Antonio Ledezma: Canto a un pueblo digno

Antonio Ledezma: Canto a un pueblo digno

Demonstrators attend a women's march to protest against President Nicolas Maduro's government in Caracas, Venezuela, May 6, 2017. REUTERS/Carlos Garcia Rawlins

Canto a un pueblo digno

Cabezas de cascos y metralla

Era ese enjambre dispuesto





A nublar de gases tóxicos el cielo.

No eran soldados, sino esbirros

Con aliento de pólvora y ávidos

De muerte y dolor.

¡Avanzar, aniquilar, ya los vamos a matar!

Era el cántico coreado por esos

Mensajeros de plomo y perdigones.

¡Aquí estamos dispuestos a luchar!

Gritaba un pueblo hecho coraje

Arropado con las banderas de la dignidad.

Y la muchedumbre entonaba sus consignas

Pidiendo libertad.

Era más que una concentración de gentes,

era una mezcla de honor, decoro y compromiso.

Ese deber que se asume placenteramente

Para defender un ideal patriótico.

Y en La Estrella cayo Moreno,

El brillo de su cielo se oscureció de repente,

Y Paola  súbitamente dejo de ver

la montaña andina donde encumbraba sus sueños.

Y en Caracas, un rio de mujeres limpias

Rodaron a las sucias aguas del Guaire.

¡La bandera no, mi pendón que no se manche!

Exclama la joven asfixiada,  

y la abuela saco fuerzas de su

Pudicia y se hundió en el cauce para izar

Con sus esmirriados brazos el tricolor

De la vergüenza.

Y la inocencia de la juventud caía herida

Y la bravía mujer paraba el tanque

Con unos huesos blindados de vergüenza.

Y apareció el muchacho

con la biblia en su diestra, vestido

De piel de Dios, se trepaba en la tanqueta

Por el joven que aplastó.

Y ondulaban mis banderas, y sus providencias

Fulguraban en medio del humo pérfido

Que el diablo disparo.

Y la mujer que lo pario,

La abuela que lo arrulló,

Convierten sus faldas y pantalones

En municiones de conciencia.

Y marcharemos por ese lugar

Donde mataron al hijo,

Será altar ese terreno

Para sembrar la memoria

Sin furia pero con dolencia,

Esta vez mojadas de lágrimas

Reposaran mis banderas

Sobre esas tumbas regadas

Con la sangre derramada

Que han manchado la partitura

De Cañizales. Y su música celestial

Se escuchara en ese cielo de esperanza azul

Y una coral terrenal hará temblar de pena

A sus baladrones que sentirán el peso de

Nuestros difuntos.

Por esos muertos, nuestros extintos,

Que no se marchitaran en el olvido

Nada más quiero justicia,

que no tenga una letra de venganza

que se escriba con las manos de todos

menos con el puño del traidor,

ni la afonía del falso defensor,

ni los sermones agonizantes

de jueces sentenciados por el crimen

de matar la ley que violan para ascender.

Magistrados de estropajo,

Embajadores con pasaportes

Empolvados de menjurjes,

Títeres de casaca claveteada

De insignias regaladas,

Vivirán muertos en el repudio de

Un pueblo que no dejo morir

Su identidad.

 

Por Antonio Ledezma, dese su “casa por cárcel”, 7 de mayo de 2017.