Ramón Peña: Magistratura honorable

thumbnailcolaboradores-190x1301

Alfredo Sadel es el nombre de la plaza que honra la memoria de uno de los artistas más queridos por los venezolanos en todos los tiempos. Sadel, valga recordar, fue también consecuente colaborador en la resistencia contra la dictadura perezjimenista. Por eso, esta plaza caraqueña fue acertadamente escogida para un hermoso acto de reivindicación democrática: la sesión de la Asamblea Nacional para la designación y juramentación de los nuevos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), 33 entre principales y suplentes. Nuevamente, una acción de legítima rebeldía democrática, guiada por la Asamblea nacional, al igual que la Consulta Popular del pasado 16 de julio.

El proceso para la selección de los nuevos togados cumplió con los requisitos exigibles en cuanto a calificaciones académicas, experiencia en el terreno judicial y hoja moral de cada aspirante. Una manifestación de depuración ética de la justicia venezolana, luego de la trapacería del nombramiento express de magistrados por la anterior Asamblea Nacional que, en la exasperación por la aplastante derrota sufrida el 6 de diciembre de 2015, escogió a un grupo de incondicionales del régimen, algunos sin las calificaciones requeridas, otros con antecedentes penales y hasta un diputado que se auto eligió. La clara finalidad de la fullería fue urdir en el TSJ la usurpación de las atribuciones del nuevo parlamento de mayoría democrática.





Como un hecho inédito, los nuevos magistrados asumen sus cargos amenazados con orden captura por supuesta usurpación de funciones. La instrucción emana de los descalificados, escogidos a dedo en diciembre de 2015. Pero con valentía y resueltos a ejercer plenamente sus facultades, las mujeres y los hombres que asumen la magistratura han desafiado tal despropósito.

La Asamblea Nacional está abriendo la brecha para la reinstitucionalización del país. Ese es el marco de la resistencia que todos debemos apoyar.