es esta. José Tomás Boves no fue un realista en verdad. Boves fue el líder de una guerra de clases. Era asturiano, pero vivió aquí muchos años, desde joven. Era comerciante de ganado en los llanos. Quiso incursionar en las filas patriotas. No lo dejaron porque era de los de abajo. Todavía los que mandaban eran los mantuanos, los ricos de Caracas.

No había una revolución todavía, era la independencia de los ricos de aquí contra España. Pero los negros y los pobres no. Entonces Boves se hizo líder de los pobres y formó un ejército. Se fue contra Bolívar, destrozó siete ejércitos que formaron los caraqueños y la oligarquía, digamos los mantuanos. Los realistas pensaron que iban a utilizarlo. Pero se declaró independiente. Mandó largo al cipote a los jefes realistas, casi que manda a fusilar a Morales, a uno de ellos. La oligarquía caraqueña se llevó un chasco con Boves. Bolívar estaba en Caracas y vio que no podía detenerlo. La hermana mayor de Bolívar se llamaba María Antonia. Era una mantuana de casta. La María Antonia se enfrentaba a su hermano. Hay una carta que le manda al Rey de España, pidiendo protección contra “el loco de mi hermano”. “Simón es un loco”, decía. Incluso el Rey la protege, se la llevan a Cuba y le asignan como una pensión, porque quedó en la nada la María Antonia. Estaba rayada porque era la hermana del Libertador.

Bolívar estaba en Caracas en el año 1814, que fue un año desastroso por la guerra de Boves y los pobres contra ese mantuanaje. Eran venezolanos contra venezolanos, terrible aquello. Bolívar le dice a María Antonia que tiene que irse de Caracas porque viene Boves. Él se va, no tiene cómo protegerla. Era su hermana mayor y fueron huérfanos de padre y madre. Así que hasta cierto punto, ella fue como su mamá en la vida. María Antonia se negaba a irse, como muchos mantuanos. Sobre todo los que no habían apoyado a Bolívar decían: “No, yo no me voy si viene Boves, yo estoy con ellos”. Bolívar le decía: “Boves acaba con ustedes, los va a matar, y sobre todo a ti, que eres hermana mía”. María Antonia se negó. Bolívar mandó un oficial con diez soldados y se la llevaron amarrada a un barco en La Guaira y Bolívar la mandó, creo que fue a Puerto Rico, “a la colonia española; llévenla, pues”. Y en efecto, llegó Boves y algunos jalamecates mantuanos salieron, de “paltó” y levita, a recibirlo. Los pasó a toditos por las armas, ahí mismo, en la entrada de Caracas.

Era una guerra de clases. Se instala en Caracas y gobierna. Era un guerrero. Vino a perseguir a Bolívar, quien tuvo que venirse a Oriente. Se trajo los sobrevivientes en una penosa y larga marcha hacia Oriente. Los Lanceros de Oriente salen para proteger a los del centro, que venían replegándose, muchas mujeres, enfermos, muchos niños. Entonces, vienen los Lanceros de Oriente con su caballería, salen allá para proteger la retirada humanitaria, digámosle así, que comandaba Bolívar. Uno de ellos llanero de estas sabanas, Pedro Zaraza, sale con la caballería y se arranchan ahí en unas matas en Urica, la sabana pelada. Y allá venía Boves, en una caballería inclemente. Pasaban a cuchillo a los prisioneros, eran los pobres contra los ricos. Allá venía Boves, con su ejército invencible, contra Maturín, ciudad heroica que resistió sitios, saqueos, bloqueos, la quemaron una vez los mismos habitantes para evitar que la tomaran; como quemaron a San Fernando de Apure, también, los llaneros apureños. Cuentan que estaba Pedro Zaraza con la caballería en Urica, debajo de unas matas. Y dicen que estaba Zaraza afilando la lanza, y le dijo a su estado mayor: “Allá viene Boves. Este día de hoy o se rompe la zaraza o se acaba la bovera”. Dos horas después estaba muerto José Tomás Boves. Pedro Zaraza le partió el pecho de un lanzazo.”

¿Qué hace falta para concluir que la bovera no se acabó en Zaraza? El pensamiento, y sobre todo la interpretación de la figura de Boves, encontraron su verdadera expresión política y social en la revolución chavista que, en un gesto de astucia y mala fe, usurpó el nombre de Simón Bolívar para lanzar una supuesta revolución bolivariana que en todo rigor es una revolución bovista. Es verdaderamente lamentable que muchos de quienes se confiesan anti-chavistas han terminado por asimilar el lenguaje tramposo que implica aceptar que bolivariano y chavista son una y la misma cosa. Le debemos a Simón Bolívar, no al general de la Guerra a Muerte, sino al estadista y líder militar que finalmente atinó a ser el partero de nuestra nacionalidad, el cesar de asociar su nombre al de la revolución del resentimiento encarnada en la figura de Boves y que es la esencia del proyecto chavista bovista. Entender esto nos puede ayudar también a entender la conducta del gobierno de Nicolás Maduro, verdugo y enemigo de su propio pueblo.

Vladimiro Mujica