Julio Castellanos: Caracazo con esteroides

Julio Castellanos: Caracazo con esteroides

 

Los lamentables sucesos del 27 y 28 de Febrero de 1989 fueron, sin más, el desbordamiento de actos vandálicos que coincidieron con una circunstancial inoperancia de la Policía Metropolitana. Un conflicto inicialmente planteado entre pasajeros y transportistas por el costo del pasaje en el eje Guarenas – Guatire que, gracias a la amplificación del mismo a través de los medios de comunicación, provocó el aprovechamiento criminal del saqueo contra muchos comerciantes con implicaciones nacionales. Ahora bien, el chavismo – madurismo le dio una explicación distinta y construyó un relato fantástico entorno a estos eventos. En vez de ajustarse a los hechos, crearon el mito de la rebelión popular. “Los cerros bajaron para hacer justicia, por sus propias manos, ante un gobierno injusto”. Transformaron discursivamente al maleante en un militante de la revolución. Sobre esa explicación justificaron las intentonas golpistas del 4F y 27N de 1992.

Ahora bien, pasados los años. El chavismo – madurismo se enfrenta a un caracazo con esteroides. En Carabobo, los negocios saqueados, los camiones desmantelados y robados en la Autopista del Sur,  entre Valencia y Tocuyito, y la libre circulación de maleantes que se apropiaron de lo ajeno, tuvieron una explicación totalmente distinta… Ahora, es “terrorismo”, es una “insurgencia” y un intento de “golpe de Estado”.





El hecho es el mismo tanto en 1989 como en 2017. Son saqueos, son vándalos que se apropian indebidamente de lo ajeno, son hechos punibles que debieron ser controlados por los cuerpos de seguridad y procesados sus culpables ante los tribunales civiles competentes. Pero no, estos ñangaras devenidos en malos gobernantes, acostumbrados a mentir, mintieron en 1989 y mienten hoy. Antes el saqueador era un revolucionario y ahora el saqueador es un terrorista. No señores, antes y ahora, el saqueador es un saqueador.

Ahora bien, hay una gran diferencia entre como la democracia enfrentó el gravísimo problema de orden público de su momento a como esta dictadura enfrenta su actual contexto. La democracia, afectada en sus cimientos por los conflictos socioeconómicos y políticos originados por el caracazo, emprendió la reforma del Estado y la descentralización, generó las condiciones necesarias para que nuevos actores políticos lograran acceder por voto popular a responsabilidades de gobierno local y regional. La democracia cura sus heridas con más democracia.

La dictadura, claramente, enfrenta los saqueos de forma distinta. Quienes legitima y pacíficamente reclaman cambios políticos son reprimidos o encarcelados, los saqueadores son desdibujados en su naturaleza y son presentados como terroristas procesables a través de tribunales militares (contrariando principios jurídicos nacionales e internacionales), impiden las elecciones que podrían ser una válvula de escape a cualquier descontento popular e insiste en mantener las políticas económicas que causan hambre y desempleo. La dictadura apaga los incendios con gasolina.

Ya no hay nadie en Venezuela que le vea futuro al Madurismo. Por más que intenten tapar las noticias con cadenas de radio y televisión, por más que intenten tapar su miedo al escrutinio electoral bailando salsa, nadie en Venezuela duda del final del régimen en el mismo instante en que los ciudadanos tengan la oportunidad de votar. Ni porque aterricen tres helicópteros más en Tocuyito, volverán a tener allí ni un voto picado por la mitad. El cambio puede que sea postergable pero también es, evidentemente, inevitable.

Julio Castellanos / [email protected] / @rockypolitica