¡Se acabaron las excusas, a cumplir el mandato popular! por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini
Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

Pasó lo que tenía que pasar, el país mostró una realidad aplastante realizada por quienes han heredado un legado de heroísmo y persistencia. Es hora de que el Gobierno lo entienda. No será un día de celebración, a diferencia de cualquier elección en países democráticos, no habrá ganadores y perdedores, no elegimos candidatos, y tampoco se ha derrotado la dictadura.

La masiva e impresionante, movilización de ciudadanos -más de 7 millones- fue el mejor resultado, representa la más grande demostración de desobediencia y resistencia cívica del país. Y un mandato inevitable.

Como en los partos complicados, ayer domingo 16J nació un país totalmente nuevo. No fue como cuando los ciudadanos acuden a un proceso, votan por un candidato y un partido. Lo de ayer fue la orden del pueblo, a la Asamblea Nacional y a la dirigencia opositora, de cumplir tres instrucciones. Sin excusas. Para que el resto de los Poderes Públicos y sus cooperantes se vean forzados a tomar una decisión sobre seguir obedeciendo a las cúpulas que soportan el totalitarismo o desconocerlos y sumarse a la lucha por la democracia. El pueblo decidió por su libre voluntad.





Fue un dramático salto en la historia, un terremoto sociopolítico que abruma a los rechazados y confía a los rechazadores un compromiso de proporciones históricas. Más que una elección democrática, fue un nacimiento tras convulsiones y mucho dolor. Una honda y definitiva toma de posición de un pueblo que ha venido reclamando por años, probando su decisión con su cuerpo, valentía y sangre, especialmente desde que llegó a su máximo de paciencia, que no está dispuesto a aceptar un camino opuesto a sus principios e intereses. Ni de la dictadura de Maduro, ni de la oposición.

El chavismo de tiempos de Chávez, engendrado por un golpe militar incompetente, inseminado por descuidos y abandonos políticos, distorsionado por la perversión castrista, ofreció maravillas bonitas y se quedó estancado en su propia inconsistencia. Se le vino encima el peso implacable de sus torpezas y falacias que el sucesor, percudido de castrismo sediento de dólares, petróleo y hábil sólo para una única mirada, no sólo está mal pagando, sino que se sumerge terco en el desastre contra el cual decidió la ciudadanía.

El chavismo de los últimos años nunca supo qué hacer con la envenenada herencia que le dejaron y la empeoró. No alivió sino que reprimió hasta que el dique se desmoronó y las aguas tormentosas del cambio están arrasando con todo.

Después de la tempestad viene la calma, dice el refrán, pero la calma tras las tormentas no es sencilla, no es sentarse a descansar. Al contrario, es cuando comienza el duro y largo trabajo de limpiar el fango y empezar a reconstruir uno entre los muchos deberes para rescatar al país y regresar al camino democrático.

Ayer no votamos, impusimos soberanía.

Amaneció otra Venezuela, demos gracias a Dios por ello, sin nunca olvidar las heroínas y héroes que dejaron su vida en las calles, luchando por un país que nunca conocerán.

Esta pesadilla, sus horrores y plegarias no hay que dejarlas de lado, pero tampoco convertirlas en ataduras de la nueva era. El denigrante peregrinaje por una medicina, los aullidos de rabia e impotencia, las calles teñidas de sangre, colas de humillación por alimentos, gases, perdigones, disparos y lo ofensivo para cualquier familia del chantaje permanente con carnets de la patria inventada y los CLAPS para comer miseria y hurgando en basura para conseguir lo demás, deben ser aprendizaje.

Con el insólito agravante de medios audiovisuales y periódicos traga dólares trasmitiendo historias mentirosas y populismo sin parar, con la malsana intención de engañar considerándonos pendejos.

Es hora de barrer toda ignominia, de soldar en nuestras mentes que nunca más pondremos a ningún caudillo por encima de Dios, de vaciar las prisiones injustas, de que regresen quienes fueron echados de su patria por razones políticas.

Y, especialmente, a la hora de iniciar la difícil y larga tarea de resurgir de las cenizas. Un trabajo de todos y para todos, que no se hace con palabras ni amenazas sino con el viejo refrán criollo: “echarle bolas”.

La Asamblea Nacional y los dirigentes recibieron un claro mandato que están obligados a cumplir, sin excusas ni guabineos partidistas. Por cierto, cuidado con exquisiteces, algunos platican sobre una hoja de ruta, déjense de tonterías es una demanda, una orden para que la clase política respalde a la ciudadanía. La politiquería también falleció. La dictadura no reconocerá los resultados y continuará su plan Constituyente de intenciones totalitarias. Pero los ciudadanos dieron órdenes contundentes y precisas que ustedes solicitaron. El pueblo ordenó rechazar la Constituyente tramposa del madurismo, ordenó a la Asamblea Nacional, militares y funcionarios públicos, defender la Constitución y apoyarse mutuamente; también ordenó renovar los poderes públicos y conformar un Gobierno de Unión Nacional, tarea inmediata que deberá acometer la Asamblea Nacional.

Acogerse a los artículos 333 y 350, declararse en sesión permanente, para exigir a la Fuerza Armada respetar la decisión, instar a los gobiernos del mundo y organismos internacionales a reconocer el resultado abrumador y legitimador de la consulta popular, proceder a la designación de los órganos del poder público, promover la realización de elecciones generales, ordenar la liberación de presos políticos y el regreso de los exiliados, implementar ayuda humanitaria con la asesoría de la ONU y OEA, exigir al Ministerio Público iniciar procedimientos por delitos de lesa humanidad y el retorno de capitales robados y mal habidos, hacer la denuncia ante la Corte Penal Internacional de La Haya y los organismos bancarios correspondientes para que congelen bienes inmuebles y dineros de bandidos, bolichicos, cómplices y testaferros.

No es tiempo de excusas, frases hermosas ni discursos. Este lunes debería realizarse una sesión extraordinaria del Parlamento y comenzar a tomarse las decisiones que ordenó el ciudadano. Sin disculpas. Por la calle del medio. Se acabó la época de convocatorias, es tiempo de acciones. Ése es el mandato solicitado. Y si no se honra, la crisis de representatividad desembocará en lo impensable y hacia lo desconocido.

La Asamblea Nacional lleva más de un año y dos presidentes contra la pared. El pueblo quiere que salgan adelante, y si eso significa que habrá dos gobiernos y un caos, que así sea. El pueblo lo ordenó. Es un mandato, no un ruego, exhorto o sugerencia. Ténganlo en cuenta, la suerte está echada y el pueblo en la calle. Comenzó la cuenta regresiva.

La cuantía del tiempo que transcurran hasta someter la dictadura para restaurar la democracia, dependerá mucho en la demostración de compromiso y responsabilidad de todos en avanzar con más presión para que el resto de los poderes públicos abandonen el cortejo al régimen en sus intenciones totalitarias.

Habrá que apoyar enérgicamente las decisiones políticas pero sin salirse de los objetivos planteados en el Plebiscito. Iniciamos otra fase de la lucha que sin dudas nos acercará más a la libertad. No hay excusa, la Asamblea Nacional tiene un mandato popular, a cumplirlo pues.

@ArmandoMartini