Yon Goicoechea: ¡Tranquila Marianela, falta poco!

Yon Goicoechea: ¡Tranquila Marianela, falta poco!

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Marianela (me guardo el nombre real) tiene 42 años vive en Charallave y es madre soltera. Se gana la vida como secretaria en un famoso bufete de abogados en Las Mercedes. Todos los días se para a las 4.30 de la mañana, se baña, prepara la comida, agarra el tren Valles del Tuy-Caracas y llega a la oficina a las 7.00 am, para dormir un rato antes de que lleguen los demás. Pero nunca duerme.

Marianela tiene un hijo de 15 años, Ender, a quien le cuida la vida, porque ella tiene que trabajar. El papá se aparece una vez cada 2 meses con un par de zapatos o una camisa, como si de eso viviera la gente…





Hace dos años que Ender consume, hace 6 meses que ella sospecha que anda en vainas raras con una banda de chamitos de por la casa. Marianela le huele la ropa y le revisa todo pero nunca le ha visto una pistola. Y claro, llora su angustia todos los días. Trabaja y piensa en Ender solo en la calle. Ender con su cara de niño robando en el autobús. Ender en la policía… No, en la policía no ¡Dios mío, cuídamelo! Y sigue trabajando.

El jefe de Marianela es pana, la deja irse un poco antes de las 5.00. Entonces ella compra 150 gramos de queso blanco de camino a casa. Llega a las 7.00, lava, limpia y cocina… Como el hijo no llega le escribe un WhatsApp y cuando lee la respuesta le vuelve el alma al cuerpo. ¡Está bien! ¡Aunque sabe Dios en qué anda!

Su trabajo no le da para un carro y menos para una casa. Lo más probable es que Ender ni siquiera termine el liceo. Pero ella tiene la esperanza de que el tío lo agarre y lo ponga a trabajar en su taller ¡Dios quiera!

Con ese sueldo no le queda sino para esperar, con paciencia, con cansancio, un día sí y otro también. Ya ni recuerda cuándo fue su último estreno ¡Y eso que ella siempre andaba tan pavita! Pero va a seguir yendo a la oficina. Será porque igual hay que trabajar, porque a estas alturas no se va a meter a ladrona o porque la vida la enseñó a aguantar lo que toque. No sé. Pero es que además en la oficina se distrae hablando con otra gente de problemas similares, aunque los lleven de manera distinta.

Marianela es buena gente y a nadie daña. Es verdad que a veces se lleva el café y un pelo de azúcar, pero bueno… nadie es perfecto. Tampoco marcha ¿En qué momento? Pero hoy espera que las cosas cambien ¿Irse del país? ¿Y para dónde se va ir? Seguirá en Charallave, seguirá rezando con angustia, rabia, frustración y esperanza por Ender. Marianela seguirá viva, por más que día a día se quede sin aliento. El fin de semana saldrá a beber, escuchará salsa brava y hará el amor. Los 15 de cada mes comprará todo para hacer una torta.

Todos los trabajadores de Venezuela seguirán esperando, no saben bien qué, pero saben que debe ser algo mejor. Yo creo que es posible que Marianela en 10 años se compre un apartamento a crédito. Va a poder ayudar a Ender que, aunque no le salió sano, es su hijo. Como dice la canción: familia es familia y cariño es cariño.

Yo creo que sus nietos irán a una buena escuela pública y no repetirán la historia del padre. Y ella de vieja va a estar ahí para cuidar a sus muchachos, como no pudo hacerlo con el hijo, porque la pobreza no la dejó.

El cambio no será perfecto, no llegará a todas las casas al mismo tiempo, no curará todas las heridas. Pero el cambio vendrá para Venezuela y para la gente que trabaja.

Nuestro país será para la gente seria y no para los malandros. Al que trabaje no le faltará la arepa, no habrá miseria en su casa, no llorará de impotencia. Ese es mi compromiso con “Marianela”, con quien trabajé 3 años en ese bufete. Por eso, por una vida más justa, más generosa, estamos luchando. Todo este dolor, toda esta cárcel, valdrá la pena.

Felicitaciones a la gente buena de mi país. Feliz día del trabajador. Falta poco.

Yon Goicoechea
El Helicoide