José Luis Zambrano Padauy: Esos guardias no son venezolanos

José Luis Zambrano Padauy: Esos guardias no son venezolanos

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La libertad no es un sueño improbable. La primavera deviene siempre de un invierno duro e indiscreto. Me he repetido cientos de veces esas frases con tono esperanzador, frente a los desafueros de cascos y botines verde oliva, atronadores e inhumanos, que no cumplen con su deber elemental de defender al país, sino arremeten con un ahínco irreflexivo hacia sus propios conciudadanos.

Asesinan a cal y canto, como una panda despreciable de mercenarios. Se ciernen contra los pacíficos, con sus tanquetas solemnes, tapizadas ahora de bombas de excremento y del retumbar de vítores de los manifestantes, por el retorno de la justicia extraviada.





Han sido 18 años largos y mal vividos. La gente se ha extenuado de la espera. Hasta cuándo somos presa fácil de las falacias de este gobierno y su enjambre de promesas estremecedoras en resultados desolados. El venezolano tiene ahora los sentidos bien puestos. Se cansó de su país tirado al descuido, devastado por el tornado ominoso del socialismo enlatado desde Cuba.

El pueblo está en la calle, entusiasta y enojado. Haciéndole frente a los embaucadores. Ya no acepta de buena gana los subterfugios y los engaños programados. Ni una pizca más de enmudecer la patria. Llega la hora de recobrar la sensatez y acallar al granuja. Esa realidad lleva un fragor que le ha sentado fatal al régimen, a tal punto que las calles tienen el tono escarlata de la muerte, repetido, insultante, destructivo y sin entrañas.

No puedo aceptar que de un corazón jurado a contener la intromisión del extranjero y a defender con voluntad admirable cada centímetro de nuestro territorio, tenga un desamparo en el alma, los ojos extintos de piedad y le arranque la vida a una persona, sólo por estar en desacuerdo en que desbaraten su país por antojos de poder.

No pueden ser venezolanos. Es un insulto al pasado. Una afrenta incorregible a las determinaciones valerosas de nuestros precursores. Un guardia nacional no está para esas tropelías. Matar a un ciudadano, en vez de honrarlo en su lucha. Me cuesta creer que tantos oficiales puedan tener perturbado el espíritu y se sientan conformes con sus acciones nauseabundas.

Un venezolano que se precie de llevar el valor de Bolívar con la razón del respeto a su nación, no se dejaría convencer con la fantasmagoría comunista y su ejercicio devastador. No puede ser hijo de esta tierra honorable.

Para lanzar bombas lacrimógenas y asfixiar a multitudes; golpear con gozo desafortunado a un inocente o asestarle a quemarropa sin exhortaciones valederas y sin el menor empacho, un tiro a un joven para despojarle cualquier resuello de vida y no sentir crujir su alma por el remordimiento, no puede ser un verdadero venezolano.

Podrán venir quizá de Cuba, siendo los esbirros serviles de la dictadura. Tal vez son del Hezbolá, con su saña terrorista y fratricida. O paramilitares del vecino país, que tienen su nuevo nicho es las huestes de este gobierno. Quién sabe de qué continente o recoveco insondable del planeta provendrán estos irreductibles verdugos sin conciencia. Cuántas contrataciones imperturbables del régimen para no perder su hilo de autoridad, cada vez más delgado. Y si realmente lo fuesen. Si tantos hombres de armas de la GN tienen liado el sentido común y la sensibilidad. Pues la historia y la ley restituida les castigarán sin indulgencia por sus crímenes.

A pesar que la paloma de la paz tiñe su tristeza con la sangre de la valentía que estremece las calles, el pundonor no se halla atascado en el acantilado de la injusticia. La reposición de esta nación es premisa, que parece borboritar incontenible en el alma de los nuevos defensores de la patria; otros grandes y briosos luchadores por la independencia.

 

MgS. José Luis Zambrano Padauy

Director de la Biblioteca Virtual de Maracaibo “Randa Richani”

[email protected]

@Joseluis5571