Judith Sukerman: Calles prohibidas

Judith Sukerman: Calles prohibidas

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En pocos días cumpliremos un mes de protestas ciudadanas, pacíficas, continuas en las calles de Venezuela. Es mucho lo que ha cambiado el país en estos casi 30 días, hoy el mundo no es indiferente a la situación que desde años hemos denunciado los demócratas venezolanos, existiendo una indignación mundial por la brutal represión y las precarias condiciones de vida, solo comparables a las existentes en un país en guerra. La indiferencia ciudadana cada día se hace menor y se suman aquellos sectores que tradicionalmente eran considerados bastiones del oficialismo, demostrando claramente que el chavismo se convirtió en minoría, sitios donde otrora eran recibidos con vítores, hoy los líderes del régimen son expulsados a cacerolazos. Con inmensa tristeza toda Venezuela ha llorado, durante este mes, los cobardes asesinatos de 30 venezolanos que, desarmados, se enfrentaron a las manos asesinas de los protectores del régimen y las más de mil quinientas detenciones arbitrarias de ciudadanos que solo ejercían su legítimo derecho a la protesta pacífica, hechos reconocidos así por la propia Fiscal General de la República.. Hoy, somos un país que tomó la determinación de luchar por su libertad y sin miedo, cada día, sale a la calle para lograrlo.

A través del ejercicio de este derecho constitucional a la protesta, será, sin duda alguna, como se logre la restitución de los derechos ciudadanos y como haremos posible la transición democrática tan necesaria para el país, por eso este régimen intransigente e intolerante trata de desvirtuar la protesta, desgastar las fuerzas de quienes nos encontramos en las calles, pero sobre todo evitar que las manifestaciones de rechazo al régimen se produzcan en algunos sectores de las ciudades, procurando mantener la imagen de una inexistente lucha de clases, formando guetos, como si con eso pudiera evitar que los sectores populares no expresaran su malestar

El chavismo no solo se considera dueño de la verdad absoluta, sino que además se siente el único dueños de las calles, y de los espacios públicos a las que se puede acceder, confirmando su talante perverso, sectario y arbitrario, que mezcla en contraste con un discurso desgastado de paz y diálogo, en el que nunca nadie más debería creer.

Desesperadamente y sin éxito, el régimen intenta llamar a una militancia que no responde, a mantenerse “rodilla en tierra’ en las calles, esas mismas calles que hasta hace poco llenaban con personas a las que prometía dádivas, comidas y bebidas o que presionaba y amenazaba con la pérdida de beneficios o del empleo que eran transportadas en decenas de autobuses pagados con fondos públicos. Ya ni así logra concentraciones importantes de masa que impresionen al mundo, sus mas recientes concentraciones dejan al descubierto que solo tienen capacidad de reunir una ruinosa minoría, un pequeño grupo de funcionarios públicos usados y hasta abusados para la repetición de consignas prefabricadas y aplausos fríos, porque su realidad cotidiana les recuerda que no hay nada que celebrarle al régimen, por el contrario muchas deficiencias que reclamarle.

En Caracas han reprimido inmisericordemente, en tres estados del país, han dictado decretos inconstitucionales prohibiendo las manifestaciones públicas, y en Valencia, mi ciudad, el gobernador valiéndose de un prejuicioso argumento referido a “que las condiciones de tiempo, modo y lugar de las movilizaciones se traducen en una amena inminente al orden y a la seguridad pública” exhortó al alcalde, que se dice de oposición, a que revaluara la autorización concedida para la marcha del 1 de mayo, lo cual fue acatado en su totalidad, todo con el fin de impedir que los ciudadanos expresen su inconformidad ante la crisis nacional

Estamos en un momento donde el ejercicio de la ciudadanía determinará el futuro del país, si dejamos las calles, si acatamos sumisa y mansamente ordenes inconstitucionales, vamos a perder lo que hemos logrado, vamos a fortalecer un gobierno que con la constancia y presión de la protesta se ha debilitad. Nos une la urgente necesidad de cambiar el régimen político que nos gobierna, no permitamos que la arbitrariedad de las autoridades contra las que luchamos nos doblegue. El régimen tiene que conseguirnos de frente, sin violencia, pero determinados y firmes a ser una sociedad democrática y libre, sin miedo….porque como lo dijo Juan Pablo IIi ‘por más poderoso que sea un dictador, solo es un hombre”¡Fuerza, fuerza, fuerza y fe, que si se puede!!

@judithsukerman / [email protected]