Luis Alberto Buttó: El odio como estrategia política

Luis Alberto Buttó: El odio como estrategia política

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La cosmovisión que anida en la mente de los gobernantes define en última instancia el contenido y características de las acciones que emprenden desde el control ejercido sobre el entramado del poder. Si en el día a día, para ventura de los gobernados, el mandatario es inspirado por la bondad nacida del respeto a la condición humana, la orientación de su desempeño tenderá a la construcción y/o fortalecimiento de la armonía social y la paz nacional que de ella se desprende. Si, para desgracia de los gobernados, la motivación principal de quien ostenta el mando lo constituye la crueldad generada por el empeño febril de mantenerse en el poder más allá de lo tolerable para la mayoría del pueblo, el despotismo, la tiranía, la opresión, aparecerán como fieras descontroladas para herir con garras sanguinarias el corazón de la patria y de la gente que la habita, hasta dejar a ambos exangües. La última de las descripciones conceptúa el bochornoso capítulo de la autobiografía que escribe hoy la malhadada revolución bolivariana. Sobran las explicaciones para tan malaventurado proceder. Una de ellas luce pertinente.

En el por demás infeliz documento escrito en 1967 intitulado Crear dos, tres…muchos Vietnam, el jefe de los fusilamientos escenificados al triunfo de la revolución castrista en la habanera Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, Ernesto Guevara, desarrolló esta escalofriante sentencia: …«El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar»… En consecuencia, no cabe sorpresa al contemplar la ruindad de alma demostrada por aquellos que se proclaman apóstoles del ideario de tan protervo representante del averno de la historia. En nada les inmuta el sufrimiento y la muerte de todo aquel que conciban como enemigo interno. Por ello, la represión desaforada; las atrocidades en el trato para con el disidente; el arbitrario despojo y la ilegal negación de los espacios y derechos que en exclusiva le pertenecen a la ciudadanía; la fuerza y el uniforme como estrategias de ocupación; en fin, la saña como leitmotiv de la acción gubernamental.





Lástima de tanta maldad desplegada. Jamás termina triunfando. La amarga soledad del fracasado siempre fue y será el sino de aborrecibles personajes de la calaña de Guevara. La tristeza dejada a su paso por los opresores, si bien atormenta el corazón de los justos, nutre la memoria histórica que permitirá dar cumplimiento a lo alertado desde los tiempos de Mateo, el evangelista: …«sobre ustedes caerá el castigo por toda la sangre inocente que ha sido derramada»… Debe saberse que traficar con vocablos como paz, reconciliación, amor, diálogo, amén de gesto hipócrita es gesto inútil: no hay atajo seguro para evadir la responsabilidad.                

Historiador

Universidad Simón Bolívar

@luisbutto3