Venezuela hacia la libertad, por María Corina Machado

Venezuela hacia la libertad, por María Corina Machado

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Las masivas protestas populares que tienen lugar en Venezuela buscan un objetivo inequívoco: poner fin a una dictadura que durante demasiado tiempo ha logrado, a la vez, oprimir a los venezolanos y engañar al mundo acerca de su verdadera naturaleza. El inmenso rechazo de la gente está logrando que el régimen se tambalee y que la opinión internacional entienda con claridad qué es lo que está en juego. Se trata, sin ambigüedad alguna, de una lucha entre libertad y despotismo.

Los principales jerarcas del régimen ya ni siquiera procuran ocultar sus verdaderas intenciones, que se resumen en el propósito de perdurar en el poder sin límite de tiempo y al costo que sea. De allí que en semanas recientes hayan afirmado, por ejemplo, que se avecina una masacre, que para nada les importan las críticas internacionales, y que la llamada revolución bolivariana solo hará elecciones cuando su capricho indique y estén seguros de ganarlas. Al mismo tiempo, el propio Nicolás Maduro ha ratificado su decisión de fortalecer una milicia armada compuesta de civiles, financiada por el régimen y entrenada para reprimir al pueblo a sangre y fuego.





A medida que aumenta el número de muertos, heridos, detenidos y presos políticos a raíz de la represión gubernamental, que crecen las manifestaciones de repudio a Maduro y a su desastroso gobierno y que se incrementa la presión internacional para que cese la violencia oficial, aumenta igualmente el peligro de que se pierda de vista lo esencial. La meta no es hacer elecciones en el marco del régimen criminal de Maduro. La meta es poner fin al régimen y abrir el espacio para una transición ordenada, que organice elecciones en un contexto institucional distinto, que asegure la transparencia de las mismas. El primer paso es deponer al régimen. De lo contrario jamás habrá democracia en Venezuela, sino una farsa con el mismo nombre.

En función de ese objetivo he propuesto a todas las fuerzas de oposición democrática un nuevo Pacto Republicano, dirigido a consolidar un frente común contra la dictadura así como a ejecutar, una vez depuesto Maduro, un programa de reconstrucción nacional, con estos puntos principales en la agenda política: 1) La inmediata liberación de todos los presos políticos. 2) La salida del país de los asesores militares y de seguridad cubanos. 3) El desarme de los grupos armados ilegales, tanto los denominados “colectivos” como la milicia, creados por el régimen para intimidar y reprimir a la población. 4) La reinstitucionalización e independencia ideológica de las Fuerzas Armadas, encuadradas dentro de las normas establecidas en la Constitución. 5) La restitución de las atribuciones constitucionales de la Asamblea Nacional. 6) La reinstitucionalización, de acuerdo con la Constitución, del Tribunal Supremo de Justicia y del Consejo Nacional Electoral, actualmente convertidos en sumisos apéndices del presidente de la República. 7) La realización de elecciones generales en fecha perentoria y 8) La eliminación de la reelección presidencial y de la reelección indefinida en todos los cargos de elección popular, entre otros.

A esto se suma una profunda agenda económica, social e internacional que permita atender, de manera inmediata, la terrible crisis humanitaria, económica y de seguridad interna y así poder avanzar en la recuperación del país.

Además de lo señalado, será imperativo que en una nueva Venezuela se haga justicia ante los crímenes, violaciones reiteradas a la Constitución y las leyes, abusos y desmanes cometidos durante los años de oprobio en que el régimen chavista, subordinado a sus aliados y patronos castristas, pretendió convertir Venezuela en una nueva Cuba revolucionaria, transformando un país de oportunidades en una tierra desolada de la que han emigrado millones de ciudadanos.

En tal sentido, cabe esperar que en una Venezuela futura y democrática, lo que reste del llamado chavismo lleve a cabo una profunda autocrítica y experimente una genuina conversión política e ideológica, que le conduzca a abandonar la ideología y pulsiones totalitarias que le ha guiado hasta el presente y le permita competir en un marco de pluralismo y respeto a las normas fundamentales de la democracia, la libertad de las personas, la economía abierta y el apego a los derechos humanos fundamentales.

En tanto prosiguen las protestas y el régimen procura aferrarse a su arsenal de intimidación, violencia, engaño, emboscadas y trampas, lo que los venezolanos que luchamos por la libertad y la democracia solicitamos de la comunidad internacional es que mantenga, expanda y acentúe la presión para detener los planes represivos y criminales de un régimen cada día más acosado y debilitado, protegiendo a una población que clama por su libertad y derechos. También, esperamos que la comunidad internacional respalde un programa de transición hacia la democracia, en los términos antes planteados y bajo la plena vigencia de la Constitución.

Con este apoyo adicional y necesario de la comunidad internacional, las luchas de los venezolanos, no me cabe duda, culminarán en una victoria clamorosa para los ideales que impulsan este gran esfuerzo democrático, que en los días que corren se reviste con los tonos heroicos que siempre asumen, en momentos cruciales, las jornadas de liberación de los pueblos.

El miedo salió de la calle y se instaló en el palacio presidencial; el poder salió del palacio de Miraflores y se instaló en la calle, con los ciudadanos. Avanzamos hacia la libertad.