Alfredo Maldonado: Vamos a estar claros

Alfredo Maldonado: Vamos a estar claros

Alfredo Maldonado
Alfredo Maldonado

El sorpresivo “trancazo” de este martes demostró algo que se ha venido diciendo, pero no sabía uno si era otro alarde o verdad. Y era verdad, es verdad. La gente, ese montón de personas de todas las edades, zonas de residencia y variedades de vestimenta y zapatos que se echado a la calle desde hace ya más de 100 días y 90 y tantos muertos, es como lo buenos perros.

Tiene fuerza, lealtad, obediencia, instinto de protección del líder de la manada, pero también sus propias convicciones. La oposición organizada, los dirigentes políticos, convocan y la gente sale a la calle. Pero también sabe que puede hacerlo, que ha demostrado sobradamente que sabe hacerlo y que, aún mas de tomar en cuenta como seguramente ya han comprobado guardias nacionales y policías, y algún que otro pandillero socialista pagado y armado, la gente venezolana es valiente y audaz. No porque no sienta miedo, sólo algunos locos carecen de miedo, sino porque lo controlan. Sacan pecho, y escudos improvisados, fuegos artificiales, y ponen la cara y el empuje.

En más de cien días de enfrentamientos día y noche en muchas de las ciudades venezolanas, militares, policías, corazas, escudos, tanquetas, enormes tanques disparadores de agua, bandidos con motos y armas, no han podido devolverlos a sus casas.





Este martes 18, apenas 48 horas después del impresionante acto de rebeldía y de conciencia cívica que llevó a más venezolanos que los que votaron por Nicolás Maduro en 2013, cuando le ganó por los pelos del CNE a Henrique Capriles -que ese sería otro análisis-, la ciudadanía venezolana demuestra contundentemente que es solidaria, disciplinada y valiente, y que también tiene voluntad propia. Que si la convocan cumple por completo. Y si no la llaman sale por su cuenta.

Este martes 18 de julio los dirigentes de la MUD se quedaron tan enredados como este servidor, sus amigos y su familia. Porque salió gente de todas partes y trancó la capital. Quizás menos en el centro y el oeste, me cuentan, pero sin la menor duda en los bordes entre este y centro y todo el este, la tranca fue plena.

Alguien me comentaba, y no le falta cierta razón, que el riesgo es que entre iniciativa de unos e iniciativa de otros puede terminarse en anarquía. Cierto, ése es el riesgo, pero igual lo estamos corriendo nosotros los apacibles y respetuosos de la paz y los derechos, que ellos, los bárbaros que se acumulan como tiburones hambrientos para entre varios patear, golpear, arrastrar y herir con los extremos de los escudos a un solo hombre o una sola mujer.

La anarquía se nos puede venir encima a todos, igual que se nos vinieron el proyecto rebosante de pajaritos preñados del ya sepultado Hugo Chávez, y el generador de estupideces y crueldades de Nicolás Maduro y sus cortesanos de acceso inmediato.

Asi que debemos estar claros, y confío en que lo estén -a veces pareciera que no, pero insisto en darles un bañito de confianza- los dirigentes, los señores Borges, López, Ramos Allup, Capriles y algunos otros a quienes no les doy baño alguno, y se den cuenta de que esto ya no espera más. Capriles lo sabe.

Que si están o necesitan estar negociando, no lo oculten, díganlo; la gente no es estúpida y entiende que a veces, especialmente en casos extremos como el de esta Venezuela de los 100 días, negociar es conveniente. Nadie les pide que revelen cada detalle, porque hay conversaciones en trámite que no se pueden revelar. Pero sí que la gente tenga bien claro, dicho y explicado por ustedes cara al frente, que la negociación es para cambiar el régimen por regreso de la democracia en la calle y no sólo en los artículos de una Constitución que defendemos porque la que nos ofrecen es peor, que ese diálogo no es sólo para que vengan unas elecciones regionales.

Sean sinceros y claros, porque casi 8 millones de venezolanos -por la falta de tiempo, con una semanita más hubieran sido 12 ó 14 millones- dieron un mandato clarísimo y sin dudas. Sobre eso se puede e incluso se debe conversar. Y, por supuesto, sobre la libertad de los presos políticos, porque Leopoldo López no es el único, y conversar sobre la barbarie policial, las torturas, los presos sin juicio, los golpeados.

Pero mientras conversan, dialogan o como quieran llamarlo, organicen a la gente que va a seguir en la calle; nombren los magistrados que tienen que nombrar; mantengan la presión política que tienen que mantener; hagan todo lo que tienen que hacer para cumplir los mandatos de sus electores.

Porque no deben olvidar jamás, no sólo que ser electos mucho más que un triunfo es un compromiso, sino que si no cumplen serán tan traidores como los que se babean con el tonito cubano. Que para exigirle a la gente, deben cumplir primero. Que si este régimen y su Constituyente siguen, ustedes no siquiera podrán refugiarse en alcaldías ni gobernaciones.

Así que estemos claros, dirigentes, ciudadanos, organizadores de trancas y guarimbas, héroes diversos. El pueblo salió a la calle y no va a salir de ella igual que entró.