La reacción de Mercosur y de Chile, Colombia, México, Perú y Bolivia ante las declaraciones del presidente Trump cuando afirmó este viernes que evalúa “una posible opción militar” de Estados Unidos en Venezuela frente a la crisis que vive el país, genera dudas y cuestionamientos. ¿Por qué?
La declaración del Mercosur integrado por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, repudia el uso de la fuerza para restablecer el orden democrático en Venezuela y considera que el único instrumento aceptable para la promoción de la democracia es el diálogo y la diplomacia. “El gobierno venezolano no puede aspirar a una convivencia normal con sus vecinos en la región mientras no sea restaurada la democracia en el país”, agregó.
Desde entonces, señala el Mercosur, “han aumentado las represiones, las detenciones arbitrarias y el cerco a las libertades individuales”. “Las medidas anunciadas por el gobierno y por la asamblea nacional constituyente en los últimos días reducen todavía más el espacio para el debate político y para la negociación”, sostiene.
Entonces, que otra opción existe que no sea una rebelión armada del pueblo o una intervención militar para restaurar la democracia. Además es necesario recordar a estos países que Venezuela padece desde hace más de una década la intervención militar cubana rechazada por una mayoría de venezolanos.
La intervención militar cubana está presente en nuestros cuarteles, en el adoctrinamiento de buena parte de la oficialidad venezolana, en el asesoramiento de los cuerpos de inteligencia y en el uso de mecanismos de represión y tortura, así como en la aplicación de la justicia militar para apresar y condenar civiles.
Toda esta barbarie y violaciones de derechos humanos que observamos en la actuación de los cuerpos represivos venezolanos como la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), la Policía Nacional Bolivariana (PNB) y el Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN) son prácticas comunes utilizadas por el régimen castro comunista en la isla. Ahora, traídas a Venezuela por un gobierno canalla que intenta perpetuarse en el poder mediante el uso de la fuerza.
Confío que este olvido no lleve implícito una aceptación malévola con la cual se encabeza este artículo: Cubanos Sí Yankis No. Insistimos por ello que su reacción suscita serios cuestionamientos.
Como pretender que una dictadura que no permite las protestas pacíficas y que ya cuenta en su haber 120 personas asesinadas, 3000 personas detenidas de las cuales 1300 han quedado arbitrariamente encarceladas, que tiene detenidos a una docena de alcaldes opositores, que persigue con saña a los magistrados recién nombrados por la Asamblea Nacional y que no respeta la independencia de los otros poderes, pueda rectificar.
Una dictadura que desconoce y hace burla de los países que suscribieron la Declaración de Lima, que ignora las declaraciones del Episcopado Venezolano y las advertencias de los Organismos Internacionales de Derechos Humanos. Además Venezuela ya convertida en narco estado según la DEA, está asociada con movimientos terroristas como Hamas y Hezbollah. ¿Por qué entonces ese empeño en insistir en que la única vía para restaurar la democracia es el diálogo y la diplomacia?
Juan Antonio Muller
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