¡Que se vayan todos!, por María Auxiliadora Dubuc

¡Que se vayan todos!, por María Auxiliadora Dubuc

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En estos tiempos de rebelión y en nuestra lucha, contra el régimen de Nicolás y sus compinches, a estas alturas nos invade un sentimiento de angustia y desesperación, ahí es cuando surge una frase desde el alma, desde lo más profundo de nuestro ser: ¡Yo lo único que quiero, es que se vayan todos ya!.

Investigando me doy cuenta que este lema, si podemos denominarlo así, no es nuevo, fue un lema surgido espontáneamente en Argentina en el curso de las protestas populares, piquetes y cacerolazos que caracterizaron la crisis de diciembre del 2001. Igualmente en Ecuador, en abril de 2005, hace apenas 11 años,  se gritaba en las calles la misma consigna: Que se vayan todos!. Con ella se expresaba la crisis de representatividad y el desencanto completo de la población respecto de sus dirigentes, exigiendo la renuncia masiva de los gobernantes, cualquier parecido es pura coincidencia, así tal cual nuestro sentir al día de hoy.





Es que los venezolanos estamos en crisis. Pedimos y casi suplicamos la renuncia del gobierno hace unos cuantos años ya, pero lamentablemente no hemos logrado aún deslastrarnos del nefasto régimen que nos mantiene sumidos en la miseria más absoluta, producto de la irresponsabilidad, la falta de planificación y la corrupción de quienes hoy dirigen el país.

Creo que desde la oposición hemos querido respetar a quienes piensan distinto, colmarnos de tolerancia, situación que se torna cada día más cuesta arriba, cada vez que el régimen responde a nuestra actitud, utilizando la violencia como arma letal, el arma de los que no tienen razón, abusando del poder de los cargos que ostentan para atropellarnos a todos. Por eso se hace cada día es más difícil soportarlos, porque han generado una división y han sembrado odio entre los venezolanos, abriendo heridas muy difíciles de cerrar.

Es así como las manipulaciones vienen y van, de aquí para allá, en una suerte de danza interminable de dimes y diretes. Para quienes no viven de la política, resulta incoherente y es aún más complicado entender porque cuando al levantarse todos los días se no consiguen las cosas más elementales para subsistir, cuando no pueden dar de comer a sus hijos o no consiguen las medicinas para tal o cual enfermedad. No se puede entender nada….cuando el futuro es tan incierto y cuando sufrimos un dilema diario, sin oportunidades, en un clima de inseguridad brutal, y aun así tenemos que entrompar la vida con coraje e intentar salir adelante entre tanta adversidad, ante todo esto resulta incomprensible cualquier discurso. Es así de este modo, que la vida se nos torna “chiquitica” y surge casi de inmediato la frustración, entonces es allí cuando tomamos aire y lo único que podemos entender es: No nos queda otro camino que transformarnos y asumir el compromiso que se nos presenta, grandes como somos, nos convertimos  en venezolanos de pura cepa.

A manera de ejemplo y como reflejo de este sentir, ocurrió recientemente un evento en plena protesta, cuando al retirar las paredes metálicas de los camiones de la Guardia Nacional Bolivariana para dar paso a las tanquetas una manifestante decidió dar un paso al frente y colocarse ante ellas.  Fue una señora de edad avanzada  de origen portugués a quien denominamos: “Señora Libertad”. La señora se planta frente a una tanqueta o “rinoceronte”, como llaman a ese vehículo antidisturbios en Venezuela, y no se mueve de ahí a pesar de que le lanzaban gas lacrimógeno del bueno. Llevaba una bandera venezolana atada al cuello, una gorra con los mismos colores y una mochila. Nada más, ni un casco, ni una máscara, mucho menos una bomba molotov. Solo una toalla para cubrirse la nariz de rato en rato y así aguantar los efectos del gas.

El oficial que conduce el blindado la empujó suavemente con la intención de que se moviera, mientras el otro, que maniobraba el arma para lanzar gas lacrimógeno, le arrojó un cartucho, ambos sin efecto. Así cada vez que la tanqueta retrocedía para esquivarla, ella avanzaba, de esta manera impidió el paso del vehículo e incluso lo obligó a retroceder unos metros, dejando atónitos por un momento tanto a manifestantes como a policías. La mujer participaba en la marcha opositora con actitud pacífica y estaba muy cerca de los efectivos de seguridad, en algunos momentos se mantuvo fija frente a los oficiales, quienes intentaron quitarla con agua a presión. Otros manifestantes intentaron llevarla a resguardo y tampoco obtuvieron resultado intentaron convencerla para que se apartara. Se negó rotundamente. La señora no aceptó entrevistas en medios de comunicación, no buscaba fama, ni mucho menos,  se encomendó a Dios, sabía que la protegería, porque su lucha es por volver a tener el país maravilloso que consiguieron ella y sus padres cuando emigraron de Portugal.  Más Valiente, heroica, y esperanzadora imposible, un ejemplo para todos, así es nuestra mujer venezolana, Dios la bendiga!

Otro acto heroico estuvo en cabeza de un joven estudiante de la Universidad Central de Venezuela. Se llama Hans Wuerich, quien recorrió las calles de la ciudad capital en plena protesta. Desnudo enfrentó de manera pacífica a las autoridades, animado por el ejemplo de la señora, harto, ostinado, acabado y desprotegido, sin comida, sin medicinas, sin vida social activa y sin oportunidades, haciendo grandes esfuerzos para lograr su título, caminando del cuarto al metro, del metro al bus, del bus al campus, del campus al bus, del bus al metro, del metro al cuarto, del cuarto a la oración, luego de evaluar formar de llamar la atención decide alzar su voz de este modo, el joven avanzó, a paso normal, hasta llegar a la barrera que formaban agentes de la Policía Nacional Bolivariana (PNB),  se monta en una tanqueta para después terminar siendo reprimido con gas lacrimógeno y perdigones, este hombre, que sosteniendo en su mano una biblia y solamente portando calcetines y tenis pedía a gritos “no lancen más bombas”, se ha convertido en un símbolo de lucha de un pueblo que clama en las calles la libertad de Venezuela.

Si seguimos, son incontables las demostraciones de valentía de nuestros ancianos y  jóvenes, pero la realidad es que frente a los acontecimientos  pareciera que el gobierno no abre los ojos para darse cuenta que: No los queremos más. El último balance de las protestas es terrorífico, asciende a 1.584 arrestos, de esta cifra, 715 personas siguen detenidas, 29 muertes y 437 personas han resultado heridas. Todo ello con el agravante de las últimas declaraciones de la Fiscal del Ministerio Público, que se muestra absolutamente incompetente para el desempeño de sus funciones, convicta y confesa expresó que existen personas que están innecesariamente privadas de libertad porque los tribunales les han impuesto condiciones que el Ministerio Público no ha dado, todo ello además de denunciar arrestos arbitrarios etc, es decir, a buen entendedor pocas palabras, a confesión de parte relevo de prueba, el Ministerio Publico está pintado en la pared, bien gracias.

Frente a esta grave situación, pienso que ya no hay vuelta atrás, y no la hay porque ya no es posible resolver el problema mediante el dialogo, cuyo experimento resultó francamente nefasto, tampoco podemos ir a elecciones ni generales ni regionales, porque Maduro cerró toda posibilidad de contarse al enfrentar venezolanos contra venezolanos y derramar la sangre de venezolanos por las calles de nuestras ciudades, de modo que tanto él como todo su tren ejecutivo, han cometido de manera púbica y flagrante numerosos delitos de lesa humanidad por los que en justicia, deben responder.

La única salida es que el pueblo continúe presionando y alzando su voz, porque la voz del pueblo es la voz de Dios, por lo que debe mantenerse en las calles hasta que el gobierno se rinda, a los efectos de poder abrir un canal humanitario para alimentos y medicinas, liberar a los presos políticos, se restaure la institucionalidad y la democracia al país, y solo entonces ir a un proceso electoral con un árbitro transparente y confiable.

Los venezolanos mientras tanto entendemos que es la hora del pueblo, y como estamos cada día más decepcionados de nuestros líderes, frustrados frente a imponentes realidades como la pobreza y miseria, la dependencia y destrucción de valores, avanzamos. A los venezolanos no nos interesa el socialismo ni sabemos ni entendemos con qué se come eso, estamos ante una sociedad tan confundida y viciada por la manipulación de grupitos que solo buscan su propio beneficio, de izquierda o de derecha, unos que pretenden recuperar privilegios y otros perpetuarse en el poder, que ya no creemos en nadie más que en nosotros mismos.

Nicolás ha provocado una fractura en la conciencia de los venezolanos por lo que se hace urgente un cambio radical en las políticas, cambio éste que abra una ventana a la armonía de todos los factores por la paz y el progreso.  Pero para ello, hay que limpiar la casa, Venezuela necesita demócratas, gente progresista, Venezuela necesita venezolanos, como la señora o el joven de la tanqueta,  por lo que resulta urgente que se vayan todos estos denominados “socialistas” que cuestionaron las conductas y políticas oportunistas de los movimientos y partidos anteriores para conducirnos a la deblace que vivimos hoy en día, estos que se dieron a la tarea de deslegitimar  los cinco poderes del Estado, dadas las prácticas mafiosas de reparto de la función judicial, organismos de control, y electorales con la única intención de ganar espacios para la corrupción y el abuso de poder.

Queremos que se vayan todos, toditos y, se lleven bien lejos toda su energía maligna, su carga de odios, sus divisiones, sus rabias, sus frustraciones, sus injusticias, sus jueces y funcionarios corruptos, llévense las solidaridades automáticas que tanto daño han hecho al país, carguen con sus paquetes de ideologización para otra parte, empaquen sus teorías económicas y a sus nefastos economistas y remolquen a todos los que hayan atentado contra la libertad de expresión.

Ah y por favor! No se les ocurra dejar aquí la mediocridad, llévense sus colas, sus cadenas y sus listas. No se olviden de cargar con las armas que repartieron y que han acabado con muchas vida útiles, diezmando a nuestra población brutalmente, llévense de una vez por todas a sus bandas de malandros y “pranes” que aquí estoy clara que nadie los quiere. Váyanse ya! Y llévense de una vez por todas, la oscuridad, el destrozo, la suciedad, las groserías, la tristeza, la desolación y la miseria en la que han sumido al pueblo venezolano.

@mauxi1